En el equipo que instauró los cimientos del centro estaba ya Lucía Casani, hoy directora de La Casa, que recuerda su arranque como "un momento muy emocionante".

"Lo bonito es que empezamos casi como con un folio en blanco. Podíamos pensar lo que ansiábamos que podía ser un centro cultural en la Comunidad de Madrid. Inventar de cero algo que nos apetecía mucho que existiese", recuerda Casani. Además, contaban con "bastante presupuesto". "Era la combinación perfecta", afirma sobre una etapa en la que, tras salir de la universidad, pasaron unos años en los que "prácticamente" vivía ahí.

El gestor cultural y ex ministro de Cultura José Guirao, fallecido el año pasado, fue su primer líder, hasta que cedió su puesto a Casani en 2014. "Él marcó unas formas de hacer que hemos continuado y a la vez cambiado. Eso es lo bonito. Hay unos pilares que son una familia bien avenida que da mucha seguridad. Sabes a dónde te quieres dirigir y a la vez están las necesidades que va dando el día a día", opina.

Las cuatro áreas de actuación a las que hace referencia y que fueron trazadas desde el origen son cultura, solidaridad, medio ambiente y educación. "Fue un modelo de centro pionero en muchas cosas", comenta sobre lo precursor que fue haber abordado, ya en aquel entonces, temáticas que hoy "están tan de moda" como "el cambio climático", "la visibilización de las mujeres en el arte" o "los cuidados". "Es heroico haber iniciado un modelo y que se haya podido mantener", reivindica la directiva. La Casa Encendida ha sido, además, un puntal para la programación de música electrónica y experimental.

Además, defiende que su trabajo está estrechamente ligado con lo contemporáneo: "Siempre estamos intentando responder a las problemáticas del presente". Por el camino, han tenido que hacer frente a los cambios dados a nivel político, social y cultural del país, desde la crisis económica de 2008 a la pandemia.

La primera afectó directamente a la estructura de La Casa Encendida en sí. Hasta el año 2008 funcionó, en palabras de la directora, como el "buque insignia" de la Obra Social de Caja Madrid. Tras la fusión de la caja con otras seis cajas de ahorros para formar un nuevo banco, Bankia, "la obra social se quedó en tierra de nadie y en ese periodo no sabíamos en qué iba a quedarse". Finalmente, en 2013, la Ley de cajas de ahorros y fundaciones bancarias permitió que pudieran "configurarse como fundaciones sin ánimo de lucro". Motivo por el que se convirtieron en Fundación Montemadrid.

Más allá del proceso, Casani defiende: "Tenemos suerte de no tener ninguna vinculación política. Me parece muy problemático que la cultura tenga influencias políticas". En esta línea, se postula a favor de que "la cultura tuviera gestores profesionales que no tuvieran que depender de nada político". "En La Casa Encendida ha sido así y se nota que hemos sido coherentes con un trabajo que hemos podido mantener", añade.

La Casa Encendida ha decidido celebrar su 20 aniversario con una programación especial que ya ha comenzado y que se va a prolongar durante todo el año. "Hemos ordenado los temas que hemos visto conveniente destacar", explica Casani sobre una agenda que incluye exposiciones como Un piano preparado o Picasso. Sin Título. La segunda, que podrá visitarse entre el 19 de mayo y el 7 de enero de 2024, presentará 50 obras del último periodo del pintor (1963–1973) a través de la mirada de 50 artistas contemporáneos nacionales e internacionales.

"Les hemos pedido que titulen cada una de las obras de Picasso y que hagan la cartela", describe la directora del centro, que indica que lo primero que hicieron fue preguntarse: "¿Cómo pensamos a Picasso desde el siglo XXI y La Casa Encendida? Queríamos iniciar una conversación con él, sacar ciertas cuestiones y polémicas que están encima de la mesa", explica sobre una exposición que se inaugura durante el año de conmemoración del medio siglo del fallecimiento del pintor malagueño, unos fastos que precisamente fueron diseñados por José Guirao.

Un piano preparado, por su parte, ya ha abierto sus puertas. Se trata de un proyecto comisariado por los arquitectos Lluís Alexandre Casanovas e Isabella Lenzi que busca comprender, a través de prácticas artísticas relacionadas con La Casa Encendida y su contexto, cuál es el impacto de las instituciones culturales a largo plazo en las comunidades en las que se insertan. Para ello van a ir desplegando durante el año diversos elementos y actividades con las que buscan narrar los 20 años de historia del centro.

La primera 'activación' se inauguró la semana pasada a través de una exposición móvil que mostrará parte del archivo y que cuenta con el encendido de una veintena de luminosos pertenecientes a comercios desaparecidos del barrio, y la instalación audiovisual de Claudia Claremi La memoria de las frutas (diáspora). Una muestra que gira en torno a las frutas olvidadas y el tejido de afectos que las rodean. Para ello cuenta con una película rodada en 16mm, en blanco y negro y sin sonido, revelada a mano.

En ella aparecen, como declara la autora a elDiario.es, "imágenes de las manos de gente describiendo frutas, cómo se abren, cómo se comen, sosteniéndolas. En el momento de grabar tenían que pensar que tenían la fruta en su mano". Estas se acompañan de textos que pertenecen a las conversaciones que tuvo con diversas personas de comunidades hispano isleñas del Caribe que viven en Madrid. En este ejercicio de "memoria colectiva" emerge una dimensión relacionada con "causas más estructurales, problemáticas que pueden afectar tanto a las frutas como a las personas".

