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Arabia Saudí y Emiratos buscan desplazar a Europa en la carrera por la inteligencia artificial

Arabia Saudí y Emiratos buscan desplazar a Europa en la carrera por la inteligencia artificial

Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) vuelven a hacer tándem en su propósito oficial de modernizar sus economías acelerando sus revoluciones tecnológicas y sus transiciones hacia las emisiones netas cero de CO2. Aunque en su trasfondo dejen traslucir episodios de lavado de imagen de inversiones y proyectos verdes que esconden, en realidad, transferencias de capital prioritarias de sus compañías energéticas hacia la industria de los carburantes fósiles.

Los petrodólares con los que se nutren sus onerosos presupuestos y sus fondos soberanos están detrás no solo de la adquisición al mejor postor de deportistas de elite a cambio de que participen en sus torneos alternativos, sino de sus proyecciones de marca-país vinculados a un crisol de hubs empresariales y financieros.

Una de sus últimas maniobras en esta dirección apunta al negocio de la Inteligencia Artificial (IA). Tanto Riad como Abu Dabi han activado sus instrumentos financieros soberanos para financiar modernas redes de infraestructuras e instalaciones logísticas de última generación en las que alojar los centros de datos de firmas tecnológicas con vocación internacional. Hay una carrera competitiva por el dominio global de la IA entre las dos superpotencias económicas -EEUU y China- y, con un peso más relativo, pero como tercer aspirante a este juego de tronos, Europa.

El dinero saudí y de la confederación de emiratos ya ha conseguido varios centros operativos a la demandante industria tech, como el que gestiona la firma californiana Equinix en Abu Dabi desde septiembre, o el que proyecta asumir cerca de Riad. Bajo unas directrices precisas: convertirse en líderes digitales de la región y adquirir el papel de potencia relevante capaz de romper el binomio Washington-Pekín en la era digital. El propósito es asumir ese estatus a través de los centros de datos. Sin ellos -arguyen- la IA no puede triunfar porque son su gran fuente de alimentación.

Confluencia inversora con la ‘industria tech’

El príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman (MbS) ha incorporado estas sedes inteligentes, con tecnología punta, servicios de innovación y facilidades de comunicación a su Visión 2030, su estratégico plan de modernización socio-económica y diversificación del país. Una propuesta quedará sujetas a las leyes saudíes, muy proclives a suprimir trabas burocráticas y controles de fiscalización al sector privado foráneo. Igual que EAU, que rivaliza con su vecino, y ya ha tomado ventaja a la hora de ofertar instalaciones digitales con el doble desafío de elaborar lenguajes de IA propios -de nuevo, con inmensas ayudas estatales- y de atraer emporios como OpenAI que dirige Sam Altman, fundador de ChatGPT, quien acaba de concluir una doble visita a Dabi y Riad.

En ambos mercados -informa Financial Times-, Altman ha negociado para su compañía fórmulas de inversión que garanticen las billonarias cantidades que, a su juicio, precisa el intensivo sector de la IA en todo el mundo. En sus contactos oficiales, Altman ha exigido, sobre todo, infraestructuras digitales y redes de datos acordes a las cadenas de valor a gran escala que van a poner en liza sus grandes emporios.

El road show del máximo ejecutivo de OpenAI no cayó en saco roto. En marzo, Abu Dabi reveló que su fondo de inversión en alta tecnología desplegará hasta 100.000 millones de dólares en el próximo trienio y el saudí avanzó conversaciones con el especialmente activo fondo de capital riesgo Andreessen Horowitz para colocar hasta 40.000 millones en proyectos de IA en “la región más amistosa para los negocios”, como la define Kamel Al-Tawil, director gerente de Equinix en Oriente Próximo y el Norte de África.

Aun así, el retardo de los países del Golfo Pérsico frente a Europa en acumulación de activos de centros de datos es notable. A finales de 2023, los EAU tenían 235 megavatios de capacidad y Arabia Saudí, 123, comparado con los 1.060 de Alemania, resalta la consultora DC Byte.

Sin embargo, Abu Dabi tiene comprometidos 343 y Riad 467 adicionales en los próximos años, que serán “determinantes” para asaltar el pódium global, explica un reciente estudio la firma de servicios profesionales PwC que estima la contribución de la IA a la economía de los EAU en 2030 en más de 96.000 millones de dólares y al PIB saudí en 135.000 millones, lo que situaría a ambos mercados inmediatamente detrás de China y de EEUU, por este orden, en la carrera tecnológica. Sin rencillas entre ellos, como anticipa Omar Al Olama, ministro emiratí de IA, quien descarta cualquier altercado bilateral: “No somos una amenaza para Arabia Saudí ni ellos para nosotros”.

Olama recuerda que la iniciativa Dubái Internet City empezó a construir centros de datos en el otro gran emirato de su país hace más de dos décadas, ya dispone de 52, que ha puesto en liza amplios planes expansivos para espacios de oficinas y que completa con redes inteligentes “excepcionales” que hacen de EAU “uno de los lugares con mayor oferta de equipamiento digital del planeta”, aclara Colm Shorten, director en Jones Lang LaSalle en la región a BusinessWeek.

Las autoridades emiratíes han entendido que el Big Data es “la piedra angular de la IA y el gancho para atraer multinacionales y startups americanas y europeas” asegura Davide Ortisi, de la firma Data Center Nation, que también destaca en esta táctica oficial las ventajas y exenciones fiscales ofrecidas en ambos casos a sus huéspedes tecnológicos extranjeros y Arabia sigue su estela muy de cerca, precisa.

Minerales raros en el Golfo Pérsico

No es la única tecla que han tocado con efusividad. Los dos petroestados han emprendido otra cruzada industrial, la de los minerales críticos, para la que también han dispuestos partidas milmillonarias de sus fondos soberanos. Foreign Policy lo describe en un reciente análisis en el que asegura que “han entrado de lleno en el negocio del litio, el cobalto o las tierras raras” que producen baterías de coches eléctricos y circuitos integrados para tecnología verde, y que “siguen las directrices de diversificación” de sus patrones productivos.

Ahmed Mehdi, director en Renaissance Energy, corrobora esta variante estratégica, aunque con un matiz elocuente: “No pretende reemplazar a los combustibles fósiles por las materias primas metálicas, sino disponer de un sillón preferencial en el selecto club de países y compañías con acceso al tablero geopolítico que genera la transición energética”.

“Arabia Saudí y EAU desean ejercer de actores protagonistas en el escenario energético futuro, donde la demanda de petróleo caerá, pese a sus intentos constantes y más o menos soterrados de prolongar su hegemonía”, avisa Gracelin Baskaran, del Center for Strategic and International Studies (CSIS): “hay dos nuevas fuerzas vivas en la aldea global”.

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