Sabíamos, en aquellos tiempos de antes, que Portugal tenía lavanderas "muchachitas encantadoras, que de día iban a lavar y por la noche a enamorar", una Virgen de Fátima que se aparecía en nuestras casas cada 13 de mayo y la cantante Amalia Rodrigues, voz de navaja que cortaba la respiración y a nadie dejaba indiferente.
A veces de Portugal llegaban noticias, por ejemplo que un dictador de nombre Salazar se cayó de la silla mientras el barbero lo afeitaba y ahí acabó su poder, que le sucedió un tal Marcelo Caetano y con él llegó cierto aperturismo, que había presidentes de la república pintorescos, partidos clandestinos, héroes asesinados, el general Humberto Delgado entre otros, cuyos nombres deberían estar presentes, hasta que el 25 de abril de 1974 supimos, y de qué manera lo supimos, que unos capitanes se sublevaron y al sacar tanques a la calle sacaron también lo mejor del ser humano.