Lucas Chancel (Francia, 1987) es economista y co-director del Laboratorio Mundial sobre Desigualdad de la Escuela de Economía de París, junto a Thomas Piketty y otros académicos. Acaba de publicar el estudio "Coronabonos con o sin Alemania" en el que propone que una serie de países (por ejemplo, Francia, Italia, España y Bélgica) mutualicen una emisión de un deuda que se dedique al pago de medidas relacionadas con la actual crisis, a la que se podrían incorporar los que lo desearan más adelante. 

Para ello, sugiere la creación de una Agencia Europea de Tesorería Solidaria que emitiría esta nueva deuda, que a su juicio debería representar aproximadamente el 5% del PIB de los países participantes en 2020 (o 250.000 millones en el caso de Francia, Italia, España y Bélgica).

Se establecería un esquema de pago de la deuda en un plazo de 4 o 5 años, con la ayuda de un nuevo Impuesto Europeo de Solidaridad del 30% sobre las ganancias de las multinacionales. 

En una entrevista con intercambios por correo electrónico con eldiario.es, Chancel defiende que es mejor si todos los países establecen un plan de salvamento unánime de la UE, "pero no podemos esperar a que todos los países estén de acuerdo: la Unión Europea puede haber explotado para entonces".

En su trabajo asegura que la recesión provocada por el coronavirus podría ser la peor en más de un siglo. ¿Cree que será también duradera, o ve alguna posibilidad de recuperación económica en 2021?

La duración de la recesión en Europa dependerá de la evolución de la pandemia. Si conseguimos controlarla sin un nuevo brote en otoño, reduciremos la duración de la crisis económica. Sin embargo, en Europa la crisis económica está también exacerbada por los desequilibrios estructurales en el corazón de nuestra unión económica. Por desequilibrios estructurales quiero decir, de hecho, una moneda única sin unión fiscal, sin un presupuesto significativo ni un gobierno económico claro y supervisado democráticamente.

Las lecciones de la historia reciente deberían hacer sonar la alarma. La crisis de las subprimes de 2008 se originó en los Estados Unidos. Allí es donde inicialmente golpeó más fuerte. Luego se extendió a Europa y duró una década. Cuando EEUU comenzó a recuperarse, en Europa estábamos limitados por la debilidad de la construcción europea: unidos en el lado monetario (el euro) pero actuando por separado en el lado fiscal y presupuestario. El efecto de esto fue terrible: una década perdida para Europa, económica y políticamente. El nacionalismo creció. Algunos países son más pobres hoy que en 2008, como Italia. Esto no se debe a la crisis subprime, sino a la mala gobernanza europea, o la falta de ella. Puede volver a suceder lo mismo. La buena noticia es que también podemos aprender de nuestros errores pasados. Seamos optimistas por voluntad incluso si nuestra razón nos invita al pesimismo.

¿Cree que la respuesta europea hasta ahora está respondiendo al reto? ¿En su opinión hay un peligro real para el euro y para la Unión Europea en esta recesión?

Hasta ahora la respuesta es no. Claramente no. El Banco Central Europeo ya hizo un largo camino y anunció algunas medidas históricas. Pero no puede resolver todo por sí mismo dado su mandato actual. También necesita que los Estados miembros intervengan en el juego. Hasta ahora, los Estados miembros y el Consejo Europeo de Jefes de Estado no han podido acordar un nivel mínimo de solidaridad fiscal. Esta es una receta para el desastre en los próximos meses.

La dificultad de una respuesta común está en parte en la negativa de Alemania y sobre todo Holanda para mutualizar su deuda o emitir los llamados coronabonos por no querer compartir los mayores problemas de España o Italia. 

La violencia de este virus tiene poco que ver con la mala gobernanza económica, aunque, por supuesto, el estado actual de los servicios públicos de salud es muy importante en la sensibilidad de los países al virus. Hay que recordar que los gastos de salud por persona disminuyeron en un 10% en España e Italia durante la última década debido a las medidas de austeridad. De hecho, estas medidas han sido aceptadas o incluso promovidas e implementadas por gobiernos de centro o de derecha (y a veces de izquierda), pero han sido impuestas en gran medida por los países del norte a través de la UE. Es debido a que estos países siguieron las pautas de la UE y redujeron el gasto público en sus hospitales que experimentan este nivel de crisis sanitaria.

¿Cuáles son ahora las consecuencias de la ausencia de acuerdo para los coronabonos?

La calificación de la deuda italiana se ha degradado a BBB (lo ha hecho la agencia de calificación de riesgos Fitch), que es la categoría de calificación de activos más baja antes de que sea tratado como "basura". El círculo vicioso está en marcha: la calificación se degrada, las tasas de interés aumentan, es más difícil para Italia pedir dinero prestado, su calificación se degrada aún más, etcétera. La falta de acuerdo sobre solidaridad y mutualización de la deuda en particular puede significar el fin de la Unión Europea, ni más ni menos. Esto es lo que los políticos en los países del norte (pero también en Francia) parecen no entender.

Ante este riesgo, usted propone una mutualización parcial de la deuda por parte de un grupo de países como España, Italia, Francia y Bélgica, sin el apoyo de Alemania y Holanda si es necesario, aunque dejándoles la puerta abierta ¿puede explicarlo?

