32 muertos en la ola de disturbios tras el encarcelamiento del expresidente Zuma en Sudáfrica

La cifra de fallecidos por la ola de disturbios y saqueos que sacude Sudáfrica en los últimos días asciende ya a 32, según ha confirmado este lunes el presidente del país, Cyril Ramaphosa, quien apeló a toda la sociedad a restaurar la "calma".

Los altercados, que comenzaron el pasado viernes en forma de protesta por el reciente encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma, cuentan hasta el momento con 757 personas arrestadas.

"El camino de la violencia, de los saqueos y de la anarquía solo lleva a más violencia y devastación.

Lleva a más pobreza, más desempleo y más pérdida de vidas inocentes. Esto no es lo que somos como pueblo", ha señalado Ramaphosa en un serio mensaje dirigido a la nación, tras una jornada de incidentes violentos y saqueos como "raramente" se había visto en la era democrática en Sudáfrica.

Concentrados en las provincias de Gauteng (donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria) y en KwaZulu-Natal (donde comenzaron las protestas), los incidentes no dejaron de crecer durante el fin de semana y el pasado lunes, degenerando en saqueos masivos de centros comerciales, quema de tiendas y violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que han sido incapaces hasta ahora de controlar la situación. El Ejército se ha desplegado este lunes.

"Esta violencia puede tener realmente sus raíces en pronunciamientos y actividades de individuos con propósitos políticos y en expresiones de violencia e ira (...). Sin embargo, lo que estamos viendo ahora son actos de criminalidad oportunista, con grupos de gente instigando el caos meramente como coartada para saquear y robar", ha condenado Ramaphosa.

El presidente sudafricano ha lamentado también que, además de los daños personales y materiales, los disturbios van a tener probablemente un impacto en la cadena de distribución de alimentos y bienes en los próximos días, si bien han interrumpido la crucial vacunación contra la COVID-19 en varias zonas afectadas.

Por todo ello, el jefe de Estado ha llamado a toda la sociedad a "permanecer en calma" y resistir cualquier intento de incitación a la "violencia" o de creación de "pánico".

Los actos violentos empezaron el pasado día 9 en KwaZulu-Natal, provincia natal del expresidente surafricano Jacob Zuma y su gran bastión de apoyo político.

Aunque el propio exmandatario se entregó pacíficamente a las autoridades a última hora del pasado miércoles, las primeras protestas se produjeron como muestra de apoyo frente a su encarcelamiento en la prisión de Estcourt esa misma noche para cumplir una condena de 15 meses por desacato judicial tras haberse negado repetidamente a declarar por corrupción.

En los siguientes días se replicaron en otras zonas, especialmente en el área de Johannesburgo, convertidos en una oleada de criminalidad generalizada en algunos barrios de la ciudad, especialmente los más desfavorecidos.

Los incidentes se producen, además, en el peor momento de una agresiva tercera ola de casos de COVID-19 en el país, que es el más golpeado por la pandemia de toda África (con unos 2,2 millones de contagios y unas 64.000 muertes).