Agentes del sector público y privado de Reino Unido requirieron este viernes a las instituciones que avancen en una regulación actualizada sobre los productos del tabaco y las posibles alternativas a los cigarrillos tradicionales basadas en investigaciones científicas.
El jefe de programas del laboratorio de ideas Adam Smith Institute, Daniel Pryor, explicó a Efe que actualmente existen algunos estudios sobre "reducción de daños", pero, en su opinión, "queda mucho por hacer".
Por ello, solicitó a los Gobiernos, en un evento ante la prensa internacional en el Instituto de Ingenieros Mecánicos de Londres, que realicen estudios propios.
Además, Pryor cree que estos documentos deben ayudar a elaborar un sistema impositivo que diferencie entre las diferentes opciones de tabaco "en función del riesgo para la salud".
El exministro de Salud de Reino Unido Simon Burns (2010-2012), presente en el acto, celebró que, en este sentido, en su país el precio de la cajetilla de tabaco se haya incrementado desde las 2,5 libras (3,22 dólares) hasta las 9 libras (11,6 dólares) en los últimos años como medida para dejar de fumar.
El Sistema de Estadística de Inglaterra reveló que en 2018, el 14,4 % de los adultos eran fumadores habituales, por debajo del 14,9 % de 2017; cifras que se traducen en casi 2 millones menos de fumadores desde 2011.
El político recordó que "desafortunadamente", según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra de fumadores seguirá siendo la misma durante la próxima década, por lo que se debe insistir en encontrar alternativas menos dañinas para la salud.
Burns consideró "justo" decir que estos productos "no están libres de riesgo" y que todavía no se conocen "sus efectos a largo plazo", pero que la sociedad debe "basarse en la ciencia" para revisar dichas opciones.
El Gobierno británico publicó en julio de este año el "Plan de tabaquismo 2030" para que sus ciudadanos dejen, en primer lugar, de fumar y si no desean hacerlo empleen sistemas de "reducción de daños" basados en la no combustión.
Según sus estudios, los dispositivos electrónicos o de calentamiento de tabaco reducen en un 95 % los niveles de emisiones tóxicas liberadas respecto a los métodos tradicionales.
Sin embargo, en Estados Unidos continúa la polémica tras la muerte de 42 personas y más de 2.000 afectados por enfermedades por el vapeo, después de que las investigaciones de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) del país encontrarán rastros de THC o de vitamina E sintética.
Durante la conferencia "E-Cigarette Summit", que tuvo lugar este jueves en la capital británica, el director del Centro para el Control de Tabaco de la Sociedad Americana de Cáncer, Cliff Douglas, y la directora de la sociedad Action on Smoking & Health (ASH), Deborah Arnott, advirtieron que no se puede decir que los cigarrillos electrónicos sean "completamente seguros".
Ambos sostienen que no se debe "olvidar" el principal objetivo, que la gente deje de fumar, para lo que sugieren un mayor control de la publicidad y de la comercialización de cualquier tipo de tabaco, sobre todo en internet.
Por contra, el director de la consultora The Counterfactual, Clive Bates, cree que medidas restrictivas como prohibir los sabores de los vapeadores o aumentar su precio pueden generar el efecto contrario y derivar hacia un incremento de nuevos fumadores de cigarrillos tradicionales.
El investigador del Centro de cirugía cardíaca Onassis, el profesor Konstantinos Farsalinos, cree que políticas sancionadoras como las de India o Tailandia "no tienen sentido" y pide que las regulaciones se realicen con base en estudios científicos con resultados "a largo plazo".