En este volumen, Morrigan ya vive en Londres y trabaja en una revista musical. Tiene 19 años, la escena del britpop está en su máximo esplendor -los miembros de Blur aparecen intermitentemente como figurantes de una película- y ella está encantada con la ciudad. Bebe como una cosaca, habla sin parar, lleva un sombrero de copa y no sale sin eyeliner. Desenfreno, autonomía, famoseo musical y resacas aún tolerables gracias a la fortaleza de un organismo joven.
Todo va relativamente bien hasta que se topa en una fiesta con el cómico Jerry Sharp, un famoso engreído con el que tiene dos pésimas experiencias sexuales. La última acaba inmortalizada en un vídeo que él distribuye por medio Londres en un acto de pornovenganza chapucero y mortificante para ella. Mientras tanto, a su alrededor pululan personajes como Suzanne, cantante del grupo femenino-feminista The Branks, su amigo Zee y su amor platónico John Kite, ahora convertido en una estrella del pop internacional.
Cómo ser Caitlin MoranLa escritora nació en Brighton (Reino Unido) en 1975, en el seno de una familia de ocho hermanos y unos padres hippies. No fue al colegio, ya que les educaron a todos en casa y a los 16 años ya escribía reseñas musicales. Se mudó a Londres al cumplir los 18 con su perra, su sombrero de copa y su eyeliner para trabajar como periodista musical. Sí, exacto, como la protagonista de su última novela, de ahí la nota aclaratoria al comienzo.
Si bien siempre es divertido leer a Moran, aquel huracán británico que aterrizó en las librerías españolas en 2013 con Cómo ser mujer ha perdido potencia. Han pasado nueve años desde que la editorial Ebury lo publicó en el Reino Unido con un éxito arrollador y el paso del tiempo ha hecho mella en su frescura. Pero no se puede olvidar que ella fue una pionera.
La escritora ya era muy conocida en su país antes de provocar carcajadas en España. Empezó escribiendo reseñas -muy crueles, como ella misma ha declarado en alguna ocasión- para la revista Melody Maker con solo 16 años. En 1992 presentó el programa musical Naked City en la cadena Channel 4 y ese mismo año publicó su primera novela titulada The Chronicles Of Narmo. En 2013 se estrenó en el mismo canal de televisión la serie Raised by Wolves, inspirada en su propia infancia. Todo esto mientras seguía firmando en prensa.
Cuando publicó sus memorias-ensayo en 2011, se ganó una legión de admiradoras como Helen Fielding con Bridget Jones o Candace Bushnell con la pandilla de Sexo en Nueva York años antes (aunque las referencias resquemen, sí). Personajes femeninos hablando de sexo, depilación, relaciones sentimentales y demás preocupaciones de la "mujer actual" -blanca, heterosexual y de clase media alta- entre cientos, miles de lecturas firmadas por hombres. Una alegría y una revolución en aquel momento.
La diferencia es que Moran provenía de un ambiente diferente. En su vida no había tacones ni cócteles (hasta que escribió su primer libro famoso con el que se forró, todo hay que decir): su familia era de clase obrera, calzaba botas Dr. Martens y bebía whisky. Decía tacos a ritmo de metralleta y en su libro hablaba de la regla, de la masturbación, del aborto, de los michelines y, sobre todo, decía la palabra clave: feminismo.
En poco tiempo se convirtió en uno de los mayores exponentes del incipiente boom de feministas humoristas también conocido como tits and wits (tetas y cerebro en castellano) en contraposición al menospreciado chick-lit (literatura para mujeres). Caitlin Moran era la británica macarra del grupo al que también pertenecían Tina Fey, Nora Ephron, Amy Poehler, Lena Dunham o Amy Schumer, cada una en su género.
Su planteamiento era y es que la cultura puede acabar rápidamente con los prejuicios y para que la gente se acerque, tiene que ser lo más parecido a una fiesta. Feminismo mainstream como el de Beyoncé, asumido sin complejos. A nadie -según ella- le llama la atención una teórica enfadada escribiendo en su rincón, pero todo el mundo quiere pasárselo bien tomando chupitos y hablando de cosas que ocurren en la cotidianidad femenina.
Ese 'todo el mundo' también incluye a los hombres: las cifras de ventas del libro en formato digital fueron sorprendentes. Un estudio de la editorial reveló que muchos de los clientes eran hombres a los que les daba vergüenza que les vieran leerlo en el metro. Punto para Moran.
Cómo dejar de ser una adolescente con sobrepesoPero desde entonces, la industria editorial ha atendido a la fuerza del movimiento publicando muchísimos libros -unos mejores, otros peores- que han planteado nuevas teorías y puntos de vista. Y aunque sigue siendo gracioso, Cómo ser mujer se ha quedado atrás, al menos para quienes hayan seguido interesándose sobre el tema.
Además, Moran tiene la premisa de hablar siempre desde lo que sabe, para lo bueno y para lo malo. Woody Allen sabe lo que se siente al ser un hombre judío neurótico y ella cómo se vive siendo una adolescente británica con sobrepeso en Londres en la última década del siglo XX. El problema es que los dilemas de esa joven en Cómo ser famosa no cambian en cada nuevo libro de la autora.
Esta vez el público al que se dirige está un poco desenfocado: tiene más de novela juvenil (sin que esto sea peyorativo) que de adultos. Es posible que los adolescentes de ahora hayan superado los dilemas que plantea, propios de aquella década. Los y las que fueron adolescentes en los 90 que busquen en Moran provocación feminista y política se encontrarán con un libro más cercano a Marian Keyes que a Owen Jones (de nuevo, sin que esto sea negativo). Continúa siendo ella, esa colega que siempre está dispuesta a irse de fiesta, pero sin montar tanto escándalo. Eso sí, sigue brindando ¡Salud!