El líder de UGT anima a salir a la calle el Primero de Mayo contra "la Internacional del Odio" y advierte a los partidos de la presión sindical para que salga adelante la reducción de la jornada laboral
El próximo Consejo de Ministros aprobará la ley de reducción de la jornada laboral
Este Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, Pepe Álvarez (Belmonte de Miranda, Asturias, 1956) siente que es más transversal que nunca, que alcanza a toda la población.
“Les incumbe siempre, pero este toca de lleno a casi todos los colectivos que durante años hemos ido conquistando parcelas de libertad, de igualdad”, sostiene el secretario general de UGT. Donald Trump y “su Internacional del Odio” amenazan no solo nuestra economía y trabajo, sino nuestro modelo de gobernanza, el famoso Estado del Bienestar europeo, asegura. “Quieren cambiar nuestra sociedad”, advierte.
El líder sindical abordar en esta entrevista cómo enfocan las centrales mayoritarias de trabajadores el día grande del movimiento obrero, con una mirada internacional “e ideológica”, pero también aterrizando en algunas medidas laborales de máxima actualidad, como la ley de reducción de la jornada laboral. “Los parlamentarios tienen que empezar a asumir la presión de la calle”, afirma.
Este Primero de Mayo, los sindicatos CCOO y UGT han primado una mirada más internacional. ¿Por qué?
Internacionalista e ideológica. No se entendería que dejáramos de situar en el centro del Primero de Mayo lo que ocurre en el mundo, que seguramente desde la Segunda Guerra Mundial nunca había afectado tanto en términos económicos, no bélicos todavía, al conjunto del planeta. Hay que situar a la inmensa mayoría de los ciudadanos y las ciudadanas que este Primero de Mayo les incumbe. Les incumbe siempre, pero este toca de lleno a casi todos los colectivos que durante años hemos ido conquistando parcelas de libertad, de igualdad. Contra todo eso va la guerra ideológica de Trump y de su Internacional del odio. No solo quieren la política arancelaria, que es la parte visual. En realidad, lo que quieren es cambiar nuestra sociedad.
En nuestra casa también está ocurriendo con la falta de financiación de las universidades públicas y ese intento de dejarlas morir por inanición. Por eso, este Primero de Mayo tienen una cita las personas migrantes, las mujeres y los hombres que crean en la igualdad, en el Estado del Bienestar, que quieran que sus hijos tengan igualdad de oportunidades, los jóvenes que estén buscando futuro, que quieran trabajar con derechos o tener acceso a una vivienda, y por supuesto, los colectivos LGTBI, que seguramente piensan que algunas de las conquistas históricas son irreversibles y no hay nada que sea irreversible.
En UGT mencionan mucho esa “internacional del odio”, cuyo discurso replica en España sobre todo Vox, pero también se extiende a otras formaciones de derechas contra lo ‘woke’. ¿Temen que ese discurso cale en España? ¿Que pueda convencer a población precaria cuando les dicen que sus problemas radican en la llegada de migrantes o en las medidas de igualdad en detrimento de otras políticas?
Justo hacemos estas movilizaciones en España, en torno a unas 50 en todo el país, porque no queremos que cale. Si no hacemos nada, los riesgos existen. No creo que nuestra sociedad sea tan diferente de la francesa, donde ha calado con una cierta profundidad, ni de la italiana, por ejemplo.
Es un intento de hacer pedagogía. Sé que hay muchos agricultores que están molestos porque las políticas medioambientalistas les han hecho mella, y seguramente que la implementación de algunas de ellas se han hecho sin tener demasiado en cuenta los problemas del medio rural. Pero hay cuestiones imprescindibles, el cambio climático lo es, nuestra relación con el medio ambiente tiene que cambiar, aunque algunas veces nos genere inconvenientes. El bien es superior al inconveniente.
Además, insiste en que estos discursos luego van acompañados de políticas que no benefician precisamente a los colectivos desfavorecidos.
Hay que decir claramente que en Estados Unidos los servicios sanitarios mínimos que tenían las clases populares se están desmontando. Hemos visto a investigadores explicar que la investigación en relación con algunas enfermedades cancerígenas ya se ha parado y otras se van a parar. En Argentina hemos visto cómo personas se mueren porque estaban recibiendo un tratamiento médico que con la llegada de Milei se lo ha suspendido.
Ha llegado la hora de que se ponga todo esto blanco sobre negro. Y la gente, mientras pueda, decidirá con su voto. Y digo mientras pueda, porque esta Internacional del Odio también cuestiona el derecho del voto universal. Por tanto, puede que haya personas que digan ‘vamos a probar estos a ver qué hacen’ y su pretensión es justamente que no tengan derecho a volver a probar otra cosa, que no puedan volverse atrás.

Sobre la guerra arancelaria impulsada desde EEUU, ¿qué perciben en los centros de trabajo? ¿Hay preocupación?
