Syriza ha perdido una tercera parte de los votos en cuatro años. Y han sido cuatro años en los que el Gobierno conservador de Kyriakos Mitsotakis ha tenido que hacer frente a escándalos relacionados con el respeto al Estado de Derecho, como el espionaje a periodistas y políticos de la oposición, o las devoluciones forzadas de migrantes, y personas en busca de asilo y refugio.
Alexis Tsipras, el líder de Syriza que llevó a la coalición de izquierdas a lo más alto, que alcanzó el gobierno con el 36% de los votos con un discurso alternativo al hegemónico de la Europa de los recortes en plena crisis financiera, ha logrado este domingo un 20%, muy lejos del 31% de 2019, y más lejos aún del 40% logrado por el actual primer ministro.
Si bien ese 20% es una cifra que seguramente muchos partidos verían como un buen resultado electoral, lo cierto es que el propio Tsipras lo calificó el domingo como "extremadamente negativo".
"En los momentos difíciles aprendí a asumir la responsabilidad y a no abandonar la lucha", ha dicho este lunes Tsipras en un mensaje de vídeo: "Aquí estoy. No me rindo en medio de una batalla difícil. Ayer fue el día de las elecciones y hoy es el primer día de la batalla para las próximas elecciones. Ayer ganó Nueva Democracia, pero al mismo tiempo fue derrotado el sistema de representación proporcional".
El líder de Syriza, además, ha tendido la mano al Pasok, el partido socialdemócrata que logró un 11% después de haber estado a punto de desaparecer de la vida política griega por su gestión de la crisis financiera de la mano de la troika y de Nueva Democracia: "Las fuerzas progresistas [Pasok; Mera25, de Varoufakis; Course to Freedom, de Zoé Konstantopoulou] a las que tendimos la mano durante toda la campaña electoral desplegaron un frente casi exclusivamente contra Syriza. Y, ayer, en el momento de la histórica victoria electoral de la derecha, celebraban la caída de Syriza".
"Nosotros mirábamos al país, ellos miraban a su propio campo", ha dicho Tsipras: "En las próximas elecciones tenemos la responsabilidad, en primer lugar, de evitar un primer ministro todopoderoso e incontrolable, pero también de proteger la presencia destacada de la izquierda en la vida política del país como una fuerza que viene de lejos y se irá lejos. Syriza es y seguirá siendo el principal instrumento de las fuerzas progresistas y el portavoz de los intereses populares y sociales para la defensa del mundo del trabajo y la evitar la restauración del diabólico sistema bipartidista".
Nueva Democracia ha logrado logra un 40,79% de los votos, lo que se traduce en 146 escaños, cerca de los 151 de la mayoría absoluta, pero sin lograrla, lo que aboca a unas probables nuevas elecciones en pocas semanas. La Syriza del ex primer ministro Alexis Tsipras, por su parte, se queda en el 20% de los votos y 71 escaños, que resultan insuficientes para una suma de izquierdas con Pasok (11,5% y 41 escaños) y Mera25 del exministro de Finanzas Yanis Varoufakis (2,3% y 0 escaños, el corte para entrar en el Parlamento griego está en el 3%).
Los comunistas del KKE, por su lado, han alcanzado el 7,1%, lo que se traduciría en 26 escaños, mientras que el partido de la expresidenta del Parlamento griego, Course to Freedom, Zoé Konstantopoulou –ex de Syriza y Unidad Popular– lograría el 2,6% y 0 escaños.
Por su parte, la extrema derecha de Solución Griega entraría con el 4,5% y 16 escaños.
Nueva Democracia aspiraba a un porcentaje “amplio” en las elecciones, que es lo que ha conseguido este domingo. Acaricia la mayoría absoluta, lo que alimenta la zanahoria de la repetición, que se celebrará con un nuevo sistema electoral que prima al ganador de los comicios.
El sistema electoral que se ha aplicado en estas elecciones del domingo es el aprobado durante el gobierno de Syriza, de carácter proporcional. Sin embargo, en la siguiente cita electoral se aplicaría el aprobado por Nueva Democracia, que prima al primero. Y si no se forma una mayoría absoluta en las negociaciones de gobierno –el Parlamento son 300 escaños–, el 25 de junio o 2 de julio se irá de nuevo a las urnas, con un sistema que, de entrada, concede 20 escaños extra al primero.
Además, los partidos que logren entre el 25% y el 40% de los votos, recibirán un escaño por cada medio punto porcentual en esa horquilla (hasta un máximo de 30 escaños), antes de que se proceda a la distribución proporcional.