Durante años Venecia ha sido, a los ojos de los italianos, el símbolo de la masificación turística y su impacto en las ciudades y sus habitantes. En 2017, había una media de 500 turistas por kilómetro cuadrado y, antes de la pandemia de coronavirus, cualquiera que visitara Venecia, en julio o en Navidad, durante el Carnaval o en septiembre para el Festival de Cine, no podía dejar de notar que la ciudad estaba tomada por el turismo internacional.
Los alquileres cada vez más caros y las dificultades para acceder a servicios básicos como el transporte público entre hordas de turistas, empujaron a muchos venecianos a abandonar la ciudad a lo largo de los años, haciendo que la población total se redujera a unas 70.000 personas.
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