El Banco Central Europeo (BCE) sigue defendiendo que es menos mala una recesión que un periodo largo de incrementos de los precios, que genere un círculo empobrecedor para empresas y familias. Bajo esta lógica, ha pulsado más que nunca el botón más visible socialmente por su reflejo en el euríbor: las subidas de los tipos de interés oficiales. Lo ha tocado hasta 10 veces consecutivas desde julio de 2022, hasta que decidió parar en su última reunión sobre política monetaria del 26 de octubre.
En todo este tiempo de lucha contra la inflación, el consejo de gobierno también ha pulsado otros botones, menos conocidos, pero que buscan el mismo efecto: encarecer los préstamos y endurecer el acceso a la financiación para ahogar la capacidad de invertir de las empresas y los Estados y el consumo de las familias.
Son los botones que tiene a su disposición aunque no vuelva a incrementar los tipos de interés, y entre ellos destacan la venta de los bonos de deuda (pública y corporativa) acumulados por la institución durante los últimos años, la devolución por parte de la banca de los préstamos baratos que le concedió para favorecer la recuperación de la actividad económica (tras las dos últimas grandes crisis) y la posibilidad de aumentar el coeficiente de reservas obligatorio de las mismas entidades financieras.
El BCE dejó de 'crear' dinero para comprar bonos de deuda con el programa de respuesta a la crisis de 2008 (APP, por sus siglas en inglés) en julio del año pasado, justo cuando inició las subidas de los tipos de interés. Desde entonces y hasta marzo de 2023, reinvirtió los vencimientos de la montaña de miles de millones de deuda pública y privada de la eurozona que había acumulado en su balance desde 2014 con este programa.
Ese mes de marzo de este año, dejó de realizar estas reinversiones. Pero todavía no ha decidido vender ninguno de estos bonos del APP, por lo que el balance del BCE apenas se ha reducido. Solo lo hace poco a poco, cuando los bonos van venciendo y la institución cobra los reembolsos a través de los bancos nacionales, como el Banco de España, en el caso de nuestro país (en conjunto se denomina Eurosistema).
Por otra parte, el BCE intensificó la “expansión cuantitativa”, como se la conoce en la jerga de la política monetaria [QE, por las siglas en inglés de Quantitative easing], con otro programa (el PEPP) para responder a la pandemia. Con este programa de emergencia dejó de 'crear' dinero en marzo de 2022. Eso sí, sigue reinvirtiendo los vencimientos de la deuda adquirida con este programa hasta el cierre de 2024 bajo un criterio de “flexibilidad”.
Es decir, priorizando a los estados de la eurozona con más desequilibrios en sus cuentas y que se financian más caro, para evitar una “fragmentación”. En otras palabras, para que países como España o Italia, que tienen mayores déficits y están más sobreendeudados, no tengan que pagar intereses muchísimo más altos que Alemania o Países Bajos (en definitiva, para que no se disparen las primas de riesgo).
El siguiente paso que podría dar el BCE respecto a su balance, donde está apuntada toda la deuda que ha adquirido, es reducirlo vendiendo bonos del APP antes de que venzan, lo que sería equivalente a una subida de los tipos de interés de los Estados y las empresas. "Pero los gobernadores de los países sobreendeudados de la eurozona, como Italia, se oponen a esta propuesta", dice Eric Dor, director de Estudios Económicos del IESEG School of Management.
"Otra forma de proceder sería abandonar la reinversión sistemática de los ingresos de los bonos mantenidos en el marco del PEPP que vencen y se reembolsan al Eurosistema. Pero el BCE se muestra reacio a prescindir de estas reinversiones porque son potencialmente una herramienta útil para contrarrestar cualquier especulación selectiva sobre las deudas soberanas de ciertos países", opina el profesor Eric Dor.
“Además, el Instrumento de Protección de la Transmisión [TPI, por sus siglas en inglés] está disponible para contrarrestar dinámicas de mercado desordenadas e injustificadas que supongan una grave amenaza para la transmisión de la política monetaria en todos los países de la eurozona, lo que permite al consejo de gobierno cumplir con mayor eficacia su mandato de estabilidad de precios”, ha destacado el BCE en sus últimas comunicaciones.
Este TPI es una suerte de botón de emergencia con el que la institución podría desplegar nuevas compras de deuda ante posibles colapsos. Una amenaza que principalmente existe en el sector financiero y sobre la que también apuntó, en referencia a los problemas de algunos bancos en Estados Unidos y en Suiza, que “el conjunto de herramientas de política monetaria está totalmente equipado para proporcionar apoyo de liquidez al sistema financiero de la eurozona si es necesario”, según la institución.
Otra herramienta a la que ha recurrido BCE para endurecer la política monetaria es la extinción de los préstamos baratos a la banca (con fecha límite para sus reembolsos al cierre de 2024), conocidos como LTRO o TLTRO, diseñados para elevar la liquidez del sector financiero y favorecer la concesión de préstamos, que ahora se pretende restringir.
Por último, la institución tiene la opción de elevar los coeficientes de reserva obligatorios de los bancos, desde el 1% actual. Una decisión que obligaría a mover el dinero que tienen aparcado en el propio Eurosistema y que se remunera según el tipo de interés de facilidad de depósito, que ahora está en el 4%. La principal referencia está en el 4,5%.