Lo importante aquí es dejar siempre la puerta abierta a nuestros amigos alemanes y holandeses. Somos europeos y en pocos años todos deberíamos estar juntos en el mismo mecanismo de solidaridad. Pero no podemos esperar a que estos países estén de acuerdo en ser solidarios para detener el círculo vicioso que ha comenzado. ¿Cómo? Los países que lo desean (esto incluye Francia, Italia, España, Bélgica) podrían unirse y emitir deuda juntos. Esto se puede hacer mediante la firma de un tratado simple entre estos países. Al hacerlo, tranquilizarán a los inversores, que comprenderán que Francia no dejará caer a Italia, que estos cuatro países, que representan el 60% del PIB de la zona euro, aceptan alguna forma mínima de solidaridad. Déjeme ser claro. Francia no firmaría pagar las deudas italianas aquí, pero sí agrupar el coste de compra de la deuda (es decir, la tasa de interés de los bonos soberanos).

¿Pero por qué países como Francia o Bélgica aceptarían elevar la tasa de interés de su bono a diez años mientras España o Italia la reducen? ¿No puede pasar aquí como con Alemania y Holanda?

Si le dices a alguien, "haz esto, te costará mil millones de euros", es poco probable que la persona acepte. Si le dices: "si pagas mil millones de euros, ahorras 10 o 100.000 millones", entonces queda bastante claro que la persona debería hacerlo, y en realidad es probable que acepte. Si le dice a esa persona que, además de esto, su esquema generará nuevos ingresos a través de un impuesto a las multinacionales, entonces estás empezando a tener muchos argumentos muy buenos.

¿Y cómo se ahorrarían esos 10.000 o 100.000 millones?

Para un país como Francia, el aumento en el coste de la emisión de deuda en el caso de los bonos mutualizados con España, Italia y Bélgica (por ejemplo) es difícil de estimar con precisión. Pero las estimaciones preliminares sugieren que sería pequeño, probablemente inferior a 2.000 millones de euros en 2020 si Francia emitiera 50.000 millones de deuda, es decir, el 0,1% de su PIB.

Si Italia saliera de la zona euro, lo que sería una gran crisis dentro de esta crisis económica, el coste para Francia y Europa en su conjunto probablemente sería de diez a cien veces esta cantidad: 1% a 10% del PIB. En otras palabras, para Francia (y Alemania), la solidaridad no se trata solo de pura generosidad hacia sus vecinos (lo cual es importante), sino también de autoconservación.

Entre las opciones para hacer frente al coste de los coronabonos, usted habla de monetización, reestructuración o cancelación de la deuda, austeridad o medidas fiscales. ¿Cuáles cree que son las más adecuadas? Usted propone un nuevo impuesto europeo de solidaridad a los beneficios de las multinacionales.

La austeridad no es la forma de pagar las deudas, a menudo es la peor solución, ya que solo refuerza la crisis. Los impuestos son una gran parte de la solución, siempre que sean justos y contribuyan los que pueden contribuir. Por eso propongo un impuesto a las multinacionales. Puede recaudar un 1,5% del PIB, en un país como España, se podrían generar de 10.000 a 25.000 millones de euros. Esto es muchísimo. La idea es simple: las multinacionales evaden los impuestos porque pueden hacerlo, porque las gravamos sobre la base de los beneficios que reportan a las autoridades fiscales, que no son sus beneficios reales sino solo las ganancias en papel. Si se comienza a gravar a las multinacionales sobre la base de la actividad económica realmente realizada en un país, puede acabar este juego de evasión fiscal. Lo bueno es que se puedes hacer sin esperar el apoyo europeo completo (lo cual sería ideal), se puede hacer solo o con un grupo de países para empezar (es inmensamente mejor que no hacer nada al respecto, como es el caso ahora).

La queja habitual de las empresas es que una subida de impuestos les llevaría a abandonar el país donde se produjera para ir a otro 

Lo que todos debemos entender es que las multinacionales pueden evadir sus ganancias en las Bahamas, donde están sujetas a un impuesto del 0%. ¡Pero no pueden deslocalizar a los consumidores españoles, franceses o italianos allí! Tenemos el poder a través de nuestros consumidores, que son vitales para estas multinacionales. Continuarán vendiendo en nuestros países porque necesitan a nuestros consumidores y estos consumidores irían a las Bahamas a comprar productos multinacionales a un costo menor.

¿Qué opina de los problemas de reducción de recaudación por excepciones fiscales y erosión de las bases imponibles? Esa tasa a las multinacionales sería de 30%, pero en España se paga un tipo efectivo medio de impuesto de Sociedades del 21% o incluso del 9% si se calcula sobre la cuenta de resultados, aunque el nominal sea del 25%

El plan busca poner fin a las exenciones y la erosión de la base impositiva. En la situación actual en la UE cada país piensa que tiene interés en reducir sus impuestos para atraer inversiones. Pero al final todos pierden (en particular nuestros hospitales y escuelas, que carecen de financiación pública). En el plan propuesto, esta situación se termina porque los países gravan las ganancias donde se hacen, no donde se declaran. Es una pequeña revolución en las finanzas públicas, con amplias repercusiones (positivas) en nuestros servicios sociales.

¿Ha tenido alguna respuesta a su plan por parte de los gobiernos a los que menciona en su esquema de coronabonos para pocos países?

Todavía no. Pero espero que después de la cumbre europea de la semana pasada, donde se rechazó la muy ambiciosa y excelente propuesta española, habrá un creciente apoyo a las alternativas. El plan que defiendo es un "plan b" concreto para una mayor solidaridad en Europa. Una vez más, es mejor si todos podemos estar de acuerdo, pero no podemos esperar a que todos los países estén de acuerdo a la vez: la Unión Europea puede haber explotado para entonces. Por lo tanto, necesitamos un camino intermedio que comience con algunos países y al que otros se unirán más adelante.