Las hasta ahora ajetreadas calles del Corso o Appia Nuova, algunas de las principales vías comerciales de Roma, viven ahora una situación inédita con las persianas cerradas de las marcas y cadenas de moda más importantes, desde Armani hasta Zara pasando por Calzedonia o H&M.
Los pocos viandantes que recorren estas calles se dirigen a farmacias o supermercados, comercios que sí funcionan a pleno rendimiento, pero el decreto del Gobierno italiano que obligaba a permanecer en casa lo máximo posible a toda la población ha hecho mella en los negocios de moda.
En los escaparates de Intimissimi, Tezenis o Geox unos carteles informan de un cierre durante "algunos días" y recuerdan la posibilidad de comprar por Internet, mientras que otras empresas como la de artículos deportivos Decathlon cierran de momento hasta el próximo lunes.
En Zara, sin embargo, todavía no hay ninguna aclaración en el escaparate, al igual que en otro gigante de la moda como la sueca H&M, marcas que han decidido el cierre aunque el decreto firmado el domingo por el Ejecutivo italiano no prohibía expresamente la apertura de tiendas de ropa.
Lo que sí que ha decretado esta nueva ordenanza es la necesidad de salir de casa lo mínimo posible y evitar aglomeraciones, algo que afecta especialmente a las empresas de moda, que también se han visto obligadas a cerrar los fines de semana.
Se suman a estas firmas otras como Kiko, Liu Jo, Boggi Milano, Luisa Spagnoli, Antony Morato o Geox, muchas de las cuales ya habían cerrado sus establecimientos en Milán y el norte del país y a que ahora lo extienden al resto de Italia.
Esta crisis, a diferencia de otras anteriores, está afectando intensamente también al lujo, como a Armani, que cerró todas sus tiendas y hoteles en Milán y Roma, Cartier o Mont Blanc, o la exclusiva Rinascente, el centro comercial con las firmas más lujosas de la moda italiana en la capital y que también bajó las persianas.
La patronal italiana Confcommercio cifra en más del 50 % el número de comercios cerrados en Milán, la capital de la moda italiana y una de las principales a nivel mundial, que en los primeros días de la epidemia tuvo que realizar su semana de la moda a puerta cerrada.
A las puertas de los comercios en Appia Nuova algunos curiosos se acercan a los escaparates, confusos por un cierre repentino, mientras que los pocos locales abiertos están prácticamente vacíos y los escasos clientes deben guardar la distancia de un metro entre ellos, algo que la mayoría cumple a rajatabla.
Lo mismo ocurre en la Vía del Corso, que normalmente es una de las calles más transitadas de Roma, y más en un día soleado y cálido como este de marzo, o las exclusivas Vía dei Condotti o Vía dei Babuini, adyacentes a la Piazza Spagna y donde se concentran las tiendas de lujo.
Ahora prácticamente no hay turistas y los romanos prefieren seguir las indicaciones del Gobierno, que lanzó la campaña Io Resto a Casa (Yo me quedo en casa) para evitar la propagación de un virus que ya ha dejado más de 10.000 contagiados y 600 muertos en el país más afectado de Europa.