La sociedad de cabecera de Porsche analiza operaciones para crecer en el sector, tanto en Alemania como en otros mercados, y Volkswagen valora la venta fábricas para destinarlas a la producción militar
La UE asegura que está “preparada” para dar una “respuesta firme y proporcionada” a los nuevos aranceles de Trump a los coches
Alemania ha dicho adiós a la austeridad con una reforma de la Constitución que allana un millonario plan de gasto en defensa.
Ese cambio de prioridades pone en el foco a los grandes fabricantes del sector, como Volkswagen, que en los últimos meses ha cerrado un plan de reestructuración que pasa por recortar 35.000 puestos de trabajo hasta 2030, pero de forma pactada y sin cierres de fábricas. Algunas de estas, las que tienen una perspectiva de futuro menos clara para la fabricación de coches, ya suenan como posible vía para acelerar la producción de material militar.
De momento ya hay un nombre empresarial que se ha posicionado claramente: Porsche SE. Esta firma es la sociedad de cabecera del fabricante de coches de lujo que, además, controla casi el 32% de las acciones de Volkswagen y –por la estructura de capital alemana– más del 53% de los derechos de voto del gigante automovilístico. Hace unas semanas, la sociedad de inversión de la familia dueña de Porsche, ya apuntó que tiene intención de diversificar mucho más sus inversiones, que también comprenden empresas de movilidad como Flix o los drones de Quantum Systems. Ahora, ha ido un paso más allá y ha reconocido que entre sus prioridades está la inversión tanto en defensa como en infraestructuras, según explicó en una conversación con analistas.
“En línea con nuestras inversiones y nuestra estrategia de diversificación, Porsche SE está monitorizando continuamente posibilidades de inversión, tanto en los segmentos donde ya está como en nuevos”, explica un portavoz de la compañía a elDiario.es. Y no solo quiere invertir en su país, sino que también baraja otras opciones. “No descartamos el sector de defensa e infraestructuras, pero tampoco nos centramos explícitamente en él. Además, las posibles inversiones en este sector no se limitarían al mercado alemán”, añaden las citadas fuentes, sin aclarar más objetivos.
Este cambio de prioridades, como también ocurre con otras automovilísticas y empresas germanas, trae ecos del pasado, porque algunos de los grandes apellidos de la industria alemana engordaron sus fortunas gracias a los contratos militares sellados con el Tercer Reich.
El futuro de las fábricas de VolkswagenEn el caso de Volkswagen, en las últimas semanas se baraja la opción de que alguna de sus plantas –o varias– pasen a manos del mayor contratista de defensa germano, Rheinmetall. El consejero delegado de esta última, Armin Papperger, ya ha reconocido que les encaja la factoría de VW en Osnabrück, situada al oeste de Alemania. Papperger la calificó como “muy adecuada” para sus necesidades de producción. “Antes de construir una nueva fábrica de tanques en Alemania, por supuesto, la estudiaremos”, aseguró a los medios germanos, aunque matizó que las negociaciones y la decisión dependerán de si Rheinmetall cierra contratos a largo plazo con el Ejecutivo.
La contraparte, Volkswagen, también se ha mostrado abierta a negociar. “Estamos abiertos a un uso posterior sensato” de estas instalaciones, aseguró su consejero delegado, Oliver Blume. Lo que no baraja la multinacional dueña de marcas como Seat y Cupra es estar directamente implicada en la producción de tanques y armamento, aunque, a día de hoy, tampoco es completamente ajena al mundo de la defensa.
Un portavoz de Volkswagen señala a elDiario.es que al ser “uno de los mayores fabricantes de automóviles y vehículos comerciales del mundo” sus enseñas “producen principalmente para el mercado civil”. “Los productos para uso militar o los que pueden utilizarse tanto para fines civiles como militares –los denominados productos de doble uso– constituyen solo una pequeña parte de nuestra gama de producción”, reconoce la multinacional automovilística. “Por principio, siempre se entregan tras un examen detallado de los requisitos de la legislación de exportación y en estrecha coordinación con las autoridades supervisoras competentes”, argumentan las citadas fuentes.
En cambio, Volkswagen descarta que vaya a embarcarse, directamente, en la producción armamentística. “La especulación sobre la posibilidad de que Volkswagen también produzca armas en el futuro es completamente infundada”, añade la compañía.
De momento, Volkswagen busca soluciones para alguna de sus plantas con menos planes de producción a futuro y, en paralelo, ve cómo la decisión de Donald Trump de imponer aranceles se lleva por delante buena parte de su valor en bolsa. Desde mediados de marzo, cuando la administración republicana aceleró su estrategia de choque comercial, sus acciones caen más de un 12% y dejan la valoración de la automovilística en algo más de 50.400 millones de euros. Como comparación, todo lo contrario ocurre con Rheinmetall que, en ese mismo periodo de tiempo, se ha revalorizado casi un 25%. Pero si se ve desde que Trump ganó las elecciones en noviembre del año pasado, la empresa armamentística ha despegado un 180% y ya vale más que Volkswagen, porque roza en la bolsa germana los 57.000 millones de euros.