La primera percepción fue de gran preocupación. Después, como cada 24 horas no se sabe muy bien qué es lo que dice (Trump), en estos momentos hay preocupación, pero con una cierta expectativa de ‘a ver qué pasa’. La globalización es una realidad y, por tanto, las cosas que pasan en EEUU y en China nos afectan. Por eso es tan importante que reforcemos la Unión Europea, que tiene que ser un paraguas para los europeos, pero por extensión también para el mundo civilizado.
Hay países muy importantes como Canadá, como los países asiáticos, algunos del continente africano, con los que Europa puede y debe iniciar ese proceso de política internacional común. No va a ser fácil porque en la Unión Europea hay muchas voces, porque también está dentro la Internacional del Odio, pero yo soy bastante optimista.
¿Por qué es optimista? ¿Cree que esto puede convertirse en una oportunidad para Europa?
Oportunidad, seguro. Europa solo ha avanzado cuando ha tenido complicaciones. No hay ningún otro momento de nuestra historia que hayamos dado un pasito si no es como consecuencia de una pandemia, de la agresión de Rusia a Ucrania... Ahora yo creo que no va a ser diferente. Y me provoca optimismo la manera tan zafia, tan obscena, del gobierno americano al plantear sus políticas. Porque creo que hay muchos europeos, incluso votantes de Vox o de Marine Le Pen en Francia o de Meloni en Italia, que están pensando que esto ya no es ninguna broma. Aquí hay gente que levanta la mano y hace el saludo fascista, gente que no tiene rubor en plantearse elementos claramente del movimiento nazi.
Creo que en el resultado de las elecciones alemanas, que no se han analizado mucho, la aparición de Elon Musk no les ayudó mucho [al partido de extrema derecha AfD], sino todo lo contrario. O por ejemplo es curioso el rechazo que vemos al coche Tesla, no solo en Europa, sino también en Estados Unidos. También tengo esperanza de que haya un cierto rebote dentro de Estados Unidos, que es una democracia que tiene algunas ventajas, muchos equilibrios, incluido el judicial.
Este sería un gran momento para que la Comisión Europea propusiera un impuesto para la defensa. Y que alemanes, daneses, italianos, por citar algunos, pudiéramos discutir que en este momento histórico vamos a dedicar unos recursos comunes para este tema
Dentro de la respuesta europea, también es protagonista el gasto en defensa. ¿Cómo valora el aumento anunciado por el presidente Pedro Sánchez al 2% del PIB este año? ¿Ve factible que esa gran cantidad de dinero, 10.500 millones, no afecte ni merme políticas sociales?
Primero, me gustaría hacer un comentario en relación con la defensa y la Unión Europea. Si queremos vertebrar la Unión Europea necesitamos una política de defensa común y eso también incluye el desarrollo de la industria de la defensa. Esta política que desde la Segunda Guerra Mundial se viene desarrollando de que el bloque de la OTAN y algunos países más solo tenemos un proveedor, o casi, que se llama Estados Unidos, se tiene que acabar. Porque la autonomía también pasa por que Europa fabrique sus propios aviones y tenga su propia tecnología. Eso generará actividad económica, investigadora y es una de las de las cuestiones que creo que ayudará a vertebrar la Unión Europea.
El norte siempre ha visto Europa solo a ratos y ahora es una gran ocasión para que tengan una cierta cura de humildad, porque sus fronteras son las que efectivamente tienen más cerca las dificultades de defensa. Creo que no tenemos que actuar como ellos han hecho en algún momento, sino que tenemos que hacer lo contrario. Tenemos que asumir que en estos momentos son las del norte, pero mañana pueden ser las del sur. Aunque no estoy diciendo que solo haya que vertebrar la UE con la defensa, hay muchas otras políticas para ello, como la fiscalidad o la medicina, como vimos tan necesaria en la pandemia.
Este sería un gran momento para que la Comisión Europea propusiera un impuesto para la defensa. Que alemanes, daneses, italianos, franceses, belgas y holandeses, por citar algunos, pudiéramos discutir que en este momento histórico vamos a dedicar unos recursos comunes para la defensa en el conjunto de la Unión Europea. Creo que eso nos concienciaría más, nos situaría en el momento en el que estamos.
¿Y volviendo al aumento del gasto en España?
Volviendo a España, quiero ver exactamente dónde van los 10.000 millones de euros. Yo, por ejemplo, soy de los que digo claramente que el ejército español está mal pagado. Pero en este contexto, con una debilidad parlamentaria del gobierno y un fraccionamiento absolutamente brutal, a mí me hubiera gustado mucho más que el presidente del Gobierno hubiera convocado una mesa con las organizaciones sindicales y las organizaciones patronales, y en paralelo una con las fuerzas políticas que quieren participar en este proceso porque efectivamente piensan que el tema de la defensa es un tema crucial.
También hay que reconocer que esto da lugar a una demagogia absolutamente injustificada. Como que obedecemos órdenes de Trump. No, es todo lo contrario. Si hay un gobierno en la Unión Europea que ha plantado más cara a las políticas de Trump es el español.
En los últimos días hemos visto nuevas crisis dentro de la coalición. ¿Creen que el gasto en defensa puede originar una crisis definitiva en el Gobierno?
