Cepsa, la segunda petrolera española, ha disparado este año los dividendos para sus principales accionistas, el emirato de Abu Dhabi (61,36%) y el fondo estadounidense Carlyle (38,41%), tras lograr en 2022 los mayores beneficios de su historia y vender este año cerca de la mitad de su negocio de Exploración y Producción.
Los resultados de Cepsa se han moderado mucho este ejercicio, por la depreciación del crudo y el gas, con pérdidas contables en la primera mitad del año. Pero el arranque de 2023 ha sido extraordinariamente lucrativo para los dueños de la energética.
Solo en marzo y abril los accionistas de Cepsa se han embolsado sendos dividendos por importe de cerca de 880 millones de euros, según cálculos a partir de las cuentas de la sociedad luxemburguesa con la que Carlyle vehicula su participación en la compañía.
Con ello, lo abonado por la petrolera a sus accionistas en dividendos se eleva ya a más de 1.400 millones desde julio de 2022, tras la explosión de los precios de los hidrocarburos por la guerra en Ucrania. A la espera de la decisión sobre el tercer dividendo de este año, que previsiblemente aprobará en diciembre, 2023 podría marcar un récord en la retribución de los socios de Cepsa.
El pasado ejercicio la compañía abonó a sus accionistas cerca de 583 millones en dividendos, un 11% más, en sendos pagos aprobados el 15 de diciembre (332,5 millones, a razón de 0,62 euros por acción) y en julio (250,3 millones), tal y como explica en sus últimas cuentas.
A esos pagos se suman otros dos dividendos abonados en marzo y abril y este año, según consta en las cuentas de Matador Bidco, la sociedad que Carlyle tiene en Luxemburgo para vehicular su 38% en Cepsa. En sus cuentas, formuladas el 28 de abril, explica que en marzo, su única participada en España (es Cepsa, aunque el documento no la nombra) le distribuyó un primer dividendo a cuenta por importe de 222,17 millones, "libre de retenciones fiscales".
A ese primer pago en marzo le siguió un segundo en abril, de carácter extraordinario, por el que Carlyle cobró otros 104,5 millones, lo que equivale a un pago total de 272 millones para el conjunto de accionistas. Este segundo pago, según fuentes del mercado, se explica por la venta, el pasado 15 de marzo, del negocio de Exploración y Producción de Cepsa en Emiratos Árabes a la francesa TotalEnergies. Esta operación, cuyo importe no se desveló, supuso la venta del 50% del negocio de Upstream de Cepsa.
El vehículo del fondo estadounidense explica en sus cuentas que, tras recibir ese dinero, ha decidido repartir este año otros 200 millones de dólares en dividendos a su único accionista, otra instrumental de Carlyle en el Gran Ducado. Esta, a su vez, conduce a una cadena de sociedades cuyo final, como suele ocurrir en el capital riesgo, acaba en el paraíso fiscal de Islas Caimán.
Matador explica en sus cuentas que se ha encontrado este año con "un exceso de flujo de caja" que se ha traducido en la amortización anticipada de 76,34 millones de dólares de un préstamo que esa instrumental contrajo con varias entidades en 2019, cuando Carlyle compró a Mubadala, el fondo soberano de Abu Dhabi, su paquete en Cepsa por 4.000 millones.
Esta lluvia de dividendos de 2023 llega después de que en 2022 la petrolera, que no cotiza en Bolsa y no anuncia su política de retribución al accionista, pulverizase su récord de ganancias, con 1.100 millones, un 66% más, como consecuencia de la subida exponencial de los precios del petróleo y el gas por la guerra en Ucrania.
Por su parte, los miembros del personal directivo de Cepsa duplicaron su retribución. Recibieron 14,197 millones entre fijo y variable, frente a los 7,634 millones de 2021, aunque las magnitudes no son comparables.
Cepsa dice en sus cuentas que "el incremento en la retribución del ejercicio 2022 se debe, fundamentalmente, al mayor número de personas que, en media, formaron parte de este colectivo", por cambios en su composición que la empresa no precisa, "así como al incremento de retribución variable, vinculada a los resultados del Grupo", que afirma, en 2021 todavía se vieron afectados por el COVID.
La compañía, como contó El Confidencial, reservó el año pasado casi 100 millones para un plan de incentivos aprobado en 2021. Cepsa no precisa el alcance, duración ni cuantía de ese bonus.
Los casi 900 millones que han cobrado solo en la primera mitad de este año los accionistas de Cepsa no tienen precedentes, con excepción de 2019, cuando Mubadala se embolsó dividendos récord de la petrolera, que ese año repartió cerca de 1.100 millones. La mitad correspondió a un pago en especie de 550 millones en octubre de 2019, justo antes de dar entrada a Carlyle, por la venta del 42% del gasoducto Medgaz a Naturgy.
A la espera del pago a cuenta que previsiblemente aprobará en diciembre, Cepsa puede rebasar ese récord de dividendos este año, si bien en 2023 sus beneficios han caído con fuerza por los menores precios del crudo y el gas y por el impacto que, asegura, ha tenido el impuesto extraordinario a las energéticas.
Un tributo "mal diseñado", según la compañía, que lo ha recurrido en los tribunales. En fuentes del sector aseguran que ese tributo le supone a Cepsa un 25% del beneficio, frente al 15% de Repsol y el 1% de Acciona.
Hasta junio, la empresa registró un beneficio neto ajustado (que mide específicamente el desempeño de los negocios) de 145 millones, un 69% menos con respecto a los 463 millones de 2022, y unas pérdidas netas de 393 millones, que atribuyó "principalmente a los cambios en las valoraciones de inventarios y el impacto del impuesto extraordinario sobre las compañías energéticas".
La multinacional, que este año ha aumentado sus inversiones en tecnologías limpias un 30% y ha hecho una potente apuesta por el hidrógeno verde, con inversiones de 8.000 millones hasta 2030. La compañía presentará sus resultados del tercer trimestre el próximo 16 de noviembre.
Cepsa ha mantenido hasta ahora un perfil bajo tras el acuerdo de PSOE y Sumar para mantener y readaptar el impuesto extraordinario al sector, a diferencia de Repsol, que ha amenazado con llevarse inversiones fuera de España tras ganar 2.785 millones hasta septiembre.
La Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP), a la que pertenecen Cepsa y Repsol, aseguró hace unos días que la prórroga de ese gravamen "pone en riesgo 16.500 millones de inversiones para la transición energética".
Según AOP, ese tributo "condiciona la capacidad de generar nuevas inversiones, ralentizando las estrategias de descarbonización de un sector clave" y "penalizaría la competitividad de la industria española, frente a operadores extranjeros e industrias importadoras".
La patronal asegura que mantener ese gravamen tendría un "impacto negativo" en el empleo, en el desarrollo de nuevas inversiones, así como en la autonomía y garantía de abastecimiento energético de España.