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Cuando las palabras deciden el futuro: el poder del lenguaje en la política que hace "ganar y gobernar" a la ultraderecha

El uso, la regulación y hasta la memoria histórica del lenguaje dan lugar a campos de batalla donde día tras día se juegan y se deciden las relaciones de poder, provocando que las palabras no solo comuniquen, sino que también moldeen realidades y configuren el orden social.

Desmontando la idea del idioma como un simple intercambio de mensajes y colocándolo en el centro de las disputas políticas, culturales e identitarias del mundo hispanohablante, el sociolingüista y filólogo José del Valle (Santiago de Compostela, 1964) mira más allá de la gramática y la ortografía en su obra Lo político del lenguaje (Verba Volant, 2024) para entender cómo las lenguas han sido utilizadas como herramientas de dominación y resistencia. El libro supone un recorrido a través de la historia del español, desde su expansión colonial hasta su papel en un momento controlado por la globalización, repasando escenarios de tensiones ideológicas, económicas y culturales que reflejan los conflictos de la sociedad contemporánea.

En “unos tiempos en los cuales un amplio espectro de la ciudadanía es consciente de la relevancia del lenguaje a la hora de entender el devenir de la política”, José del Valle considera que “tratar de informar a un público más amplio de la manera en que se relacionan el lenguaje y la política” es fundamental para comprender por qué se destruyen democracias o cómo determinadas figuras ganan elecciones. “Vivimos un momento trágico porque es muy difícil vislumbrar salidas al estado en el que se encuentra la economía mundial, al estado en el que se encuentra la política en todo el mundo”, alega el investigador, que trata de dar luz a asuntos como la manipulación del discurso público en Lo político del lenguaje.

La obra expone una realidad que con el tiempo se está haciendo más visible para todos: la conexión entre lenguaje y política es muy fuerte y el peso de su significación reside en que van de la mano. Así lo explica José del Valle, que señala que este vínculo “es particularmente visible desde la manera de hablar de Trump, de Putin, o, aquí en España, de figuras como Ayuso”. Para el escritor, mencionar a la presidenta de la Comunidad de Madrid es imprescindible, pues sostiene que su figura es “muy interesante”: “Abraza el mismo tipo de discurso que en otros espacios abrazan políticos como Milei o como Trump, y encuentro que Ayuso es mucho más competente en el uso del discurso de la extrema derecha que la propia extrema derecha española”.

Tan solo unas horas después de que Ayuso protagonizara un choque con Alsina en su entrevista en Onda Cero por la “banalización del fraude fiscal”, José del Valle comenta a elDiario.es tras la presentación de su libro que “puede ser que Ayuso sea particularmente consciente” de que “maneja con mucha destreza el uso del improperio”. El sociolingüista destaca que la presidenta también domina “el uso del lenguaje coloquial” y que ella misma “sabe muy bien el efecto que el uso de ese lenguaje tiene en la población a la que le interesa llegar”. Para el autor de Lo político del lenguaje, “la trampa es creer que todavía vivimos en una era de racionalidad”, y añade que “los políticos tienen que tratar de tallar el lenguaje que utilizan en relación a todas las funciones que desempeña el lenguaje, ya sean comunicativas, afectivas o relacionales”.

En ese aspecto, José del Valle opina que la izquierda está perdiendo la batalla y que, aunque sea consciente de que “se está haciendo una reflexión”, insiste en que “es muy importante que desde los distintos lugares de la izquierda se entienda cómo movilizar el lenguaje de forma que sea útil a las condiciones actuales de la vida política”. Con su recién publicada obra, el escritor intenta hacer su “modesta contribución” para “informar desde la perspectiva de un sociolingüista”. José del Valle declara que el hecho de que el lenguaje sea el arma más poderosa es peligroso “mientras sea la ultraderecha la que lo moviliza”, y le parece “perverso” que “sea solo la extrema derecha la que entiende que el lenguaje funciona de esa manera y que, por lo tanto, es capaz de llegar a sectores de la población lo suficientemente amplios como para ganar y gobernar”.

