El Festival de Cannes ha roto sus normas (no escritas) y por primera vez ha decidido dar una Palma de Oro honorífica colectiva en vez de a una persona individual. Normalmente el galardón recae sobre un cineasta, una actriz o un actor; pero en esta ocasión, el certamen ha optado por reconocer la labor del Studio Ghibli, historia del cine en general, y del de animación en concreto, y responsable de obras maestras como Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro.
En una nota de prensa Cannes ha comunicado su decisión, subrayando lo excepcional del premio, y destacando a “dos magníficos narradores, Hayao Miyazaki e Isao Takahata”, creadores de “una gran cantidad de personajes de culto que ha desatado un nuevo viento en el cine de animación durante las últimas cuatro décadas”.
Toshio Suzuki, cofundador del Studio Ghibli, se ha mostrado honrado con el reconocimiento en el comunicado, en el que recuerda que ya hace 40 años fundaron dicho estudio “con el deseo de llevar animación de alto nivel y alta calidad a niños y adultos de todas las edades”. “Hoy en día, nuestras películas son vistas por personas de todo el mundo, y muchos visitantes vienen al Museo Ghibli, Mitaka y el Parque Ghibli para experimentar el mundo de nuestras películas por sí mismos. Realmente hemos recorrido un largo camino para que Studio Ghibli se convierta en una organización tan grande. Aunque Miyazaki y yo hemos envejecido considerablemente, estoy seguro de que Studio Ghibli seguirá asumiendo nuevos desafíos, liderados por el personal que continuará con el espíritu de la empresa. Sería un gran placer para mí que esperaran con ansias lo que sigue”.
Este año, Cannes ya había anunciado la otra Palma de Oro de Honor, que irá para el cineasta George Lucas, pero “por primera vez en nuestra historia, no hemos elegido celebrar a una persona sino a una institución”, afirmaron Iris Knobloch, presidenta del Festival de Cannes, y Thierry Frémaux, delegado general. “Como todos los iconos del cine, estos personajes pueblan nuestra imaginación con universos prolíficos y coloridos y narraciones sensibles y cautivadoras. Con Ghibli, la animación japonesa se erige como una de las grandes aventuras de la cinefilia, entre tradición y modernidad”.