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De las guerras europeas a los roles de género: la mirada a los niños austriacos que expone el problema de la educación
Los profesores también sufren estas situaciones igualmente adversas para ellos, teniendo que afrontar un panorama desalentador donde se contrata a un número más reducido del personal que realmente se necesita, así como sobrellevar unas tensiones sociales, lingüísticas y económicas que afectan de manera directa a los alumnos.

Sin profesores y sin financiación, la situación por la que pasan los sistemas educativos de gran parte del mundo merece una reflexión que, de llevar al cambio, no solo supondría un beneficio dentro de las aulas, también fuera de ellas. Sin embargo, cuando al ínfimo presupuesto y a la insuficiente plantilla de docentes le sumas una mayoría de alumnado que llega a clase sin dominar la lengua vehicular, el problema se torna aún mayor y el sistema deja de ser una herramienta de inclusión para convertirse en otro factor de desigualdad.

Este problema, que por desgracia no es propio de un solo lugar, se vive a diario en el distrito de Favoriten, en el sur de Viena (Austria). Allí, más del 60% de los niños de las escuelas primarias no hablan alemán como primera lengua, y esto desencadena una puerta de entrada alarmantemente pesimista para unos jóvenes a los que les queda todo el futuro por delante. En estos niños pone especial énfasis la cineasta Ruth Beckermann (Viena, 1952), que ha pasado tres años grabando en una clase de primaria de un colegio de Viena para reflejar en Nuestra querida profesora, que ahora estrena Filmin, los retos actuales que afronta la comunidad educativa en Europa.

Fotograma de ‘Nuestra querida profesora’ Fotograma de ‘Nuestra querida profesora’

La directora alega a elDiario.es que es “muy importante” que se hable de estos temas, exponiendo con orgullo que el documental se proyecta “todos los días en los cines de Austria desde hace ocho meses”. Allí, los profesores pasan solos la mayor parte del tiempo con más de 25 niños, una realidad que no es únicamente la de Viena. Infinidad de colegios de toda Europa sufren una falta de docentes en comparativa con los alumnos a los que imparten clase. Lejos de mejorar, la situación empeora: “Ahora las clases son incluso más grandes que cuando hicimos la película, con 27 o 30 niños en un aula, pero sin suficientes profesores”.

Ruth Beckermann, que denuncia en la película cómo las instituciones destinan poco presupuesto a la educación, comenta que “los niños deberían ir a la escuela mucho antes”, siendo esta otra consecuencia del bajo nivel de gran parte de ellos. “En vez de ir a los seis años, tendrían que ir como en otros países, cuando van a la escuela a los tres o cuatro años y aprenden el idioma”, dice Beckermann. De hecho, Nuestra querida profesora sigue a alumnos con dificultades para aprender el alemán, reuniendo así en una misma aula diferentes culturas de todo el mundo.

“Vivimos en sociedades que ahora son muy diversas”, cuenta la cineasta, algo que queda patente en el documental, cuya mayor particularidad es la confrontación de las ideas que tiene cada niño con respecto a su forma de entender lo que les rodea. Su maestra, Ilkay Idiskut, les acompaña en este viaje, invitándolos constantemente a compartir sus distintas visiones, como por ejemplo los roles de género. En estas escenas, uno de los alumnos se ríe al pensar que una niña pueda enseñar la tripa al bañarse. “Puede decidirlo ella misma”, le reprende la profesora. “No si ella es una mujer”, le responde el niño, agregando que su padre “decide por ella [su madre]”.

Fotograma de ‘Nuestra querida profesora’ Fotograma de ‘Nuestra querida profesora’

Las ideas con las que crecen los jóvenes, más aún si se habla de infancia, acaban influyendo en su madurez y en la manera en la que se relacionan con los demás, lo que hace más significativas muchas de las conversaciones que mantienen en el aula. “Mi padre dice que no puedes enseñar la tripa, que eso es pecado”, confiesa otra niña a lo largo del filme. A ella le sigue una compañera que insinúa que en su familia no nadan las mujeres, solo los hombres, porque era algo que a su abuela no le gustaba.

Aunque Beckermann no está de acuerdo con “lo de que las mujeres no deban nadar”, la cineasta señala que “es importante entender cómo piensan otras personas e intentar encontrar una forma de confrontarlas con nuestra sociedad”. Es por ello que la vienesa resalta la labor de la profesora Ilkay Idiskut, destacando que es “muy buena debatiendo”: “En la película se ve que hay niños machistas que creen que las mujeres no deben ir en bikini, y la profesora hace lo posible por confrontarlos con nuestros valores”. “Al final, todos los niños fueron a nadar, así que esto es positivo. Incluso si la madre no va a nadar, a la hija se le permitió hacerlo, por lo que hay un progreso en cierto modo”, indica.

La directora expone que la cinta es resultado de “las diferentes culturas que se juntan”, e incluso se percibe cómo los pensamientos machistas de muchos de los alumnos están influenciados por su entorno. Cuando se les pregunta en qué trabajan sus padres, la mayoría responde que su madre es ama de casa. Beckermann se posiciona en contra: “Las mujeres no deberían ser amas de casa. Pero claro, en la comunidad turca no hay muchas mujeres que vayan a trabajar y por eso no aprenden alemán, lo que hace que sean los padres los que lleven a los niños a la escuela. Para integrarse en una sociedad, no es bueno quedarse en casa. No creo que sea la mejor manera de vivir como mujer”.

Fotograma de ‘Nuestra querida profesora’ Fotograma de ‘Nuestra querida profesora’

Asimismo, los niños hablan con normalidad del conflicto de Ucrania y Rusia o sobre Siria, cuyas perspectivas también han sido moldeadas, como dice la directora, por lo que los niños “absorben” de “la televisión, los debates y sus padres”, mezclándolo así “con su propia fantasía”. “Fue muy interesante porque algunos niños explicaron muy bien la guerra de Ucrania, la OTAN y demás, y otros se inventaron un cuento”, recuerda Ruth Beckermann. Si tratar estos temas con ellos asegura mejores generaciones futuras todavía está por ver, pues “son demasiado pequeños para saber cómo se desarrollarán más adelante”.

Otro de los dilemas principales en lo que se refiere a la educación es la forma en que afectarán —y ya están afectando— las nuevas tecnologías en el crecimiento de los niños, que ahora crecen con ellas. El reciente estreno de Adolescencia en Netflix puso el foco en una realidad peligrosísima: internet permite que los jóvenes tengan acceso a cualquier tipo de información o contenido, incluyendo foros y páginas misóginas que transforman por completo su personalidad. “Estaba interesada en mostrar a los niños no solo en el aula, sino también lo que harían con los teléfonos, que no los sacan en el colegio”, dice la cineasta, que aclara que “no eran smartphones” y solo les servían “para filmar”.

Las pésimas condiciones de la educación en numerosos países de Europa, como en este caso es Austria, hacen que Beckermann y Nuestra querida profesora miren de frente a las instituciones. “Este es un problema político y demográfico”, declara la directora, “así que los políticos deberían pagar mucho mejor a los profesores y no únicamente a ellos, también necesitamos más trabajadores sociales, psicólogos...”. La cineasta espera que el documental “genere discusión” y concluye deseando que sea “divertido de ver”: “Me interesa la gente que va a ver películas porque le gustan las buenas películas, no solo por el contenido”.

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