El Banco Central Europeo (BCE) advirtió este martes de los riesgos que plantea la dependencia europea de proveedores de pagos extracomunitarios, responsables de dos tercios de las transacciones en el continente, y abogó por una solución paneuropea desarrollada por el sector.
"Veinte años tras la introducción de la moneda única, todavía no tenemos un sistema de tarjetas europeo. Diez países tienen sistemas nacionales que no aceptan tarjetas de otros países", dijo en una conferencia en Bruselas el miembro del directorio ejecutivo del emisor de la eurozona, Benoît Coueré.
En general los europeos pueden pagar en comercios tradicionales e internet con una única tarjeta en toda Europa, pero su aceptación en los diferentes países depende de que las hayan emitido un sistema internacional, en particular Visa o Mastercard, las empresas estadounidenses que dominan en los pagos con tarjeta en Europa.
Más de dos tercios de las transacciones se hacían a finales de 2016 con proveedores de tarjetas no europeos, a lo que se han sumado nuevos sistemas, como las criptodivisas estables, para responder a la creciente demanda de pagos transfronterizos baratos, rápidos y seguros, según Coueré.
"Depender exclusivamente de ecosistemas no europeos o nuevos presenta dos riesgos", dijo Coueré.
Por un lado, algunas iniciativas todavía no suficientemente probadas, como las criptodivisas estables, plantean riesgos desde el punto de vista legal, de protección de los inversores o de blanqueo de capitales.
Por otro, depender de proveedores no europeos podría poner en peligro la "autonomía" misma del sistema de pagos en Europa, haciéndolo más vulnerable a las acciones y decisiones de terceros, que "no siempre actuarán en interés de los europeos", dijo Coueré.
La respuesta tiene que venir del sector con la colaboración de distintos actores para proporcionar una solución paneuropea para los pagos minoristas, según el BCE.
En este sentido, expresó su apoyo a la iniciativa puesta en marcha pos varios grandes bancos europeos para poner en marcha un sistema de este tipo.
El BCE seguirá analizando los cambios que las nuevas tecnologías han provocado en el modo de pagar en Europa, para ver si tienen que adaptar sus políticas o herramientas. En este sentido, recordó, están estudiando la posibilidad de lanzar su propia divisa digital.
Esta "podría asegurar que los ciudadanos pueden usar dinero del banco central incluso si se deja de usar el efectivo" y el BCE y otros bancos centrales del mundo están analizando sus costes y beneficios.
Coueré insistió, no obstante, en que las iniciativas de los bancos centrales "no deberían desalentar ni desplazar a las soluciones lideradas por el mercado para unos pagos seguros y eficientes en la eurozona". E