Back to Top

Dima Moussa, política opositora a Al Asad: "No queremos que el Gobierno falle, puede ser una catástrofe para Siria"

Dima Moussa, política opositora a Al Asad:

La opositora al expresidente Bashar Al Asad ha podido volver a Siria tras la caída del régimen el pasado diciembre y ha dado un voto de confianza a las nuevas autoridades, a pesar de sus antecedentes islamistas radicales y los temores respecto al papel de las mujeres en la transición

Qué está pasando en Siria: claves para entender la mayor ola de violencia desde la caída de Al Asad

Dima Moussa es la vicepresidenta de la Coalición Nacional Siria –la principal formación opositora en el exilio hasta la caída del régimen de Bashar Al Asad–, cargo que ha ocupado desde septiembre de 2023.

Además, es una de las fundadoras del Movimiento Político Feminista Sirio, que nació también fuera del país durante el conflicto armado. Ha trabajado a favor de un cambio en Siria desde la primavera de 2011, poco después del comienzo de las protestas contra Al Asad en marzo de ese año. Al principio, desde Estados Unidos, donde residía, y a partir de 2013 en Turquía, donde tenía su base la Coalición Nacional Siria y otros opositores, activistas y periodistas perseguidos en el país árabe.

Moussa también fue miembro del Comité Constitucional para Siria, formado en 2019 bajo los auspicios de la ONU, con representantes del régimen y de la oposición, que en sus reuniones en Ginebra no logró avances significativos en la redacción de una nueva carta magna que tenía que sentar las bases para una transición democrática en Siria.

La transición dio comienzo de forma abrupta después de casi 14 años de conflicto el 8 de diciembre de 2024, cuando Al Asad y su familia huyeron de Damasco, y una alianza de grupos armados islamistas tomó el poder, encabezados por el ahora presidente, Ahmad Al Sharaa (conocido en aquel momento por su nombre de guerra, Mohamed Al Jolani). Moussa estuvo en Madrid a finales de febrero participando en una mesa redonda en Casa Árabe que abordó la transición y los desafíos de la posguerra en Siria.

Dima Moussa en el jardín de Casa Árabe, en Madrid, el 26 de febrero de 2025. Dima Moussa en el jardín de Casa Árabe, en Madrid, el 26 de febrero de 2025.

¿Cómo ha cambiado el rol de la oposición en el exterior desde la caída del régimen de Bashar Al Asad?

Lo primero y más importante es que todos podemos volver a Siria. Para mí es muy importante que empecemos a involucrarnos en la vida política de una forma normal, que es dentro del propio país, sin tener ese estigma de los políticos en el exilio o de la oposición en el exilio.

Estamos hablando dentro de la Coalición Nacional Siria para ver cuál es el formato adecuado que va a adoptar la alianza, es importante porque hay diferentes partidos y grupos políticos [en su seno], y estos tienen que decidir si quieren ser una especie de coalición de partidos que se presente a las elecciones. Pero esto requiere algunos cambios, porque nuestro objetivo anteriormente era cambiar el régimen en Siria, así que los que estemos interesados en seguir dentro de la coalición tenemos que determinar cuáles serán sus objetivos.

En el Movimiento Político Feminista Sirio también estamos en ese proceso, aunque no tengamos que cambiar nuestra estructura, sí tenemos que cambiar la forma en la que desarrollábamos los programas. Los miembros [del movimiento] que trabajaban dentro de Siria lo hacían en secreto, sobre todo en las zonas bajo control del régimen, y los eventos públicos se organizaban en su mayoría fuera de Siria. Nuestros miembros que han estado trabajando bajo anonimato ahora pueden estar en primera línea: son los que conocen mejor las dinámicas en Siria y tienen una red muy fuerte de mujeres y hombres en diferentes partes del país. ¡Y ahora tienen mucho trabajo por hacer!

Uno de los principales programas, en los que estaba involucrada personalmente, era el “programa de consultas nacionales”. Hablábamos con varios grupos de mujeres en diferentes partes de Siria sobre cuestiones diferentes. Solíamos hacerlo de forma virtual, a través de Zoom, y con grupos pequeños de mujeres que confiaban las unas en las otras para poder hablar [con libertad]. En cada ronda teníamos entre 12 y 15 grupos, y cada grupo estaba formado por hasta diez mujeres. Intentábamos que fuera representativo del país, pero era limitado. Ahora podemos hacer estos encuentros en persona, podemos ir a las comunidades y hablar con cualquier mujer.

