Los ministros de Comercio de la UE se reúnen en Bruselas para abordar la guerra comercial con EEUU cuando asumen que al menos una parte de los aranceles de las exportaciones se mantendrán para compensar la reforma fiscal de Trump
La UE asume que Trump mantendrá los aranceles y avanza un plan para equilibrar el impacto
La UE contuvo la respiración con la espiral arancelaria en la que cayeron Donald Trump y Xi Jinping hace unas semanas cuando anunciaban gravámenes como si de una partida de mus se tratara.
“En materia comercial, la UE a veces es más despreciable que China”, afirmó Trump en una de sus últimas comparecencias públicas. El presidente estadounidense no soporta que haya un desequilibrio comercial de 50.000 millones de euros en beneficio del Viejo Continente y quiere igualar la balanza. Sin embargo, aún no ha dado el visto bueno a las propuestas que le ha hecho llegar a la Casa Blanca el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, que pasan, entre otras cosas, por aumentar las importaciones de EEUU, especialmente con la compra de gas.
“Por el momento los contactos no han arrojado avances significativos, hay negociaciones avanzando con otros socios comerciales (como Reino Unido o China), pero con la UE van más lentas y no están dando frutos”, reconocen fuentes europeas. La Comisión Europea ha reclamado ya tanto en público como en privado a sus interlocutores de la Administración Trump “claridad” respecto a lo que esperan sacar de esas negociaciones que comenzaron ya hace más de un mes, es decir, que ha pasado una tercera parte del tiempo que dura la tregua parcial decretada por Trump.
Con las declaraciones de Trump, su constante desprecio hacia sus aliados europeos, que no sólo representan el primer gran socio comercial de EEUU sino que comparten el paraguas de seguridad a través de la OTAN, la interpretación inicial es que Washington ningunea a Bruselas. Y no es un análisis incierto; pero, ¿y si ir a la cola de las negociaciones no es tan malo como a priori parece?
Anticipar el encaje del puzle“Se han anunciado acuerdos con Reino Unido y un principio de acuerdo con China. Hemos sacado información valiosa de lo que ha ido trascendiendo”, señalan esas fuentes, que apuntan a que entre las lecciones que han extraído los responsables de comercio de la UE es que “el arancel universal del 10% tiene visos de ser permanente”. “Nos da idea de elementos de negociación y nos va permitiendo encajar las piezas”, agregan esas fuentes sobre los países que han sido la avanzadilla.
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, reconoció en una rueda de prensa en Bruselas este martes que las empresas europeas dan por hecho que tendrán aranceles efectivos en sus operaciones con EEUU de forma “estructural”: “En línea con lo que esperan nuestras empresas parece que podemos esperar una mayor fragmentación”.
De hecho, la tregua arancelaria es parcial. La UE paralizó las medidas de represalia con las que iba a responder a EEUU por el golpe al aluminio y el acero, y no ha puesto en marcha ninguna para responder a la tasa del 25% a los vehículos, pese a que el castigo por la parte estadounidense se mantiene y la pausa de 90 días decretada por Trump apenas afecta a un 10% del arancel universal anunciado.
La UE, por tanto, va asumiendo que la relación no va a ser la misma que antes al menos en el corto y medio plazo, y en buena medida consideran que Trump buscará en los aranceles la recaudación con la que equilibrar el recorte de impuestos que pretende acometer con su prometida reforma fiscal. Pero lo que subrayan algunas de las fuentes consultadas es que tener eso claro permite prepararse con antelación. Esa es la estrategia que está detrás de las “medidas de reequilibrio” que anunció Bruselas el pasado 8 de mayo y que supone un listado muy amplio de productos estadounidenses que podrían estar sujetos a aranceles con una afectación que cifró en 95.000 millones de euros.
Esa propuesta se someterá a consulta pública hasta el próximo 10 de junio para que los estados miembros y las industrias se pronuncien, es decir, que la propuesta se podrá cambiar en función de los intereses europeos. El asunto será uno de los que aborden los ministros de Comercio en una reunión en Bruselas este jueves que servirá como puesta en común y para que el comisario les ponga al día de las conversaciones con la Administración Trump.
La diferencia con el anterior paquete de medidas –que la UE llegó a aprobar, pero puso en reposo para dar una oportunidad a la negociación– es que el primero era una represalia y buscaba “golpear” a EEUU “donde duele”, es decir, en productos simbólicos y producidos fundamentalmente en estados de tradición republicana.
Las ayudas permaneceránSin embargo, el último paquete pretende acompasar los aranceles europeos al castigo que finalmente imponga Washington. “Queremos prepararnos, preparar a nuestras partes interesadas, a nuestros estados miembros, para un escenario potencial en el que tengamos que poner en marcha medidas, contramedidas que tengan una vida útil más larga, que sean más duraderas, más sostenibles, que digamos el objetivo a corto plazo de tratar de crear movimiento en la negociación”, señalaban la semana pasada fuentes comunitarias.
El tiempo también permite a los gobiernos preparar estrategias para los sectores que inevitablemente se verán afectados por la guerra comercial. En ese sentido, el Ejecutivo recuerda que activó un “plan de respuesta que busca mitigar efectos negativos del shock arancelario” a través de liquidez para facilitar la capacidad exportadora de las empresas y la búsqueda de mercados alternativos con el que se han movilizado unos 14.000 millones de euros.
Y esas ayudas permanecerán por mucho que la UE llegara a un acuerdo con la Administración Trump, según expresó Cuerpo en Bruselas: “Esta línea de apoyo, esta primera capa, vamos a mantenerla independientemente de cómo vayan evolucionando las negociaciones en las próximas semanas, en los próximos meses”.