Los partidos políticos que han formado parte y que forman parte del actual gobierno deberían de ser plenamente conscientes de que, más allá de puntuales cabreos, algunos seguramente justificados, hay un balance de cinco años que es extraordinariamente positivo. Y eso le corresponde a Podemos, a Sumar, a Izquierda Unida y a todos los partidos que han formado la coalición de gobierno. También en buena parte a Esquerra Republicana, a Bildu o al PNV.
Es fácil ante una situación como la que estamos viviendo, con un movimiento pacifista que va a aparecer en toda Europa sin ningún lugar a dudas, y que será muy respetable y respetado, pensar que ahí hay una fracción desde el punto de vista electoral que hay que explotar. Es una tentación.
Yo, humildemente, pienso en Comisiones Obreras y la UGT. Somos dos sindicatos y ¿pensamos igual? No siempre, porque somos dos organizaciones sindicales, nos presentamos a elecciones y competimos, pero intentamos preservar un bien superior, que es la unidad de los trabajadores y las trabajadoras de nuestro país. Y la gente nos lo agradece. Ahí están los datos, los trabajadores de este país votan en las elecciones sindicales y en el último proceso electoral Comisiones Obreras y la UGT hemos avanzado más porcentualmente que el resto de sindicatos

No aprobar la tramitación es pegar una bofetada a más del 66% de la población de este país que quiere que se reduzca la jornada
El Consejo de Ministros va a aprobar finalmente el próximo martes en segunda vuelta la ley para la reducción de la jornada labora. ¿Qué perspectivas tienen de la tramitación parlamentaria?
Nosotros no podemos esperar más. La legislatura avanza y ya va a ser complejo que se apruebe en 2026. Queremos que los parlamentarios empiecen a asumir la presión de la calle. Que sepan que en este Primero de Mayo también les vamos a decir claro y alto que esto va a ser como una maldición bíblica. Que los vamos a perseguir, en el mejor sentido de la palabra, pero que van a tener que responder, los vamos a interpelar. Y seguramente que hay muchas mujeres que trabajan de cajeras en los supermercados, muchos camareros y muchos trabajadores de la seguridad privada que van a decidir su voto también en función de eso.
No hay razones para que no se lleve la jornada a las 37 horas y media a la semana, y menos para que no se debata en el Congreso de los Diputados. Porque no hablamos de que se apruebe, hablamos de que se tramite. No aprobar la tramitación es pegar una bofetada a más del 66% de la población de este país que quiere que se reduzca la jornada. Entraremos en el trámite parlamentario, veremos las discusiones y creo que hay un campo de negociación con la CEOE que se tiene que volver a abrir.
Hay varias resoluciones europeas en contra de la indemnización por despido en España. ¿Hacia dónde deben ir los cambios en opinión de UGT?
Nosotros seguramente en los próximos días vamos a pedir al Comité de Derechos Sociales de Europa que ejecute nuestra resolución. Ha pasado un año y nos parece lo razonable. Hemos estado sin emperrarnos mucho en la mesa hasta ahora porque queríamos ver qué decían los tribunales. Hay que decir que hay una parte muy importante de los jueces, prácticamente todos, que están considerando las razones del Comité de Derechos Sociales, la Carta Social Europea, y empezamos a tener múltiples sentencias que sitúan que el despido no puede estar tasado solo por unos días de indemnización al año.
¿Qué queremos? Sería muy bueno que podamos clarificar este tema con la patronal en el diálogo social, con un cambio legislativo para que los jueces tengan algunos caminos situados. Nuestra posición es que hay que restaurar los salarios de tramitación, que en estos momentos impiden que incluso haya gente que presente demanda, porque es tan largo y cuesta dinero, que ni siquiera lo hacen. Y también creemos que el derecho de readmisión en el despido debe ser del trabajador y no de la empresa.
La siniestralidad laboral ha empeorado, con un aumento de las muertes de trabajadores en el último año. ¿Qué medidas son indispensables para reducir los fallecimientos en el trabajo de cara a la ley que se negocia con el Ministerio de Trabajo?
Hay una primera que ha quedado muy patente en el accidente de la mina en Asturias que es el control. Si la Administración da una autorización para que se haga un trabajo, tiene que controlar que así se hace. Nosotros tenemos un problema muy serio que es el peso de los sindicatos en el control de la seguridad y salud en el trabajo. Nuestros delegados de prevención viven gracias al esfuerzo que hacemos desde los sindicatos para formarlos, para darles recursos, y eso no tendrían por qué hacerlo las organizaciones sindicales, debería ser el propio Estado. Creo que la ley tiene que dotar de delegados sectoriales y territoriales, que tengan poder, es decir, competencias para entrar en las empresas.
Hay que acabar con la impunidad. Las empresas saben, sobre todo las pequeñas y las medianas que no tienen representación sindical, donde se producen la inmensa mayoría de los accidentes de trabajo, que no es muy fácil que les toque una inspección. Eso debe cambiar. Y luego la ley tiene un capítulo absolutamente imprescindible con las enfermedades mentales, que han irrumpido en las relaciones laborales con una gran virulencia y la legislación en esa materia casi es cero.