Heiko Maas:

"Vengo del corazón de Europa y soy europeo de corazón". Era marzo de 2018, y Heiko Maas (Saarlouis, 1966) acababa de ponerse al frente del ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania. A pesar de su larga carrera en la política germana –venía de ocupar la cartera de Justicia–, su nombre era poco conocido en la esfera internacional. En su primer discurso como jefe de la diplomacia alemana, el político del Partido Socialdemócrata hizo un fuerte alegato contra el autoritarismo y las divisiones internas de la Unión Europea.

"Hay una brecha entre los que apoyan la apertura de miras y la tolerancia y los que predican el aislamiento y la vuelta al nacionalismo", dijo. "Hay una brecha entre los que creen en los frutos de la cooperación internacional según reglas comunes y aquellos cuya máxima en la escena mundial es el 'sálvese quien pueda', que solo muestran su falta de voluntad de compromiso y que buscan la confrontación".

Algo más de tres años después, a escasos meses de las elecciones generales que pondrán fin a la era Merkel, esa brecha persiste: Alemania figura entre los países de la UE que acaban de censurar las leyes que "discriminan" a los colectivos LGTBIQ en Hungría, y la catástrofe de la pandemia de COVID-19 ha demostrado, entre otras deficiencias, las consecuencias de la falta de un liderazgo mundial coordinado en medio de tensiones internacionales.

Heiko Maas atiende por correo electrónico a las preguntas de elDiario.es con motivo de la reunión ministerial de la Iniciativa de Estocolmo para el Desarme Nuclear que copresidirá en Madrid este lunes junto a sus homólogas española, Arancha González Laya, y sueca, Ann Linde. González Laya y Maas también mantendrán un encuentro bilateral, según ha anunciado el Ministerio de Asuntos Exteriores español.

Lleva tres años al frente del Ministerio de Exteriores. En este tiempo ha vivido una pandemia devastadora, el Brexit, el fin de la era Trump o el reto de las relaciones con Rusia y China. ¿Qué diferencias hay entre el mundo que se encontró cuando llegó al cargo y el que va a dejar?

En una frase: nuestro mundo se ha vuelto más vulnerable, más frágil. La pandemia nos ha enseñado con cuánta rapidez puede perder el equilibrio nuestra vida y cuán endeble es el capitalismo globalizado.

Al mismo tiempo, se hace cada vez más patente una amenaza aún mucho más grave: el cambio climático causado por el ser humano. Ya no se trata de panoramas aterradores abstractos en un futuro lejano, sino que vemos los cambios aquí y ahora. Tenemos que dar una respuesta ante esto, y debemos hacerlo unidos como comunidad internacional. Este es probablemente el mayor reto en la historia de la humanidad. Y no en último lugar también es un reto para la política exterior. Por esta razón es un privilegio y a la vez una fuerte carga dedicarse a la política exterior en estos tiempos.

La polémica ley anti-LGTBI húngara ha vuelto a evidenciar que la UE sigue dividida. ¿Ha sido la UE demasiado laxa a la hora de permitir violaciones del Estado de derecho y derechos humanos entre sus propios miembros? 

Considero que es demasiado fácil situar este problema únicamente en la UE en Bruselas. En este contexto todos tenemos una responsabilidad. La democracia y el Estado de derecho son absolutamente indispensables para el funcionamiento de la Unión Europea como comunidad de Estados. Estos valores esenciales tienen que vivirse y respetarse en todas partes. Es ante todo la responsabilidad de cada uno de los Estados miembros garantizar que esto suceda en su propio país. 

Sin embargo, los Estados miembros también deberían revisarse mutuamente, con un procedimiento transparente y en pie de igualdad. Con este objetivo introdujimos durante la Presidencia alemana del Consejo de la UE un mecanismo de “revisión por pares” (peer review) mediante el cual los Estados miembros se evalúan por turnos unos a otros. De esta manera queremos contrarrestar tendencias negativas pronto y fomentar la concertación respecto a los valores fundamentales comunes. 

Asimismo, desde luego, la Comisión Europea desempeña su papel como “guardiana de los Tratados” a través de instrumentos legales, como los procedimientos por incumplimiento. También en este ámbito introdujimos un nuevo instrumento durante la Presidencia alemana del Consejo de la UE, el cual establece una condicionalidad relativa al Estado de derecho en el presupuesto de la UE. Esta es una herramienta potente. Las violaciones del Estado de derecho en el futuro podrán tener un costo muy alto.

Las elecciones de septiembre se consideran decisivas en su país. Merkel dice adiós tras 16 años y el ascenso de los Verdes parece haber roto el tradicional binomio conservadores- socialdemócratas. La CDU ha insistido en su rechazo a toda “cooperación” con la ultraderecha mientras el Gobierno alerta de un peligroso aumento del extremismo de derechas. ¿El caso alemán de cómo afrontarla es un ejemplo para España? 

Las voces nacionalistas y antidemocráticas se han vuelto cada vez más fuertes en toda la Unión Europea y, lamentablemente, también en Alemania. Por consiguiente, todos en la Unión Europea tenemos que asumir ese enfrentamiento, cada una y cada uno de nosotros. No existen soluciones universales al respecto, pero los partidos democráticos no deben permitir que haya duda alguna de que existe un cortafuegos sólido contra las fuerzas antidemocráticas. 

