Funeral de Estado y luto nacional: la muerte de Berlusconi divide Italia por los honores sin precedentes

Este miércoles por la tarde se ha celebrado el funeral de Silvio Berlusconi en la catedral del Duomo de Milán, su ciudad natal, donde falleció el lunes a los 86 años a causa de una leucemia y otras afecciones que le mantuvieron alejado de los focos mediáticos y de la primera línea de la política en los últimos meses.

El 14 de junio ha sido declarado un día de luto nacional, un honor que no había recibido antes ningún expresidente del Gobierno italiano.

Otros mandatarios habían sido despedidos en funerales de Estado, con seis agentes de los Carabinieri en uniforme de gala, tal y como establece el protocolo, pero nunca las banderas habían ondeado a media asta en las sedes de las instituciones del país que, además, han detenido su actividad desde el el fallecimiento de Il Cavaliere.

La primera ministra, Giorgia Meloni, y todos los ministros de su Gobierno ultraderechista -del que forma parte el partido fundado por Berlusconi, Forza Italia- han cancelado sus agendas desde el lunes a media mañana; incluso Meloni no recibió al presidente de la República iraquí, Abdul Latif Rashid, que se encontraba en Roma para una visita oficial el día 12. Las dos Cámaras han suspendido los plenos y las votaciones hasta la próxima semana.

Sólo la familia y los allegados han podido ver a Il Cavaliere tras su fallecimiento porque no ha habido capilla ardiente por motivos que no se han dado a conocer. Aunque en un primer momento se anunció que la capilla ardiente iba a estar en el más viejo y grande estudio de televisión de Mediaset -el preferido de Berlusconi- a partir del martes y hasta su entierro, el grupo mediático lo desmintió en un comunicado. El féretro ha permanecido desde el lunes a primera hora de la tarde en Villa San Martino, su mansión de la localidad de Arcore, a las afueras al norte de Milán.

El miércoles, a las 14 hora local, el féretro fue trasladado hasta la plaza del Duomo, en el centro de Milán, en un coche fúnebre acompañado por sus familiares y su compañera, Marta Fascina, que apenas se ha dejado ver desde la muerte de Berlusconi, décadas mayor que ella. El convoy también pasó por la localidad de Cologno monzese, donde se encuentra la sede de Mediaset, el grupo mediático que fundó y que fue su trampolín al mundo de la política y a las casas de todos los italianos en una época en la que la televisión ejercía una gran influencia sobre la opinión pública.

En la plaza de la catedral, en el corazón de Milán, una muchedumbre dio la bienvenida al féretro con cánticos más propios de un estadio de fútbol que de un funeral. De hecho, grandes banderas del equipo de fútbol al que convirtió en uno de los más goleadores, el AC Milan, ondeaban sobre las cabezas de las miles de personas que se acercaron para dar el último adiós a Il Cavaliere, entre ellos, muchos tifosi y también curiosos. Dos pantallas gigantes fueron colocadas en la plaza para que todos pudieran seguir la ceremonia religiosa, que empezó pocos minutos después de las 15 hora local.

En la catedral, le esperaban en las primeras bancadas los representantes del Gobierno, incluida Meloni y el vicepresidente Matteo Salvini; el presidente de la República, Sergio Mattarella; así como otros exponentes de las instituciones italianas y de Forza Italia. En representación de la oposición, la secretaria del Partido Democrático, Elly Schlein, además de varios ex primeros ministros italianos, como Mario Draghi, Metteo Renzi o Paolo Gentiloni.

También asistió al funeral el jefe del Gobierno húngaro, Viktor Orban, alineado del Ejecutivo italiano, en el que participa la formación de Berlusconi como socio minoritario, junto a la Liga Norte de Salvini y los "hermanos de Italia" de Meloni. Entre los invitados, muchos rostros conocidos de la televisión, del fútbol y del mundo empresarial, todos amigos, socios o apadrinados de "papá" Berlusconi, tal y como lo han despedido de forma cariñosa los directivos y empleados de Mediaset.

Unos 700 periodistas estaban acreditados para cubrir el evento, para el cual se ha desplegado un imponente dispositivo de seguridad, con francotiradores en los tejados alrededor de la plaza del Duomo, según los medios italianos.

"Un luto para dividir", escribía en su portada del miércoles el periódico La Repubblica, después de que el día de luto nacional decidido por el Gobierno italiano haya recibido críticas desde la oposición y haya dividido, una vez más, a los ciudadanos respecto a la figura siempre polémica de Berlusconi.

Según el diario Il Corriere della Sera, los detalles de la despedida fueron acordados por la familia con la presidencia del Gobierno, en base a los reglamentos y a los deseos de la primera, en varias reuniones que tuvieron lugar desde su fallecimiento y en las que también participó su amigo y hombre de confianza, Fedele Confalonieri, presidente del grupo Mediaset.

El martes, la exministra y exsecretaria general del principal partido de la oposición, Rosy Bindi, rechazó el luto nacional en honor a Berlusconi porque ha sido "una persona que ha dividido" el país, y calificó esta decisión de poco oportuna, así como lo han hecho otros exponentes de la izquierda, periodistas y ciudadanos en las redes sociales, en las que han pedido que no se pague con dinero público el funeral de Il Cavaliere.

Algunos italianos han mostrado su contrariedad en la plaza del Duomo, vistiendo unas camisetas en las que se podía leer: "yo no estoy de luto", y uno de ellos ha tenido que ser escoltado por agentes de la Policía después de que los seguidores de Berlusconi lo increparan por levantar un cartel en el que había escrito: "vergüenza de Estado".