Familiares de los 29 muertos en el accidente en una mina de carbón de Nueva Zelanda en 2010, entraron hoy por primera vez en el yacimiento donde las autoridades han puesto en marcha un operativo para intentar recuperar los cadáveres.
Los familiares avanzaron en pequeños grupos unos 170 metros y dejaron flores en el montículo que bloquea el túnel de 2,3 kilómetros que lleva hasta el yacimiento de Pike River, en la Isla Sur neozelandesa, que quedó sepultado tras unas explosiones.
La Agencia de Recuperación de Pike River publicó en su cuenta de Twitter imágenes de Anna Osborne y Sonya Rockhouse, que perdieron a su marido Milton y su hijo Ben, respectivamente, y formaron el primer grupo que accedió a la mina subidas en un vehículo lanzadera.
"Pudimos poner nuestras manos en el sello y pude hablar con Milton y casi sentí que estaba ahí", dijo a Radio New Zealand Osborne, que junto a Rockhouse ha encabezado las demandas para que se recuperen los cadáveres.
Las autoridades trabajan en la posibilidad de avanzar por el túnel para recuperar los cuerpos pero aún no cuentan con el visto bueno de la agencia de seguridad laboral Worksafe
La entrada a la mina, prevista inicialmente en febrero y pospuesta varias veces por razones de seguridad, culminó un año de preparaciones por parte la Agencia de Recuperación Pike River, incluido el corte del sello de hormigón de 30 metros de grosor y la ventilación del acceso al túnel.
La tragedia de Pike River se cobró la vida a 29 mineros, 23 de ellos neozelandeses, tres británicos, dos australianos y un sudafricano, que tenían entre 17 y 62 años.
Los mineros habrían muerto por traumatismos, quemaduras o asfixia tras una explosión de gas metano que les dejó sepultados a 2,5 kilómetros de profundidad dentro de una galería que carecía de un acceso alternativo.
Cinco días después fueron dados por muertos tras una segunda explosión en el yacimiento, situado en la localidad de Greymouth, en la Isla Sur, en lo que supuso el segundo mayor accidente minero de la historia de Nueva Zelanda.