En un mundo idílico podríamos pensar que las declaraciones de los dirigentes de potencias mundiales se ajustan a la realidad y que, por tanto, actúan guiados única y genuinamente por la defensa de los derechos humanos, del derecho internacional y del bien común. Pero no vivimos en un mundo idílico.
Nadie va a confesar públicamente que sus políticas están destinadas a enriquecerse a costa de las materias primas de otros o de la venta de armamento propio.
Por eso nos dicen que hay que hacer la guerra para preservar la paz, masacrar a decenas de miles de personas para garantizar la seguridad, reprimir protestas para preservar derechos o elevar el gasto militar mundial, que acaba de batir nuevo récord.
Las dinámicas del escenario internacional se deben analizar a través de los hechos, que a menudo contradicen las declaraciones públicas.
Qué muestra el nuevo gran paquete de ayuda militar de EEUUTomemos como ejemplo el último gran paquete de ayuda militar de EEUU, aprobado hace quince días. La narrativa de escalada regional en Oriente Medio sirvió para desbloquear su votación en el Congreso, estancada desde el pasado octubre. De ese modo se dio luz verde a una ayuda militar estadounidense de 61.000 millones de dólares para Ucrania, 26.000 millones para Israel y 8.000 millones para Taiwán y aliados asiáticos. También se estableció la prohibición de la red social TiKTok si su matriz china no la vende a una empresa estadounidense antes de un año.
Ucrania es territorio ocupado; Israel, potencia ocupante. Lo que tienen en común esos tres destinatarios de la gran ayuda militar estadounidense es que ejercen un rol que beneficia a los intereses de Washington. Taiwán opera como contrapeso ante China, en el marco de la llamada Estrategia para el Indo-Pacífico. El apoyo a Ucrania es contemplado en Estados Unidos como elemento de desgaste para Rusia. E Israel es denominado en circuitos políticos de Washington el ‘portaaviones estadounidense’ en Oriente Medio.
Los tres son aliados respaldados por EEUU no porque en la Casa Blanca crean en los unicornios y en las causas justas, sino porque conforman escenarios que Washington emplea para mantener o incrementar su capacidad de influencia en la región, y el control de recursos y rutas comerciales.
La importancia del relatoLa cuarta medida contemplada en ese paquete, la referente a TikTok, está vinculada a la búsqueda del dominio de la narrativa. Así lo confesaba recientemente el senador estadounidense Mitt Romney, en conversación con el Secretario de Estado Anthony Blinken, en una charla organizada en la McCain Foundation. Romney preguntó a Blinken por qué esta vez Israel no está ganando la guerra comunicativa:
“Normalmente los israelíes son buenos en relaciones públicas. ¿Qué pasó aquí? ¿Cómo ellos y nosotros hemos sido tan poco efectivos a la hora de comunicar la realidad y nuestro punto de vista?”, planteó el senador.
El punto en común de los tres países destinatarios de la nueva ayuda militar de EEUU es que su rol beneficia a Washington
Blinken respondió así: “Hay un ecosistema en las redes sociales que ha dominado la narrativa, en el que el contexto, la historia y los hechos se pierden, y la emoción, el impacto de las imágenes, domina”, a lo que el senador Romney añadió: “Algunos se preguntan por qué hubo un apoyo tan abrumador para que cerráramos potencialmente TikTok u otras entidades de esa naturaleza. Si nos fijamos en las publicaciones en TikTok, la cantidad de menciones de palestinos, en comparación con otros sitios de redes sociales, es abrumador”.
El apoyo de EEUU a Israel se ha mantenido en todos estos meses a través de varios grandes envíos de ayuda militar, de varios vetos al alto el fuego inmediato en Naciones Unidas, y de un apoyo político cerrado. La Unión Europea también ha contribuido al escenario actual, sosteniendo relaciones comerciales preferentes a través de un acuerdo de asociación con Israel, evitando presión real a Tel Aviv y con varios miembros enviando armas (Alemania es el segundo proveedor mundial a Israel).
La medida aprobada por EEUU referente a TikTok está vinculada a la búsqueda del dominio de la narrativa
La Administración Biden dijo que suspendería el envío de armas a Israel si se producía una invasión a gran escala de Rafah, en el sur de Gaza, donde se apelotonan un millón cuatrocientos mil palestinos refugiados. Pero lo cierto es que ya hay ataques contra Rafah desde hace días, con muertes de civiles, niños entre ellos. Rafah está totalmente rodeada por el Ejército israelí, con todos los accesos cerrados, con nuevas órdenes de desplazamiento forzado y sin llegada de nueva ayuda humanitaria desde el pasado domingo.
