El alto el fuego entre los dos enemigos ha superado su primera semana sin colapsar, aunque ambos se acusan mutuamente de incumplirlo con ataques cruzados y amenazas
Israel acepta un acuerdo de alto el fuego en Líbano para rearmarse y aislar a Hamás en Gaza
En medio de las acusaciones cruzadas entre Israel y el grupo chií libanés Hizbulá, el alto el fuego alcanzado con la mediación de Estados Unidos y Francia ha entrado en su segunda semana y la frágil tregua en Líbano no ha colapsado, a pesar de todo.
Desde el comienzo del cese de hostilidades el 27 de noviembre, Israel ha continuado atacando a combatientes de Hizbulá que, tal y como denuncia Tel Aviv, siguen operando. Este miércoles, cuando se cumplía una semana de la entrada en vigor del alto el fuego, el Gobierno libanés afirmó que había contabilizado 60 violaciones del acuerdo por parte de Israel.
Ese acuerdo exige a Hizbulá replegarse al norte de río Litani, situado a unos 30 kilómetros de la frontera con Israel, dejando así una franja de contención entre el grupo e Israel; también establece que las tropas del Ejército oficial libanés se desplieguen en esa franja –siendo las únicas que permanezcan en el área junto a la misión de paz de la ONU (FINUL, por sus siglas en inglés)–.
La retirada de Hizbulá y el despliegue de los soldados libaneses deberían coincidir con la salida de las tropas israelíes de Líbano, todo ello en un plazo de 60 días desde la entrada en vigor del acuerdo. Pero, de momento, no se han producido avances significativos e Israel ha pedido a los civiles libaneses que no regresen a las áreas del sur de las que les ordenó marcharse durante su ofensiva. Tampoco ha permitido a sus ciudadanos del norte que vuelvan a las localidades que abandonaron hace unos 14 meses, cuando comenzó el intercambio de fuego diario entre Hizbulá y las fuerzas israelíes, a raíz de la guerra de castigo que Israel lanzó contra la Franja de Gaza tras el 7 de octubre de 2023.
Una pausa necesaria para ambos bandosEl analista libanés del Instituto Tahrir para la Política en Oriente Medio (TIMEP), Drew Mikhael, señala a elDiario.es que es probable que en esta primera fase del acuerdo el conflicto vuelva a ser de baja intensidad, con intercambios de fuego limitados entre las dos partes –como lo fue hasta que Israel lanzó su campaña de bombardeos contra Líbano hace unos dos meses–. “Si definimos el alto el fuego como la ausencia de amplias hostilidades en todo Líbano, entonces puede aguantar los primeros 60 días”, afirma.
“Israel está interesado en reducir los niveles de violencia ahora mismo, porque sus fuerzas armadas necesitan recuperarse. Pero en cuanto lo hagan, no confío en que no vayamos a ver un nuevo aumento de la violencia”, explica el experto del instituto con sede en Washington. “También creo que los israelíes necesitan saber hasta qué punto Hizbulá ha sido dañado y puede ser contenido a largo plazo”, agrega Mikhael.
En una clara advertencia, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, dijo esta semana que si sus hombres vuelven a la guerra actuarán “con fuerza y más en profundidad y, lo más importante, no habrá ninguna exepción para el Estado libanés”. Katz advirtió de que no diferenciarán entre Hizbulá y Líbano, esto es, que pasarían a atacar cualquier objetivo sin distinción (lo cual no es nuevo, ya que Israel ha golpeado lugares y personas no siempre vinculadas con el grupo chií, tal y como han denunciado las autoridades libanesas).
Desde el 8 de octubre de 2023 hasta la actualidad, más de 4.000 personas han fallecido –incluidos 316 niños– y más de 16.000 han resultado heridas en Líbano, la gran mayoría en octubre y noviembre de 2024 debido a los intensos bombardeos israelíes sobre varias zonas del país. Muchos eran civiles que vivían en las áreas donde Hizbulá tiene presencia e influencia –en el sur y el este de Líbano, y en la capital, Beirut–.
El Ejército israelí asegura haber acabado con 2.500 milicianos del grupo chií hasta el mismo día en el que entró en vigor la tregua; y Hizbulá admite que cientos de sus hombres han fallecido. Además, Israel ha descabezado la organización armada y política, matando a su máximo dirigente, Hasán Nasralá, y a casi todos sus líderes militares, además de haber golpeado su infraestructura y arsenales.
Según el analista del TIMEP, el hecho de que Hizbulá haya aceptado los términos del acuerdo demuestra que está debilitado y que necesita tiempo para reevaluar algunas cuestiones, pero también es consciente de que el Ejército libanés no está capacitado para reemplazar a sus combatientes en el sur del país. “Para ellos, esta pausa es muy importante porque están en una situación realmente muy difícil”, dice Mikhael en una conversación telefónica.
