El Banco Central Europeo (BCE) está convencido de que su apuesta para que la eurozona remonte -los tipos negativos para la tasa de depósitos y el programa de compra de deuda- está empezando a funcionar, pero que va a ser necesaria durante un período prolongado pues los riesgos a la baja persisten.
En las actas de la reunión del Consejo de Gobierno del BCE del 22 y 23 de enero, publicadas este jueves, se percibe un consenso generalizado en el máximo órgano de la autoridad monetaria sobre las últimas -y no libres de controversia- decisiones del anterior presidente, Mario Draghi.
El documento subraya que los efectos de estas medidas están empezando a percibirse en distintos niveles. "Los miembros vieron indicaciones de que el paquete de septiembre del Consejo de Gobierno se estaba transmitiendo de forma gradual a la economía", recogen las actas.
Asimismo, los miembros constataron que en consecuencia se han relajado de forma "sustancial" las "condiciones financieras", aunque reconocieron que la inversión sigue contenida.
El Consejo de Gobierno está convencido de que estas medidas acabarán repercutiendo en la inflación, que sigue sin embargo "lejos" del objetivo de la autoridad monetaria, por debajo pero cerca del 2 %.
La tendencia actual, prosigue el texto, no asegura que se avance en esta dirección, pese al leve repunte que se percibe últimamente en la inflación subyacente. La inflación armonizada en la eurozona repuntó hasta el 1,3 % en diciembre, pero en parte por la subida de los precios de la energía.
Los miembros, afirman las actas, "se mostraron seguros de la capacidad de las medidas de política monetaria para aportar el necesario estímulo monetario para apoyar la expansión de la eurozona y elevar gradualmente la presión sobre los precios locales".
Además, el sentir en el Consejo de Gobierno es que es preciso mantener las medidas a largo plazo. La opinión mayoritaria en el organismo es que la política monetaria "acomodaticia" sigue siendo necesaria por un "período de tiempo prolongado".
En primer lugar, por el renqueante crecimiento en la eurozona. Los miembros del consejo consideran que la economía del bloque parece estar estabilizándose -tras el considerable enfriamiento de finales del año pasado, con Alemania bordeando la recesión técnica- e incluso, indicaron, muestra ciertos signos de cierta recuperación gracias al sector servicios (mientras que la debilidad de la industria). Se advirtió frente al riesgo de ser "demasiado optimista".
No obstante, los riesgos "geopolíticos" internacionales persisten y pueden frenar la recuperación de la eurozona. El documento cita las crecientes tensiones en Oriente Medio y la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y la posibilidad de que, incluso en caso de acuerdo entre Pekín y Washington, Europa se vea perjudicada.
No se cita como factor desestabilizador al coronavirus de Wuhan, porque en esos momentos no se habían evaluado las posibles repercusiones económicas de la pandemia, pero su extensión está ya atenazando el crecimiento chino y, a través de las cadenas de valor trasnacionales, trasladándose en mayor o menor grado a la economía global.
También recoge el documento el interés de los miembros del Consejo de Gobierno de "continuar evaluando" las consecuencias del paquete de septiembre, "a la luz de los posibles efectos secundarios".
El Consejo de Gobierno subrayó que continuará con su programa de compra de bonos de 20.000 millones de euros mensuales "tanto tiempo como sea necesario para reforzar el impacto acomodaticio de su política de tipos de interés" y concluirlo "poco antes" de empezar a elevar los tipos de interés.