José del Valle, ejerciendo su profesión de docente José del Valle, ejerciendo su profesión de docente

Asimismo, Lo político del lenguaje también recoge la memoria y el olvido en la historia del español, desvelando cómo el relato sobre el español ha sido construido desde una perspectiva que omite su pasado colonial y la violencia lingüística ejercida sobre otros idiomas. Para ello, el autor plasma una cita de Mario Vargas Llosa de su columna para El País en diciembre de 2020: “El aporte principal de España a Hispanoamérica […] ha sido la lengua, el castellano o español que reemplazó a las mil quinientas […] lenguas, dialectos y vocabularios que hablaban en América del Sur las tribus, pueblos e imperios. Como no se entendían, vivieron muchos siglos entregados al pasatiempo de entrematarse”.

José del Valle afirma en el ejemplar que este tipo de discurso encubre la realidad de la imposición lingüística y la marginación de las lenguas indígenas, y denuncia “desde la groseramente falseada base evidencial sobre la que pretende sostenerse hasta la ausencia total de imaginación en la invocación del improperio”. Según escribe el investigador en su libro, con dicha declaración se alcanza a ver “lo siniestro de la lengua del marqués”, refiriéndose a Vargas Llosa, “con su despliegue patriotero de desmanes factuales, dislates verbales y tópicos ñoños con los que la voxtrema derecha se va a chupar los dedos”, reflejando que la historia del español no es un relato neutral, sino una narrativa cuidadosamente diseñada para consolidar ciertas visiones del pasado y justificar el presente.

Otro de los aspectos clave que aparece en la obra es el del lenguaje inclusivo, que causa “debates en torno a las propuestas normativas surgidas de los feminismos y los movimientos LGBTI+” y que pone en jaque a las instituciones lingüísticas. Como José del Valle constata, estos debates “recorren precisamente algunas de esas zonas especialmente sensibles a la movilización política del idioma”, y aclara que “no hay poder sin resistencia”, invitando así a atravesar en el libro “varias situaciones de incertidumbre normativa, grietas o zonas vulnerables del régimen del español”. Asegura que las reglas del idioma no son naturales, sino que responden a relaciones de poder que pueden y deben ser cuestionadas.

El lenguaje es una práctica social, es una manera de relacionarse con otros. Y es imperativo que la educación lingüística transmita a la juventud cómo funciona el lenguaje para que esté equipada con las herramientas que necesita para interpretar la realidad

José del Valle — Escritor, sociolingüista y docente

Aludiendo igualmente a la política del silencio, José del Valle indica que “el silencio es político” y, al igual que en la música, donde “el silencio también es música” porque “está escrito en la partitura”, en el lenguaje y el espacio público cumple un papel activo. El sociolingüista recurre al barrio Prenzlauer Berg de Berlín como ejemplo, pues pasó de ser un “barrio obrero” a convertirse en un “barrio superfashion y hípster”. Según relata, pese al cambio, las calles mantuvieron todos los grafiti, hasta el punto de que el grafiti había perdido su símbolo de transgresión para ser una “seña de identidad hípster”. El autor expone que “lo verdaderamente transgresor habría sido agarrar un bote de pintura blanca y pintar las puertas de blanco”, porque, en ese contexto, “el silencio del blanco habría sido una movilización, un grito”.

A pesar de que la obra enseñe una realidad empañada por el desconocimiento por parte de la sociedad hacia factores indispensables como el lenguaje para mantener en pie las democracias, el investigador no pierde la esperanza de cara al futuro, algo que considera una obligación: “La esperanza pasa por continuar llevando a cabo una reflexión crítica. Quienes nos sentimos de izquierdas tenemos que hacer una reflexión particularmente crítica sobre nuestra propia posición y sobre nuestra manera de relacionarnos con otros actores sociales, con otros colectivos ciudadanos”. Y eso pasa, a su vez, por educar correctamente a las generaciones venideras.

“Hoy por hoy, la educación lingüística de la ciudadanía se piensa como la enseñanza de la gramática de la lengua dominante en el país que sea. Sin embargo, el lenguaje no es solo gramática”, recuerda José del Valle, que defiende que “es necesario que se lleve a cabo una reforma profunda en la educación lingüística”. El autor cuenta que “el lenguaje es una práctica social, una manera de relacionarse con otros” y es, desde su punto de vista, “imperativo que la educación lingüística se mueva en esa dirección, en transmitirle a la juventud cómo funciona el lenguaje para que esté equipada con las herramientas que necesita para interpretar la realidad”. Entenderlo consiste en asimilar el mundo que habitamos y la posición que cada uno ocupamos en él.

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