Lina Attalah es la redactora jefa del último medio independiente que queda en Egipto. Cuando fundó Mada Masr en 2013 no podía imaginarse que se convertiría en una voz esencial ni en uno de los "enemigos" del poder en un país donde en los últimos años la prensa crítica ha ido desapareciendo.

El pasado noviembre, las fuerzas de seguridad egipcias irrumpieron en la oficina de Mada Masr en El Cairo, mantuvieron a sus empleados incomunicados durante varias horas y arrestaron a tres de ellos, incluida la propia Attalah, aunque fueron liberados tras pocas horas.

"Es fantástico que estemos en libertad, que hayamos vuelto a nuestra oficina haciendo nuestro trabajo, pero no sabemos si las autoridades van a volver a por nosotros de otra manera", confiesa a Efe Attalah en su despacho de la redacción, donde, tres meses después de la redada, no se respira nerviosismo.

ENEMIGO PÚBLICO

Se muestra convencida de que Mada Masr es considerado un "enemigo del Estado", porque es el único medio que ofrece una visión crítica y se sale del guión establecido por la maquinaria propagandística, y ella se siente "especialmente expuesta como la persona que lidera el equipo editorial".

La mujer de 37 años que se ha convertido en la cara visible de un proyecto que desafía al Gobierno del presidente, Abdelfatah al Sisi, admite que tiene una posición "privilegiada" porque el reconocimiento internacional de Mada Masr y de su papel al frente de esta web le confiere "un poco de protección".

La campaña en las redes sociales y las denuncias internacionales de la redada contra la sede de Mada Masr el 24 de noviembre contribuyeron a que ella y los periodistas fueran liberados en pocas horas.

Otros colegas llevan meses en prisión preventiva, en un país en el que más de 30 informadores están entre rejas según Reporteros Sin Fronteras.

"Me gusta pensar que si yo me veo directamente afectada o atacada por las autoridades habrá una forma para que Mada Masr salga adelante, al menos es mi esperanza y es mi mensaje al equipo", explica Attalah, que coordina a una treintena de periodistas.

"Tenemos que encontrar formas de seguir adelante, mientras podamos trascender de alguna forma nuestros miedos y retos, y podamos seguir ofreciendo el periodismo que queremos ofrecer", remacha esta mujer que transmite fortaleza a través de sus ojos oscuros enmarcados en unas cejas igual de negras.

EL PERIODISMO COMO COMPROMISO POLÍTICO

Attalah decidió dedicarse al periodismo cuando estaba en la Universidad y veía las manifestaciones en el centro de El Cairo a favor de la Segunda Intifada (2000-2005) y en contra de la invasión de Irak (2003). Entonces decidió pasar de observar a contar esos acontecimientos.

Para ella, el periodismo es "un vehículo para involucrarse en la política y estar comprometida" con lo que ocurre a su alrededor.

"En los pasados 20 años he intentado convertir la práctica del periodismo en un acto de compromiso político más que una opción personal o profesional", explica.

Durante su carrera ha vivido y ha sido testigo de las dificultades que existen para las periodistas en las redacciones de Egipto, que "no es la excepción" en cuanto al acoso en el ámbito laboral.

Pero fuera de ese espacio, las mujeres se enfrentan a más dificultades en las calles, por ejemplo a "la intimidación política directa" que también puede ser de género, dice Attalah y recuerda cuando las informadoras fueron blanco de ataques durante las protestas de 2011.

EL PEOR MOMENTO

Mada Masr nació un par de años después de la Primavera Árabe, al calor del golpe de Estado de julio de 2013 en el que Al Sisi depuso al presidente islamista Mohamed Mursi.

Detrás del proyecto hay un grupo de "periodistas progresistas que trabajan constantemente con la premisa de hacer rendir cuentas a los que están en el poder, quienes quiera que sean e independiente de su ideología", explica Attalah.

Pero no sólo eso, sino que creen en "un periodismo que compromete y acompaña a los lectores" en su soledad, que crea espacios para compartir y aprender "incluso en el peor momento político".

Relata que en Mada Masr siempre han operado en la incertidumbre desde sus inicios, pero que éste es sin duda el momento de mayor confrontación con las autoridades y en el que "nadie está a salvo" en Egipto.

Después de la redada de noviembre, Attalah y su equipo intentan "seguir existiendo": "por una parte, está la incertidumbre, que no necesariamente el miedo. Por otra parte, la voluntad de seguir adelante mientras podamos seguir haciendo lo que hacemos, de la misma forma".

Francesca Cicardi