¿Qué papel tienen el Estado y el Ejército libanés?Por su parte, el Gobierno libanés está interesado en que se mantenga el alto el fuego y en restablecer la calma en el sur del país, apunta el experto. “La realidad sobre el terreno es que el Ejército no tiene la capacidad logística” para desplegarse en el sur y reemplazar a Hizbulá, sobre todo en el caso de que aumente de nuevo la violencia, agrega Mikhael.
“El Ejército no puede hacer la guerra con Israel, no puede defender las fronteras del país, y si las fuerzas israelíes siguen bombardeando suelo libanés, el Ejército debería poder responder como lo haría cualquier ejército, pero no tiene esa capacidad”. El analista del TIMEP considera que, por tanto, es imposible que los puntos del acuerdo relativos al Ejército oficial se cumplan.
Esta misma semana, las Fuerzas Armadas han anunciado un proceso de reclutamiento de voluntarios para que se unan a las unidades que se desplegarán en la divisoria con Israel. Según un comunicado del Ministerio de Defensa citado por la Agencia EFE, se necesitan “soldados capacitados que estén dispuestos y cumplan con las condiciones”. Entre esas condiciones está la edad (entre 18 y 25 años), que los solicitantes sean solteros, viudos sin hijos o divorciados sin hijos y que se comprometan a desvincularse de cualquier asociación o partido.
Esta semana, el presidente francés, Emmanuel Macron, visitó Arabia Saudí y se reunió con el príncipe heredero y primer ministro del país, Mohamed bin Salmán. Macron, que es uno de los máximos defensores del acuerdo de alto el fuego, desea que la monarquía saudí financie con los petrodólares al maltrecho Ejército libanés, ya que el Gobierno de Beirut no dispone de los recursos para entrenar y armar a sus propios soldados –que, en algunos casos, tampoco reciben su salario debido a la crisis de liquidez en Líbano–.
Ansiedad e incertidumbre“Vamos a estar viviendo en un estado de ansiedad existencial. Los ataques y el sobrevuelo de los drones israelíes continúan, Israel continúa intimidando al pueblo libanés, amenazando a diario con lo que va a hacerle si sus condiciones del acuerdo no se cumplen”, lamenta Mikhael. “No podemos imaginar las circunstancias en las cuales los bombardeos y la violencia extrema no vuelvan a ocurrir”.
“Si tuviéramos un arbitraje internacional justo en Líbano y si la comunidad internacional hubiera estado más interesada en involucrarse desde el principio, podríamos tener esperanza. Pero ahora mismo solo sentimos ansiedad por lo que pueda venir”, concluye el analista libanés.
Además de esa incertidumbre respecto al futuro y a la posibilidad de una nueva escalada de la violencia, los libaneses hacen frente a las graves consecuencias de la guerra en su economía, que desde 2019 está sumida en una grave crisis –la tasa de pobreza ha alcanzado el 44% en 2024, según el Banco Mundial–.
Según una evaluación reciente de esa institución, el pequeño país árabe ha sufrido pérdidas y daños por un valor de 8.500 millones de dólares (unos 8.000 millones de euros) en el pasado año. Solo las pérdidas económicas ocasionadas por el conflicto con Israel superan los 5.000 millones de dólares, mientras que el coste de destrucción física se sitúa en torno a los 3.400 millones de dólares en las seis provincias más afectadas. Sin ir más lejos, unas 100.000 viviendas de Líbano se han visto dañadas de forma total o parcial.
Una semana después de la entrada en vigor del alto el fuego, unas 600.000 personas han empezado a regresar a sus hogares, sobre todo en el sur libanés, de acuerdo con cifras de la ONU. Las autoridades locales estiman que alrededor de 1,5 millones de personas han sido desplazadas por la violencia desde octubre de 2023, aunque la gran mayoría lo fue por los bombardeos y la invasión israelí del sur del país este mes de octubre.
En el lado israelí de la frontera, también han sido dañadas numerosas viviendas y las comunidades más próximas al territorio libanés fueron evacuadas en octubre del año pasado –y más de 60.000 residentes siguen desplazados–. Uno de los objetivos de la invasión del país vecino marcados por el Gobierno de Benjamín Netanyahu era precisamente permitir el regreso de los habitantes del norte de Israel, donde los cohetes de Hizbulá han estado cayendo casi a diario, hasta el pasado 27 de noviembre (más de 20 civiles han fallecido por esos ataques).
El 2 de diciembre la milicia reivindicó el lanzamiento de dos proyectiles contra territorio israelí en su primer ataque desde el inicio del alto el fuego –al que Israel respondió con varios ataques contra localidades del sur de Líbano–. A pesar del intercambio de fuego, la tregua no colapsó y aguanta hasta hoy.