Recientemente, tuvo lugar el llamado Diálogo Nacional Sirio, ¿cree que todos los grupos estaban representados de forma equitativa, incluidas las mujeres?

Yo misma fui invitada, pero no pude asistir porque estaba fuera de Siria y eso le ocurrió a mucha gente, porque invitaron a personas de dentro y de fuera del país con poca antelación. Por lo que he visto y por lo que me han contado, la participación de las mujeres fue significativa y, desde mi punto de vista, es importante que las mujeres se sintieron a gusto expresando sus opiniones sobre cuestiones diferentes; las discusiones más acaloradas se dieron en torno a las libertades, porque al hablar de libertades individuales pueden tocarse temas tabú de cara a la religión o a los líderes comunitarios y tribales. Para mí es positivo que todas las opiniones estuvieran presentes y he oído que algunas mujeres hablaron muy claro. 

Soy optimista, siempre y cuando este sea un primer paso, pero todas estas cuestiones importantes no pueden ser resueltas en una conferencia de un día. Estoy segura de que habrá más trabajo en el futuro, no creo que nadie saliera de la conferencia con la convicción de que ya hemos terminad. Algunas de las personas que participaron me han dicho que fue una buena oportunidad para empezar algunos de los debates que hay que desarrollar.

Dima Moussa en el jardín de Casa Árabe, en Madrid, el 26 de febrero de 2025. Dima Moussa en el jardín de Casa Árabe, en Madrid, el 26 de febrero de 2025.

Uno de los debates es el papel de las mujeres en la nueva Siria, ¿qué rol pueden jugar?

Pueden jugar cualquier papel. Las nuevas autoridades han mandado mensajes positivos de que todo el mundo tiene su papel en Siria. Debido a sus antecedentes, ya que fueron islamistas yihadistas que reprimieron a las mujeres en algunos aspectos y ámbitos en las comunidades que controlaron [en el noroeste de Siria], la gente se puso a la defensiva antes de que hicieran nada y creo que eso envió un mensaje a los líderes.

Lo que hemos escuchado de ellos es que van a ser inclusivos, que nadie va a quedar excluido de la vida pública. Yo misma me reuní con [Ahmad] Al Sharaa, cuando recibió a los grupos de la oposición. En la foto de grupo aparecían unos 32 o 33 hombres y yo era la única mujer, ¡casi no se me veía! La gente reaccionó, incluso algunos que creo que antes habrían pensado que las mujeres no deben participar en política, y consideraron embarazoso que entre todos los grupos opositores solo hubiera una mujer.

Las mujeres han aportado mucho en los pasados 13 años, así que tienen que estar más presentes en el espacio político. Creo que las mujeres ya no van a aceptar que un hombre las represente como ocurría antes, quieren trasladar ellas mismas sus opiniones; y creo que la sociedad también ha cambiado en los últimos años y está más abierta a que haya mujeres en los espacios público y político, ha empezado a acostumbrarse y a ver su importancia.

Y en el ámbito económico, ¿qué pueden aportar?

En los pasados 13 años, muchas mujeres, especialmente aquellas que estaban relegadas a roles estereotipados en la comunidad y en la sociedad, salieron de ellos por la guerra. Muchos hombres desaparecieron, fueron detenidos y asesinados, sobre todo los que participaron en los combates; y las mujeres se convirtieron en el principal sustento de su hogar. Pero también hubo muchas mujeres que se convirtieron en importantes figuras económicas en sus propias comunidades y sabemos que el poder económico se traduce en poder político.

Una joven mujer de una zona muy conservadora de Siria me dijo: “Ahora que he trabajado y ganado dinero, y ayudado a mi familia, siento que mi vida tiene un sentido que antes no tenía”. En esa zona, todas las mujeres van al colegio y a la universidad porque es una cuestión de estatus [social] pero su papel en la vida es encontrar un marido, casarse y cuidar de la familia. Ninguna de ellas había pensado nunca en trabajar, su destino era ser madres y esposas, pero debido a la guerra tuvieron que salir a trabajar. 

Esa mujer me dijo que no había nada que pudiera hacer que regresara a su casa y dejara de trabajar, porque el trabajo era algo que la hacía sentir un ser humano. Creo que muchas otras mujeres sienten lo mismo.

Hoy, muchos sirios y sirias sentimos la responsabilidad de reconstruir nuestro país y de tener que hacerlo por nosotros mismos. Y creo que las mujeres están más motivadas a participar [en la reconstrucción] que los hombres.

