Cyril Ramaphosa, de 71 años, ha sido investido como presidente de Sudáfrica para un segundo mandato de cinco años después de que, su partido, el histórico Congreso Nacional Africano (CNA) que ha gobernado desde el fin del ‘apartheid’, perdiera la mayoría absoluta por primera vez en las elecciones del pasado 29 de mayo. Ramaphosa deberá dirigir un Gobierno de coalición inédito en 30 años de democracia multirracial en el país.
“Yo, Matamela Cyril Ramaphosa, juro que seré fiel a la República de Sudáfrica y obedeceré, observaré y mantendré la Constitución y todas las otras leyes de la República”, ha declarado Ramaphosa, al jurar el cargo ante el jefe del Poder Judicial sudafricano, el magistrado Raymond Zondo.
El acto celebrado en los Union Buildings, sede del Gobierno sudafricano en Pretoria, inaugura una nueva fase en la historia del país, la economía más industrializada de África, que tendrá al frente un Gobierno de unidad nacional sin precedentes, integrado por diferentes partidos.
“La formación de un Gobierno de unidad nacional es un momento de profunda importancia. Es el comienzo de una nueva era”, ha dicho Ramaphosa durante su discurso de investidura, después de que las Fuerzas de Defensa Nacionales de Sudáfrica (SANDF) realizaran un saludo de 21 salvas de cañón, acompañado de un vuelo del Ejército del Aire.
Esa fórmula la usó antes el primer presidente negro del país, Nelson Mandela, al llegar al poder en 1994, cuando el CNA gozaba de mayoría absoluta y partía de una posición de fuerza, a diferencia de la debilidad actual, que le impide formar Gobierno en solitario.
Aunque falta dar forma a los detalles de la alianza, Ramaphosa ha subrayado este miércoles que los partidos han acordado una “declaración de intenciones” para “buscar un crecimiento económico rápido, inclusivo y sostenible”, además de otros objetivos.
Un gabinete de coaliciónLa investidura fue la culminación de un proceso marcado por la incertidumbre, después del reciente descalabro electoral del CNA, que ha ocupado el poder desde la instauración de la democracia y el fin del régimen racista del 'apartheid' en 1994.
En los comicios del 29 de mayo, los séptimos generales del país, la histórica formación logró el 40,18% de los votos, que se traducen en 159 de los 400 escaños de la Asamblea Nacional (Cámara baja del Parlamento), una victoria insuficiente que la obligó por primera vez a acercarse a otros partidos para poder gobernar.
Ese acercamiento se palpó el pasado viernes en una maratoniana primera sesión de la Asamblea Nacional tras las elecciones, en la que Ramaphosa, de 71 años, resultó elegido por 283 votos.
Horas antes de esa elección, John Steenhuisen, líder de la Alianza Democrática (AD, centroderecha liberal), hasta ahora primera fuerza de la oposición, anunció haber llegado a un acuerdo con el CNA para formar un “Gobierno de unidad nacional (GUN)”.
La formación gobernante confirmó este lunes que otras tres fuerzas políticas aceptaron unirse a la alianza: el Partido de la Libertad Inkatha (IFP, conservador y nacionalista de la etnia zulú), GOOD (socialdemócrata) y la Alianza Patriótica (AP, extrema derecha).
Así, la investidura da el pistoletazo de salida para la formación de un Gabinete que debería incluir a miembros de los otros partidos de la coalición, si bien Ramaphosa no ha revelado todavía su composición.
Tras desempeñar un importante papel en las negociaciones que permitieron desmantelar el 'apartheid', ser un líder sindicalista y prosperar en el sector privado, Ramaphosa llegó en 2018 a la presidencia sudafricana con la promesa de cambio para acabar con la corrupción que empañó el mandato de su antecesor, Zuma.
Sin embargo, su popularidad decreció por la persistencia de problemas como el elevado desempleo (32,9%), la criminalidad, la crisis energética con constantes apagones y la extrema desigualdad que todavía pesa sobre la población negra.
Asistentes de alto nivelLa ceremonia ha contado con la asistencia de 18 jefes de Estado y de Gobierno africanos, según detallan las autoridades, además de exmandatarios, delegaciones de numerosos países y jefes tradicionales sudafricanos.
Algunos de los líderes presentes han sido los presidentes de Nigeria, Bola Tinubu; la República Democrática del Congo (RDC), Felix Tshisekedi; Angola, João Lourenço; Zimbabue, Emmerson Mnangagwa; Mozambique, Filipe Nyusi; Tanzania, Samia Suluhu Hassan; y la República del Congo (Congo-Brazaville), Denis Sassou-Nguesso, así como el rey de Esuatini (antigua Suazilandia), Mswati III.
También han enviado representantes de alto nivel Namibia, Lesoto, Uganda, Burundi, Sudán del Sur y Egipto, además de China y Cuba, con su vicepresidente, Salvador Mesa.
Asimismo, han acudido representantes de organizaciones como la Unión Africana (UA), la ONU y la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC, por sus siglas en inglés), además de Palestina, cuya causa ha contado históricamente con el apoyo de Sudáfrica.
No estuvo presente, sin embargo, el expresidente Jacob Zuma (2009-2018), cuyo nuevo partido, uMkhonto weSizwe (Partido MK), boicoteó la ceremonia de investidura al rechazar de plano la formación del Ejecutivo de unidad nacional. El Partido MK dio la gran sorpresa en las elecciones al quedar como la tercera fuerza y pidió una repetición electoral alegando fraude.
Tampoco acudió Julius Malema, líder de los Luchadores por la Libertad Económica (EFF), de extrema izquierda y cuarta formación, al tener que asistir a una vista de un juicio en el que se le acusa de haber disparado una arma de fuego en público en 2018.