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El negocio del crudo entra en la escena geopolítica con un barril en caída controlada hasta 60 dólares

El negocio del crudo entra en la escena geopolítica con un barril en caída controlada hasta 60 dólares

¿Qué estrategia esconde la OPEP + con su reiterada decisión de inundar el mercado de petróleo con una economía global anémica, un dólar débil y una demanda de energía a la baja? La industria del ‘fracking’ -la agresiva extracción de oro negro por fractura hidráulica- y del esquisto (‘shale oil’) explican este extraño e incierto movimiento del cártel en plena escalada arancelaria de la Casa Blanca

La caída del petróleo atenaza a la economía de Arabia Saudí en un nuevo entorno geopolítico

Los expertos en energía, a los que el mercado les concede el beneplácito de un relativo margen de error estructural en sus diagnósticos y pronósticos por tener que vigilar, analizar y controlar demasiados componentes y casi todos ellos, factores determinantes y, en ocasiones, con efectos fulgurantes sobre la cotización del crudo. Pero en la actualidad ha surgido un acontecimiento de extraña explicación. La OPEP, ahora + desde que en 2016 acogiera a una decena de productores, entre ellos Rusia, siempre había tomado decisiones midiendo los tiempos y, sobre todo, a favor de la climatología del mercado.

Sin embargo, a comienzos de mayo corroboró un sorprendente aumento productivo de 411.000 barriles diarios con vigilancia extrema por parte de su alma mater, Arabia Saudí, a todos aquellos socios que, como en no pocas veces en el pasado, se salten sus cuotas para adquirir ventajas competitivas en el negocio del crudo. Y ahora, el pasado viernes, el cártel debatió otro repunte similar para el conjunto de los 23 miembros del club más efectivo del planeta manejando precios de materias primas esenciales.

Con el barril de Brent cotizando por debajo de los 60 dólares al comienzo de la primavera por la velocidad de la entrada en vigor de los recortes -este 1 de junio- y con sus contratos de futuro alternando arriba y debajo levemente en torno a los 65 dólares, lo que indica mínimas opciones de encarecimiento a medio plazo.

Algo se mueve en la OPEP + y, más concretamente, en la Casa Saud. Porque con una economía global débil, una demanda energética a la baja, en especial, en China e India, unos mercados en tensión por la escalada arancelaria de la Casa Blanca que ha alterado el rumbo y el ritmo de los flujos comerciales, y un dólar en caída libre, que ha perdido su valor refugio y ha puesto en duda su hegemonía cambiaria, el cártel -el tradicional y el ampliado- nunca hubiera dejado pasar una oportunidad de emergencia de precios como la actual para haber decretado un brusco descenso productivo.

A finales de mayo, el S&P 500 caída un 0,6%, después de episodios de alta volatilidad y fugas de capitales de Wall Street, el barril West Intermediate Texas (WTI) -el de referencia en EEUU- con unos registros a la baja del 14,5% y el billete verde, después de sacar ligeramente la cabeza para tomar aliento por un tránsito primaveral especialmente negro, mantiene aún una devaluación del 8,2% desde el inicio de 2025.

Por si fuera poco, los bonos del Tesoro americano han saltado hasta un umbral de rendimiento del 5% -los de largo plazo, a 30 años- por la escasa confianza que despierta una economía, la estadounidense, sumida en los números rojos ya entre enero y marzo y con perspectivas de estanflación estructural y sin visos de una reducción del precio del dinero por parte de la Reserva Federal.

Desde luego, la teoría de que el barril, este año, iba a oscilar en función de los repuntes del IPC americano, no se ha concretado. Como tampoco la profundidad de una caída del valor del barril que, descontado también la pérdida de valor del dólar, en más que considerable. Otros golpes de este efecto que contempla el mercado son la credibilidad que empieza a concederse al timón de Riad para inyectar más barriles, la apuesta por el levantamiento de las sanciones hacia Irán o Rusia, el descubrimiento de nuevos yacimientos en el Caribe y América Latina, esencialmente, o el compromiso de Aramco de pagar mayores dividendos futuros.

Aunque, quizás, la climatología económica no acompañe. Como tampoco la escena geopolítica, que podría derivar en un proceso de paz en Ucrania, pero también en una prolongación de la lucha armada o en un recrudecimiento de las hostilidades en Gaza, el dólar sin mostrar refugio alguno a inversores como antaño, y con disrupciones empresariales y familiares para abordar una caótica escalada arancelaria y la Fed sin encontrar aún una senda estable para rebajar tipos.

Todo ello ha llevado a Goldman Sachs a emitir una nota a clientes en la que no descarta que el barril caiga por debajo de los 40 dólares. Cierto que es bajo “un escenario extremo e improbable de profunda recesión del PIB global, fuertes alteraciones en la oferta productiva de la OPEP + y de la demanda de grandes países consumidores”. Aunque su promedio para el resto de 2025 se sitúe en los 63 dólares y en los 58 para 2026 para el Brent. Si la economía de EEUU sufre solo un corto episodio contractivo y los repuntes productivos del cártel son modestos.