Dima Moussa durante la entrevista con elDiario.es en Casa Árabe. Dima Moussa durante la entrevista con elDiario.es en Casa Árabe.

¿No están preocupadas las mujeres sirias por los antecedentes del presidente (que fue un cabecilla del brazo local de la red terrorista Al Qaeda)? 

Una de las mayores amenazas para los sirios y sirias era el régimen de Al Asad y ya no existe. Muchos de nosotros sentimos que cualquier cosa que pueda pasar es mucho mejor que lo vivido bajo el régimen.

Respecto al pasado de las actuales autoridades, creo que la mayor parte de la gente nos mantenemos optimistas pero cautelosos, para no vivir en un sueño o una ilusión.

Al mismo tiempo, si nos fijamos en ellos, en su retórica, han cambiado mucho. De hecho, ha cambiado de forma gradual desde que llegaron a Damasco [en diciembre]. Creo que se han dado cuenta de que gobernar Damasco, que significa gobernar toda Siria, no es lo mismo que gobernar Idlib [región en el noroeste de Siria]. En Damasco, la diversidad es mucho más evidente y no pueden imponer lo que en un determinado momento impusieron en Idlib [el velo, en el caso de las mujeres]. Creo que si intentaran algo así sería un fracaso absoluto y no creo que quieran fallar ahora. Nosotros no queremos que fallen porque su fracaso puede ser una catástrofe para Siria.

Creo que tenemos que ser pacientes. Sé que es difícil pedir a las personas que están sufriendo condiciones de vida espantosas que sean pacientes. Por ello, creo que las nuevas autoridades tienen que centrarse en mejorar las condiciones de vida de la gente. Eso hará que tengan más apoyo y hará que la gente sea más paciente.

No estoy demasiado preocupada por el papel de las mujeres porque siento que las mujeres no van a aceptar que se les arrebate todo lo que han logrado en los pasados 13 años [de conflicto]. Van a luchar para mantenerlo y creo que los nuevos líderes se van a dar cuenta de que necesitan a todo el mundo, hombres y mujeres. No van a poder gobernar solos, necesitan ser más abiertos e inclusivos. Y eso incluye a todo el mundo, de diferentes grupos políticos, religiosos, sectarios, etc.

El régimen, no en los pasados 13 años, sino en los pasados 54 [desde que Hafez Al Asad tomó el poder], trabajó para destruir el tejido social de Siria y enemistar a los sirios con base en su religión o secta o región de procedencia; así que hay mucho trabajo por hacer para restablecer la confianza entre los sirios, para unirlos.

[Las autoridades] necesitan que nadie se sienta excluido porque cualquiera que se sienta así puede intentar sabotear la transición, porque nadie escuchó sus quejas. Hay mucho trabajo que hacer, mucha destrucción que hay que reconstruir a todos los niveles.

¿Cree que la violencia sectaria de los pasados días, en la que han muerto cientos de civiles, se debe a que la minoría religiosa alauí se ha sentido excluida?

Creo que debemos distinguir entre la comunidad alauí y los afiliados con el exrégimen. Los alauíes forman parte del tejido social de Siria y cualquier ataque sectario contra ellos es inaceptable. El presidente Al Sharaa lo ha dicho varias veces en los pasados días y ha formado un comité para investigar las violaciones contra los civiles inocentes. Los nostálgicos del régimen, por otra parte, están tan ligados al régimen que incluso han cometido abusos contra los sirios para demostrar su lealtad. Se les dio la oportunidad de entregar las armas y empezar el proceso de reintegración, pero ellos se escondieron hasta que creyeron que era el momento adecuado para intentar sabotear el proceso, muy complicado de por sí, en el que Siria y los sirios nos hemos embarcado.

Por supuesto, ha habido una retórica muy sectaria que ha generado miedo entre algunos alauíes, mientras que ha impulsado a otros de la comunidad suní a intentar vengarse por los crímenes cometidos contra ellos y sus familias [durante la guerra civil]. Quizás podría haberse evitado, al menos en lo que respecta a los leales al exrégimen, si se hubieran tomado algunos pasos, como dar comienzo a algún proceso de justicia transicional.

Además, se debería de trabajar muy seriamente en la eliminación de todos los actores armados no estatales y en la creación del nuevo Ejército como una institución nacional, con soldados entrenados profesionalmente y una jerarquía clara.

Cron Job Starts