Las cifras récord en el número de viajeros y en el gasto que dejan en España empieza a dar señales de agotamiento de un modelo que no solo golpea a la vivienda, también al consumo de agua y de recursos naturales, al mismo tiempo que eleva el descontento de la población local
El presidente de Meliá cuestiona el despegue del turismo: "Hay que poner límites y frenar el desmadre" del alquiler
El sector turístico vive en la contradicción. Por un lado, celebra que España recibe el mayor número de turistas de la historia, que gastan más que nunca y elevan, año tras año, su aportación al crecimiento económico.
Por otro, el malestar social es cada día más patente. Los residentes no aguantan más los efectos colaterales de un turismo que no tiene freno y que afecta tanto al precio de la vivienda, por la creciente presión de los pisos turísticos, como al uso de los recursos naturales, como el agua, en un contexto de cambio climático. Un hartazgo que en los últimos meses ha quedado patente en protestas y manifestaciones, por ejemplo, en Illes Balears, Málaga o Canarias.
Esa oposición entre dos realidades se ha vivido en los últimos días en Fitur, la feria internacional que se celebra año tras año en Madrid, donde destaca, sobre todo, la turismoeuforia de una actividad económica que parece no tener freno. Sin embargo, algunos grandes operadores ya empiezan a cambiar el discurso y a decir que el posible que el sector se haya pasado de frenada, principalmente, porque este año pueden visitarnos 100 millones de viajeros internacionales –más los turistas internos que se mueven de una comunidad autónoma a otra– y es posible que España no esté preparada para seguir creciendo a este ritmo.
Aunque aún no son datos definitivos, España cerró 2024 con 94 millones de turistas de otros países. Es la cifra récord desde que hay registros, unos datos que corresponden a las estadísticas de movimientos turísticos en frontera que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). Por eso, a poco que vaya mejor el año 2025, la idea de que podemos llegar a 100 millones de visitantes parece factible.
“Soy extremadamente beligerante, no creo que los 94 millones de turistas sean una buena noticia. Hay que poner límites, se están tomando ciertas medidas para contener el alquiler vacacional, pero no son suficientes”, recalcó en Fitur Gabriel Escarrer, presidente y consejero delegado de Meliá, el mayor grupo hotelero español. “Tenemos que buscar clientes culturales, de congresos, gastronómicos, que son los que dejan dinero. Creo que no es sostenible seguir aspirando a crecimientos tan importantes. Estoy en contra de la meta de los 100 millones de turistas”, afirmó.
En esta dualidad de discursos, las administraciones no quieren hablar de cifras de turistas, ni de que esa meta de los 100 millones sea buena, pero lo cierto es que, una y otra vez, se repite el tirón que tienen los destinos españoles para los visitantes internacionales. Y se habla de cambiar el modelo, pero sin que se vean cambios radicales en el corto plazo. “Las cifras son realmente espectaculares y muy positivas”, reconocía hace unos días el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu, al anunciar que los turistas foráneos gastaron en España cerca de 126.000 millones de euros durante el año 2024. “Las cifras nos obligan a cuidar y mantener el modelo turístico, con un modelo de empatía con la sociedad y humildad porque el modelo tiene que ir mejorando”, asumió.
Sin embargo, no todo el sector es tan crítico. Por ejemplo, Abel Matutes, presidente de Palladium Hotel Group, que fue tajante al responder “no” a la pregunta de si hay que poner algún tipo de límites al turismo. “Hay sitios que, pese a depender del turismo, pueden estar cerca del punto de colapso, aunque esa no es la palabra”, aseguró a los medios de comunicación en Fitur. “Desgraciadamente, tenemos que tener en cuenta dónde se está molestando al residente y por qué. En Baleares y Canarias hay un problema con las viviendas vacacionales en edificios, donde se molesta a vecinos, se colapsa la ciudad y eso molesta. Pero el tema de si 94 millones de turistas son demasiados, no estoy de acuerdo”, aunque matizó que “se pueden ordenar mejor”.
Menos turismo local en los destinos más vacacionalesEl INE también publica datos sobre ocupación hotelera, donde figuran tanto viajeros residentes en otros países, como en España. La cifra de viajeros que se alojaron en hoteles –sin tener en cuenta otro tipo de alojamientos, como viviendas turísticas, campings o cruceros, por ejemplo– supera los 115 millones de personas. Principalmente, se decantan por hoteles, como se ve en el siguiente gráfico, pero crecen los alquileres que, en solo dos años han pasado de 7,2 millones de viajeros alojados a rozar los 11 millones.
Los turistas han despegado en número, pero los precios de los hoteles han crecido a mucho más ritmo. En concreto, desde la pandemia se han disparado más de un 33%. En cambio, se ha estancado la estancia media y se ha frenado el turismo local, el que se queda en España. Es decir, viajar es más caro, se está menos tiempo o se está optando por otros destinos. Al cierre de 2024, la estancia media rozaba las tres noches, cuando en 2018 rozaba las 3,2.
Según el INE, en el conjunto de 2024, la facturación media diaria de los hoteles por cada habitación ocupada fue de 121,5 euros por noche.
Más allá de los precios y de cómo crece el número global de viajeros que vienen a España, la segmentación por territorios permite comprobar que hay zonas especialmente turísticas, aquellas donde crece el número de visitantes en los meses estivales, donde el número de viajeros españoles que cambia de comunidad autónoma en verano se han recortado o se han estancado a lo largo del último año, lo que estaría vinculado a la evolución de unos precios que no son aptos para todos los bolsillos.
Esas caídas se ven en el conjunto de Andalucía, Comunitat Valenciana y Catalunya, mientras que se han estancado en Illes Balears y Canarias.
