Los bosques de la Amazonía peruana afectados durante la construcción de los pozos de Camisea, uno de los mayores yacimientos de gas de Latinoamérica, están recuperando su estado original diez años después de las obras realizadas en una de las áreas de mayor sensibilidad ambiental y biodiversidad del planeta.
Esta es la principal conclusión del informe anual del Proyecto de Monitoreo de la Biodiversidad (PMB) en Camisea, que fue presentado en Lima y analiza la recuperación del paisaje, la biodiversidad de la fauna y flora y la producción de la pesca por parte de las comunidades indígenas cercanas tanto a la planta como a los pozos.
"Es un resultado muy exitoso. En algunos sectores intervenidos en 2010, ahora tenemos una configuración de plantas y especies muy similar a la de antes", señaló a Efe Gerardo Leunda, director ejecutivo del PMB, realizado por la consultora ERM para la petrolera argentina Pluspetrol, la compañía que opera los lotes 56 y 88.
REFORESTACIÓN A DISTINTAS VELOCIDADES
En el caso de los pacales, que son bosques de bambú, se indicó que hace cuatro años que su recuperación es total, y en los bosques primarios, formados por árboles de 30 y 40 metros de altura, el proceso está a mitad de camino porque a estos les toma más tiempo.
Como ejemplo, de las 110 hectáreas que se talaron para la perforación y construcción de uno de los pozos, solo las 28 que abarca la instalación siguen sin vegetación.
Leunda recordó que la huella del proyecto es "casi insignificante", al ocupar 400 hectáreas de las 247.000 que abarcan los lotes, lo que representa menos del 0,2 %, y de ellas 200 hectáreas están concentradas en la planta de procesamiento que recibe el gas desde los pozos.
FAUNA A NIVEL DE RESERVA NATURAL
Otra de las conclusiones es que la concentración de fauna alrededor de la planta de gas es similar a la de algunas reservas naturales del sureste de la Amazonía peruana.
Con cámaras trampa, que se activan con el movimiento, situadas en 42 kilómetros cuadrados, se captaron a lo largo de cinco meses un promedio de 25 animales al día, entre ellos tapires, venados, tigrillos (ocelotes) e incluso pumas y jaguares.
De acuerdo con Leunda, estos registros demuestran la buena conservación del ecosistema, a pesar de que la planta es el punto de mayor actividad humana del proyecto, con más de mil personas al día y varios vuelos diarios de aviones y helicópteros.
El número de especies de peces registradas también siguió creciendo en un área de 150 kilómetros de ríos, con un estado entre "aceptable y bueno", y con mayor cantidad en la zona de influencia directa del proyecto (247) que en las zonas sin influencia (177).
LA CLAVE, TRABAJAR SIN CAMINOS
Para Leunda, la clave es operar "off-shore inland", que consiste en no abrir caminos en la selva, de modo que el transporte de trabajadores y material es en helicópteros o por vía fluvial, "lo que ha mantenido las áreas en una situación prácticamente original".
"Camisea es un caso paradigmático en lo que representa un proyecto extractivo muy complejo en un área muy sensible y tiene muchas lecciones que pueden ser muy útiles", apuntó.
Por su parte, la gerente de Medio Ambiente de Pluspetrol, Elena Mendoza, recordó que, para acelerar la recuperación de las trochas abiertas por la compañía, se aplicó la estrategia del "ducto verde", inédita en el sector de hidrocarburos de Perú, consistente en reforestar esas zonas.
DATOS ÚTILES PARA EL GOBIERNO LOCAL
Mendoza indicó que el PBM acompañará a toda la vida operativa de Camisea, cuya concesión inicial es de 40 años, y anticipó la disposición de entregar la información a la Municipalidad de Megantoni, donde se encuentra el yacimiento, para una eventual declaración de área de conservación.
"Estamos atentos a acompañarlos con esta información que valida la importancia del ecosistema", concluyó.
El proyecto de Camisea, que es la fuente del 40 % de la electricidad que produce Perú, opera desde 2001 en la provincia de La Convención, perteneciente a la región de Cusco, en el sur Perú.
Desde que se realiza el PBM en Camisea se han registrado, en 14 años, más de 2.200 especies de flora y fauna, entre ellas nueve inéditas para la ciencia, por parte de 80 investigadores, que fueron ayudados por unos 250 miembros de comunidades indígenas de la zona.