La hora de la verdad ha empezado y sus primeros minutos no están siendo nada buenos para Donald Trump. Después de siete semanas de trabajo discreto, la investigación del impeachment ha entrado en la fase clave: los interrogatorios públicos y retransmitidos en directo.
Los demócratas esperan un efecto parecido al Watergate, cuando la ciudadanía no tenía ningún interés en echar a Nixon, pero cambió de idea después de ver por televisión cómo los testigos explicaban la corrupción del presidente. Los republicanos y Trump esperan desacreditar las acusaciones con una defensa que ya es habitual en el presidente: no lo hice y si lo hice no es delito y, si es delito, no es tan grave como para un impeachment.
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