Morgan Stanley también ha recortado sus estimaciones sobre la cotización del crudo entre los 5 y los 10 dólares por barril. De 65 a 60 dólares en el caso del Brent para el segundo semestre y de los 62,5 a los 57,5 para el WTI. Con perspectiva de retroceso hasta los 55 dólares en la primera mitad de 2026. Pero con un sospechoso excepcional de este descenso, la OPEP + y Arabia Saudí: “la revisión de la cuota del cártel resultó superior a la prevista y probablemente sea un precursor de nuevos aumentos de la oferta en los próximos meses”, afirmaron los analistas en un informe.

Para sus expertos, el alza de la demanda de crudo será este año de 700.000 barriles diarios y de 600.000 en 2026, cota que se verá ampliamente compensada -dicen- con aumentos de la oferta de productores ajenos a la OPEP + de 1,2 y 1,1 millones de barriles diarios en 2025 y 2026.

La OPEP + declara la guerra geoestratégica al ‘fracking’ americano

Pero hay otra razón que justificaría la anómala estrategia del cártel. Quizás la más trascendental. La industria del shale oil o petróleo de esquisto que acude al virulento modelo de extracción por fracking, mediante fractura hidráulica para abastecer sus cadenas productivas y que entusiasma a Trump y su lema de “perforar, perforar, perforar”, con el que no deja la más mínima sombra de duda a su defensa de los combustibles fósiles. Para S&P Global Commodity, la caída del crudo está generando ajustes draconianos en una industria, la americana del esquisto, que se las veía muy felices con la versión Trump 2.0 pero que empieza a dar señales de arrojar la toalla ante la táctica productiva de la OPEP + a la que le ha surgido un aliado inesperado: los aranceles de su protector en la Casa Blanca.

Desde su llegada al Despacho Oval, su imagen de héroe de una industria muy radicada en Texas, pero también en otros estados como Oklahoma, Nuevo México, Wyoming o Luisiana, ha mutado a villano con numerosas compañías sumergidas este año en un periodo de reducción de costes e inversiones y destrucción de empleos. Después de impulsar a EEUU a consolidar su papel como exportador neto de petróleo. Su capacidad de bombeo, afirman en S&P, ha superado con creces los 13 millones de barriles diarios, hasta acaparar entre el 60% y el 70% del shale oil mundial.

Mucho peor es el panorama que dibuja Financial Times, que achaca este triunfo de la OPEP + a la escalada arancelaria del gran mentor de la industria americana del fracking. Varias firmas del sector se quejan al diario británico del intenso repunte de costes y del cierre de plataformas de perforación. Hasta el punto de que en sus páginas salmón auguran que “el auge del shale oil que ha durado un decenio, toca ahora a su fin”. De ser así, la visión del cártel sería acertada, admitía Clay Gaspar, directivo de Devon Energy en Oklahoma a un grupo de inversores a los que recalcó que “avanzamos hacia un entorno geopolítico y económico más complejo en estado de máxima alerta” por el desplome de precios del crudo al que ha abocado la OPEP +.

Demolición controlada desde el cártel

La agencia Reuters cita fuentes de delegados de la OPEP + -entre ellos, saudíes y rusos- que dicen vincular la estrategia del cártel a la recuperación de parte del mercado ocupado por la industria del fracking y que este objetivo pasa por empujar el precio del barril a una horquilla entre los 55 y los 60 dólares. Justo a donde los rebaja un cada vez más visible consenso del mercado.

EEUU ha aumentado la producción de petróleo en más del 60% en el último decenio, hasta los 22,71 millones de barriles diarios en 2024. Frente a un recorte de cuotas de la OPEP + que, en el mismo periodo, ha descendido ligeramente hasta los 32,39 millones. Aun así, socios del cártel como Kazajistán están en el punto de mira de Riad por su resistencia a asumir la asignación que exige el principal productor mundial. Incluso Rusia, con su tradicional política de doble filo, pone en cuestión una estrategia que le impide recabar su principal fuente de ingresos en tiempos de sanciones.

Precisamente una hipotética retirada de las represalias occidentales al Kremlin por la ocupación de Ucrania y el reingreso de Irán en el circuito productor -dos metas marcadas desde la nueva diplomacia americana- estarían detrás también de este abaratamiento del oro negro, resaltan en Discovery Alert, consultora que respalda con análisis tecnológico y geopolítico al mercado energético y que alerta, además, de las “serias dificultades” que tendrá Riad para unificar cuotas entre los socios del club por las “necesidades financieras divergentes” entre ellos, que generan tensión “entre defensores de precios estrictos y de ratios productivas”.

En un momento en el que, además, la desaceleración de la demanda fósil en China e India que ha puesto en cuarentena sus inmensos pedidos de los últimos años. Javier Blas, analista de crudo y otras materias primas en Bloomberg, recuerda que el gigante asiático ha venido añadiendo en este cuarto de siglo un promedio de 485.000 barriles diarios al año al consumo mundial, aunque ahora, este ritmo “está mostrando signos de agotamiento”. Mientras los contratos en India, a pesar de su fulgurante prosperidad reciente, “se han mantenido en niveles similares desde las décadas de los noventa y los primeros años de este siglo”.  

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