Varias organizaciones no gubernamentales que trabajan en Gaza denunciaron hace unos días que “las autoridades israelíes no han implementado los compromisos que asumieron el 6 de abril de 2024, tras el asesinato de siete empleados de World Central Kitchen, para facilitar un mayor acceso humanitario”. También esta semana expertos de Naciones Unidas emitieron un informe sobre la aparición de varias fosas comunes en Gaza, con cientos de cadáveres. Sin embargo, los representantes de EEUU y Reino Unido en la ONU afirmaron el pasado jueves que no podían apoyar la solicitud de una investigación independiente sobre esas fosas comunes.
Esta semana el Departamento de Estado de EEUU presentó un informe en el que indica que es “razonable evaluar” que Israel haya violado el derecho internacional. Aún así, no considera que haya motivos para frenar el apoyo de ayuda militar, a pesar de que solo dos días antes la organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch denunció que Israel usó un arma estadounidense en un ataque aéreo en el que murieron siete trabajadores sanitarios en un centro de ambulancias en Líbano, el pasado mes de marzo.
El embajador de Israel en la ONU tritura la Carta de Naciones Unidas, este viernesHuman Rights Watch denuncia el uso de un arma estadounidense en un ataque israelí que mató a 7 civiles en marzo
Este pasado viernes Estados Unidos volvió a a oponerse en la ONU a la ampliación de los derechos de Palestina como Estado observador en Naciones Unidas. Una abrumadora mayoría del planeta -143 países- votó a favor de esa resolución en la Asamblea General, a la que solo se opusieron nueve países: Estados Unidos, Israel, Hungría, Argentina, Nauru, Micronesia, Palau, Papúa Nueva Guinea y República Checa. Tres de ellos son microestados, y otros dos tienen gobiernos de extrema derecha. Hubo además veinticinco abstenciones, entre ellas, las de varios países europeos.
Esta nueva resolución no otorga la membresía de pleno derecho a Palestina, pero indica que está cualificada para ser miembro. Es la contestación a otro veto impuesto por EEUU el pasado 18 de abril, cuando Washington se opuso en el Consejo de Seguridad de la ONU a esa ampliación de derechos para el Estado palestino. De hecho, en la propia resolución se solicita al Consejo de Seguridad que lo reconsidere, en un claro mensaje a la Casa Blanca.
Israel, que incumple de forma sistemática resoluciones de la ONU, acusa a Naciones Unidas de triturarse a sí misma
Tras su aprobación con abrumadora mayoría, el embajador israelí, Gilad Erdan, intervino ante la Asamblea con una pequeña trituradora de papel que usó para hacer trizas la Carta de Naciones Unidas:
“Pueden ver lo que están infligiendo a la Carta de la ONU con este voto destructivo. Ustedes están triturando la Carta de Naciones Unidas con sus propias manos”, dijo, mientras trituraba la Carta de la ONU con sus propias manos.
El desprecio de Israel a Naciones Unidas no es nuevo: desde hace décadas viola de forma sistemática varias resoluciones de la ONU y el pasado mes de noviembre el propio Netanyahu declaró al secretario general de la ONU “persona non grata”, acusándolo de ser “una amenaza para la paz mundial”. El Gobierno israelí también rechaza -e incluso acusa de antisemitismo- tanto al Tribunal Penal Internacional como a la Corte Internacional de Justicia, por investigar sus crímenes.
Biden tiene la aprobación más baja desde 1956 -en un primer mandato-, según el sondeo de Gallup de esta semana
El empeño en defender a Israel lleva a Washington a contribuir activamente en la defensa de lo que denomina el “orden mundial basado en reglas”, en detrimento del derecho internacional humanitario. Por ejemplo, la semana pasada el portavoz del Departamento de Estado de EEUU -dirigido por Blinken- subrayaba que el Tribunal Penal Internacional, que investiga desde 2021 a Israel, “no tiene jurisdicción para este caso”. Y añadía que sí la tiene “para Darfur, Sudán, Ucrania”. Washington profundiza en el doble rasero, con un uso del derecho internacional como herramienta de quita y pon en función de sus intereses.
Una encuesta de esta semana indica que Joe Biden tiene un 38,7% de aprobación, el índice más bajo -en un primer mandato- desde que Gallup comenzó a realizar la medición, en 1956. Nunca antes un presidente de EEUU había recibido menos de un 40%. En el mismo punto de su mandato, Donald Trump obtuvo un 46,8%. De los cuatro presidentes estadounidenses que con un índice inferior al 50% se presentaron de nuevo a las elecciones, tres de ellos perdieron.
Las protestas estudiantiles y la persistencia de la Casa Blanca en su apoyo a Israel están pasando factura al Gobierno de Biden, y así lo desvelan repetidos sondeos estos meses. Como indicaba hace unos días la abogada estadounidense especializada en derecho internacional, Noura Erakat, “se percibe el engaño que nos asegura que se trata de proteger la seguridad judía y no de la protección de la guerra imperial, acceso a recursos en Oriente Medio y ganancias para los fabricantes de armas”.