Más adelante se expondrá a otros artistas como Cecilia Barriga, Patricia Esquivias, Estefanía Santiago, Miriam Martín y los colectivos Boya, Poesía o Barbarie, La Parcería y la Muestra de Cine de Lavapiés. Para los comisarios de Un piano preparado, su objetivo era "mapear la evolución" de La Casa Encendida, "integrar las memorias de la gente y poder a la vez hablar de conceptos como gentrificación o los efectos del turismo". Durante su proceso de investigación han realizado hallazgos como que el nombre que en un inicio se había pensado para el centro era 'Casa de Empeños'. Según expone a este periódico Isabella Lenzi, "se hizo una encuesta y se dieron cuenta de que ese nombre se asociaba mucho a una época de crisis, de una España más pobre post Guerra Civil".

Su compañero Lluís Alexandre Casanovas suma que fue entonces cuando decidieron encargárselo a Fernando Beltrán, autor de El nombre de las cosas, dueño de la empresa con el mismo título que crea nuevos nombres, como recientemente ha hecho con la Galería de las Colecciones Reales. A él se le debe designaciones de marcas como Amena, Faunia, Vodafone o Aliada. Para el centro madrileño se optó porque tuviera relación con la literatura española. "Hizo tres propuestas: La busca por Pio Baroja, La forja por Arturo Barea y La Casa Encendida por el poema de Luis Rosales".

Los comisarios consideran que el centro tuvo "intuiciones bastante potentes", y citan como ejemplo las sesiones de café y cine para la tercera edad que organizaron desde sus primeros tiempos. "Que tuvieran tan presente a públicos diferentes es una cosa bastante interesante", valoran.

Este dueto artístico le vale a la directora del centro para destacar la relevancia que tiene para la institución, a la hora de encontrar el talento con el que armar sus actividades, "convocatorias como Generaciones, Inéditos o el Puchi Award", este último en colaboración con la editorial Fulgencio Pimentel. "Son muy importantes, se presenta mucha gente. Siempre digo a los artistas jóvenes que lo hagan porque aunque no ganen, se les va a ver. Nos permiten estar atentos a gente a la que poder acudir más adelante".

Es el ejemplo de los artífices de Un piano preparado, que se presentaron a una edición previa de Inéditos, su programa dirigido a comisarios de hasta 35 años para la realización de proyectos expositivos. Entonces no ganaron, pero su idea resultó interesante y es por ello que han decidido darles espacio en la conmemoración de sus 20 años de trayectoria.

Lucía Casani recuerda con especial cariño visitas a La Casa de figuras como Abbas Kiarostami, Angela Davis o Jonas Mekas. Dentro de sus áreas, expone que seguirán apostando por uno de sus rasgos de identidad: la formación no reglada.

"Cuando abrimos, no queríamos hacer competencia a las universidades ni a otros centros que impartieran formación de este tipo. La idea era generar un tipo de programación que fuera un apoyo a la reglada, que a la vez nos permitía hacer cosas mucho más experimentales. La Casa Encendida no es un sitio donde vayas a hacer un máster muy largo. Tiene mucho más que ver con el encuentro, generar un grupo", afirma, "en nuestros cursos no exigimos nada para hacerlos, simplemente que te apetezca; y eso genera unas mezclas muy bonitas de gente de distintas edades y niveles educativos".

Con la mira puesta en alcanzar otros 20 años de historia, Casani destaca la relevancia de que "el proyecto continúe su camino. Las líneas están marcadas". Así, cita como objetivos "seguir apoyando la creación joven y descubrir nuevos talentos" y "dar espacio a la experimentación". También tienen en el punto de mira que su programación sea "lo más accesible posible".

"El reto es trabajar con los lenguajes contemporáneos, que muchas veces pueden ser más experimentales, más críticos y más contemporáneos; y que sean igualmente accesibles para todo el mundo". Para ello, al planificar sus actividades toman como referencia "el barrio". Se plantean: "¿Cómo podemos hacer que toda la gente de Lavapiés se sienta cómoda viniendo a ver nuestra programación?".

La directora comparte que el área en el que han perdido más público es en el cine. "Es más difícil enganchar en lo físico", comenta indicando que por ello trabajan en ofrecer siempre algo "de especial". "Que el evento sea único y que exista una razón por la que la gente quiera acudir de manera física", dice.

A la vez, han desarrollado su propia plataforma virtual, La Casa On, con la que buscan seguir conectando y ampliando con el público más allá de su espacio físico. Eso sí, asegura que los conciertos y artes escénicas "siguen funcionando". Teniendo en cuenta las cuatro áreas distintas que vertebran su programa, valora como "éxito" que "alguien que viene por algo relacionado con cooperación se acabe interesando por una exposición de arte contemporáneo".

Otro aspecto sobre el que han reflexionado es "cómo conectar con el público joven", para lo que intentan trabajar siempre con gente de este perfil que les permita estar al corriente de todas las tendencias, como con el acertado festival Puwerty, dedicado a la cultura adolescente. Y ante todo, seguir haciendo honor a su nombre, como "casa". "Intentamos eliminar todas las barreras posibles, que la gente pueda habitar los espacios, que esté vivo y que todo el mundo se mezcle".