Las comunidades donde el turismo sube en vacacionesNúmero de viajeros alojados en hoteles para cada comunidad residentes en España y viajeros con residencia en el extranjero
Las de la España verde Las del turismo de interior Las que reciben turistas todo el añoFuente: INE
También se ha recortado ligeramente el número de viajeros españoles que van a una de las comunidades 'verdes', Cantabria, que despegó después de la pandemia. En cambio, crecen en Asturias, Euskadi y Galicia, donde también avanza el número de visitantes extranjeros.
Y lo mismo sucede con el turismo interior, con comunidades como Castilla-La Mancha, Castilla y León o Extremadura, en las que las cifras totales de visitantes son menores que las registradas en destinos mayoritariamente turísticos, como las costas, pero donde sí se ve que están registrando un aumento de viajeros españoles a lo largo de los últimos 12 meses, en los que también ha crecido el número de turistas extranjeros.
¿Y estamos preparados para crecer más o hay que poner límites?Las cifras de los últimos años dejan claro el crecimiento constante y el sector habla de seguir avanzando. “En Fitur se muestra euforia por aumentar las cifras y despreocupación, parece que no aprendimos nada del contagio con la pandemia, cuyo vector fueron los viajes turísticos internacionales”, señala Macià Blázquez-Salom, catedrático de Geografía en la Universitat de les Illes Balears. “Tampoco parece preocupar la contribución del turismo a la emisión de gases de efecto invernadero, que se calcula que está por encima del 8% del total; o la inversión en construcción relacionada con el turismo, su relación con el sector inmobiliario, porque el mayor propietario de camas hoteleras en España es un fondo de inversión”, apunta en referencia al gigante Blackstone. “O lo que se está haciendo con la vivienda y el alquiler turísticos, que muestra lo que suponen los grandes tenedores y la mercantilización de la vivienda”, que es uno de los efectos más evidentes.
“El turismo empezó a ser motivo de rechazo cuando comenzó a filtrarse en la vida cotidiana de la gente. Cuando estaban en hoteles o en apartahoteles, la segmentación hacía que fuera más fácil la convivencia, porque en muchos momentos no la había, no afectaban al residente en el día a día”, argumenta Asun Blanco, profesora de Geografía en la Universitat Autònoma de Barcelona. “Ahora se habla de crecer todo el año, con la desestacionalización, pero esta pasa por aumentar turistas en otras épocas del año, no de repartirlos mejor. Y no se está solucionando con un empleo de más calidad y mejores condiciones”, añade la también coordinadora del grupo de investigación TUDISTAR, de Turismo y dinámicas socioterritoriales.
Sobre el empleo, CCOO presentó en Fitur un informe que refleja que mientras el salario bruto en España se situó en 2023 en una media de 2.273 euros, los empleados de la hostelería apenas alcanzan un promedio de 1.818 euros mensuales. Y UGT ha reclamado que los beneficios récord de las empresas y de la hostelería se trasladen a los salarios de las personas trabajadoras.
En cuanto a los recursos, “ya hay un problema de sobreexplotación y habrá un momento en el que no seamos capaces de afrontar los daños”, indica Ricardo Urrestarazu, profesor de Política Económica en la Universidad Málaga y doctor en Turismo. “Los recursos naturales no son infinitos, sobre todo el agua”. Pone como ejemplo el territorio malagueño, donde los veranos son más calurosos y los inviernos han desaparecido, mientras que el consumo de agua crece, no solo por el turismo, también por el cultivo de alimentos en teoría tropicales, como el aguacate, que han sido un polo de atracción para los grandes inversores.
Júlia Isern, embajadora del Pacto EU por el clima, pone ejemplos más allá de la vivienda que han acrecentado el malestar en el caso de las Illes Balears. “Lo vemos en el consumo de agua, porque, en momentos de sequía, hay pueblos con restricciones, mientras los hoteles no las tienen. La explotación de los recursos se ha llevado al mar, con motos de agua, botes recreativos, 'party boats'. No hay más despacio”. “Las depuradoras en Mallorca, como hay población muy desigual en invierno, en verano no dan abasto. Se ve en las carreteras, en Menorca, en invierno hay una autovía que es suficiente y en verano se colapsa. Y lo vemos igual con el transporte público”, enumera.
Puede llegar un momento en el que no se pueda tirar más de la cuerda, también, por los precios. “Las cosas se acaban ajustando y, o se ajustan de forma organizada, que a veces se tacha de intervencionismo y se ponen límites, no concediendo nuevas licencias a las viviendas turísticas o a los hoteles; o se acabará ajustando de otra manera, porque no habrá recursos o porque el nivel de precios hará que no se puedan pagar”, explica Ricardo Urrestarazu. Cita la menor afluencia de turismo español a Málaga, hasta ahora compensada con creces por el extranjero. “Hay países europeos, que son nuestros clientes, que tienen problemas económicos y pueden seguir viajando, pero llegará un momento donde se planteen otras alternativas”, de destino.
Además, de poner límites a las licencias, Asun Blanco reclama el fomento de otros sectores económicos, para dejar de ser un “monocultivo del turismo”. Y “el uso de las tasas turísticas, porque al turista le va a dar igual pagar cuatro euros por noche, porque las están pagando en toda Europa” y “que se vea qué se paga con esas tasas”. “Por ejemplo, si se ponen más autobuses que se financian con la tasa turística, que se vea y se diga, para que la gente sepa que las tasas tienen un efecto positivo”.
Y no solo vender el turismo de calidad como el de lujo y el que paga más por alojarse o salir a cenar. “Para mí la discusión tendría que estar relacionada con qué denominamos turismo de calidad, que tiene que ser aquel que proporcione bienestar a la población local y con una distribución más equitativa de los beneficios”, sentencia Macià Blázquez-Salom.