La ONU destacó este jueves la relativa calma en Yemen y varios pasos positivos recientes, que espera que puedan permitir al Gobierno y los rebeldes hutíes sentarse a negociar la paz pronto.

En una comparecencia ante el Consejo de Seguridad, el enviado de Naciones Unidas para el conflicto, Martin Griffiths, llamó la atención sobre el hecho de que las tensiones de las últimas semanas entre Irán y Estados Unidos no hayan tenido consecuencias en Yemen.

"En este momento de crisis, no hemos visto grandes actos de provocación militar en Yemen. Esto notable. De hecho, ha sido una de las semanas más tranquilas en Yemen desde que comenzó la guerra, con sólo un ataque aéreo, movimientos militares muy limitados sobre el terreno y sin ataques con drones o misiles en países vecinos", explicó el diplomático británico.

Griffiths agradeció en ese sentido la moderación mostrada por los líderes de Yemen, en cuya guerra está implicados tanto Irán -de manera indirecta, en apoyo de los hutíes- como Arabia Saudí -que encabeza la coalición militar que lucha en respaldo del Gobierno-.

Según la ONU, las operaciones militares continúan en el país, pero de forma mucho más limitada, por lo que consideró que es el momento de avanzar en el plano político.

En ese sentido, Griffiths aseguró que con "cada paso positivo" se está algo más cerca de poder "lanzar formalmente consultas políticas" entre los dos bandos.

El objetivo, insistió, debe ser lograr la paz en este 2020, una necesidad en la que insistieron este jueves los miembros del Consejo de Seguridad.

El conflicto yemení estalló a finales de 2014 cuando los rebeldes ocuparon Saná y otras provincias del país y expulsaron al presidente Abdo Rabu Mansur Hadi, hoy exiliado en Arabia Saudí.

Arabia Saudí y sus aliados árabes intervienen militarmente en el conflicto desde marzo de 2015 para tratar de derrotar a los hutíes, apoyados por Irán, y restituir al dirigente exiliado.

En diciembre de 2018, los dos bandos yemeníes lograron un acuerdo Estocolmo con la mediación de la ONU, visto como un punto de partida para poner fin al conflicto, pero cuya implementación hasta ahora se ha demostrado muy complicada y, para algunos analistas, ha de hecho complicado el inicio de conversaciones de paz.