La Comisión puso sobre la mesa un pacto migratorio criticado por países del sur como España por su "falta de equilibrio entre solidaridad y responsabilidad", pero no se han logrado avances. Usted se ha mostrado partidario recientemente de "actualizar la cooperación con Turquía". ¿Es esta la vía? Más de cinco años después del acuerdo con Turquía, miles de refugiados siguen estancados en las islas griegas, cuando no son devueltos de forma ilegal a territorio turco, según numerosas denuncias.

En Europa necesitamos con urgencia una política migratoria uniforme a fin de repartir las cargas equitativamente y cumplir con las exigencias humanitarias que tenemos como Unión Europea. Esto no únicamente es en aras de los principales países de llegada del sur, sino también en interés general de la UE y, desde luego, también de Alemania al ser uno de los principales países de acogida. No obstante, desde hace años lamentablemente notamos lo difícil que nos resulta encontrar una respuesta europea común.

Ahora tenemos que superar el estancamiento de la reforma del Sistema Europeo Común de Asilo para que no se repitan una y otra vez las tragedias de los últimos años. Para ello es preciso que todas las partes involucradas estén dispuestas a hacer compromisos. 

En este contexto también debemos tener presente la dimensión de la migración en materia de política exterior y ampliar, en particular, la cooperación con los países de origen, de tránsito y de acogida. También en este punto coincidimos totalmente con el Gobierno español. Turquía es el mayor país de acogida de personas refugiadas y el reparto equitativo de las cargas también redunda en nuestro interés. Por consiguiente, como Unión Europea deberíamos dar continuidad a esta cooperación. Sin embargo, también es clara nuestra expectativa de que Turquía a cambio respete la Declaración UE-Turquía y que no instrumentalice a las personas refugiadas para fines políticos.

EEUU ha dicho que la construcción del gasoducto ruso Nord Stream 2 es su principal punto de desacuerdo con Alemania, cree que es "un proyecto geopolítico que amenaza la seguridad energética de Europa y socava la seguridad de Ucrania y otros países". ¿Cuál es su perspectiva?

Desde luego conocemos las críticas relativas a Nord Stream 2. Sin embargo, seguimos considerando que Nord Stream 2 es conveniente desde el punto de vista de la política energética. Desde un principio nos empeñamos en que se encontrara una solución sólida a base de compromisos que también tuviera en cuenta precisamente los intereses justificados de los países de Europa Central y Oriental, en especial, de Ucrania. Y este es precisamente el objetivo de la Directiva sobre el Gas de 2019. Alemania abogó con ahínco por que se mantuviera el tránsito de gas a través de Ucrania y así seguirá haciéndolo. Estamos llevando a cabo intensas conversaciones al respecto, también con EEUU.

El Gobierno alemán ha reconocido que la masacre de miles de personas por parte del ejército del Imperio alemán en Namibia a principios del siglo pasado fue un "genocidio", aunque se han rechazado las indemnizaciones que reclamaban ciertos sectores. ¿Por qué se ha tardado tanto? ¿Qué pasos debería dar Alemania, y otros vecinos de la UE, para admitir y reparar su pasado colonial?

Los crímenes cometidos durante el dominio colonial alemán han pesado sobre las relaciones con Namibia durante mucho tiempo. Por tanto, no es de extrañar que no hayamos logrado un acuerdo de la noche a la mañana. Nuestro objetivo era y sigue siendo encontrar un camino común hacia una auténtica reconciliación en memoria de las víctimas.

Parte de ello es denominar ahora también de manera oficial las atrocidades perpetradas entre 1904 y 1908 en la actual Namibia como lo que fueron desde la perspectiva actual: un genocidio. En señal de que reconocemos el inmenso sufrimiento queremos apoyar a Namibia y a los descendientes de las víctimas con un sustancial programa por un monto de 1100 millones de euros destinados a la reconstrucción y el desarrollo. Está previsto que la parte namibiana participe en la definición de los detalles.

La desigualdad marca el reparto mundial de vacunas mientras COVAX, el mecanismo por el que la UE ha apostado, no logra de momento su objetivo de acceso equitativo. ¿Hemos fracasado? Alemania se ha opuesto a la exención de patentes, a pesar del giro de una potencia como EEUU. ¿Por qué? Usted ha alegado que no es una solución rápida, pero es una propuesta que lleva en la mesa desde octubre y los partidarios defienden que podría ayudar a medio-largo plazo, y que es necesario que haya transferencia de tecnología.

Este debate no constituye para mí ningún tabú y también deberíamos hablar sobre esta opción. No obstante, la exención de los ADPIC no será de gran ayuda en el contexto del suministro de vacunas a nivel mundial. Lo importante ahora es, sobre todo, que se produzcan rápidamente las cantidades necesarias. Por consiguiente, quiero exhortar a todos los países a retirar las restricciones comerciales. La Unión Europea exporta el 45 % de las vacunas que producimos aquí. Eso nos convierte en campeón mundial de la exportación de vacunas.

Además, la Unión Europea y nosotros en calidad de Estados miembros pondremos a disposición 1.000 millones de euros para establecer centros de producción en países africanos, por ejemplo, en Sudáfrica y Senegal. Asimismo, no en último lugar nos esforzamos en pro de una distribución equitativa de las vacunas a nivel mundial: somos el segundo mayor donante de la iniciativa internacional COVAX, a través de la cual ya se han podido suministrar más de 90 millones de dosis. Hasta principios de 2022 queremos alcanzar al 30% de la población de los países en desarrollo.