La formación ultraderechista Partido Liberal de Austria (FPÖ) ha sido el gran perdedor de las elecciones generales de este domingo tras perder más de un tercio de los votos. Los electores han castigado a los ultranacionalistas por el escándalo de corrupción que derribó al Gobierno.
El FPÖ ha obtenido el 16% de los votos en las elecciones –casi 10 puntos menos que en 2017– tras gobernar 17 meses con la formación conservadora ÖVP en medio de innumerables escándalos por declaraciones xenófobas y antisemitas, así como por varios casos de corrupción.
Las ultimas acusaciones de corrupción contra el que fuera hasta mayo líder indiscutible del FPÖ en los últimos 15 años, Heinz Christian Strache, están detrás de la deserción de sus votantes.
Fundado en los años 50 por antiguos jerarcas nazis, el FPÖ tuvo durante décadas dos almas, una claramente ultranacionalista y, otra, más minoritaria y liberal.
La controversia por la apología, más o menos velada, del pasado nazi y por sus posiciones nacionalistas (y desde los años 90 contra la migranción) han estado presentes en sus participaciones en las coaliciones de Gobierno en Austria.
En 1983 –cuando el partido estuvo dominado por el ala liberal– formó una coalición con el partido socialdemócrata SPÖ, después de que el canciller Bruno Kreisky perdiera la mayoría absoluta que tuvo hasta ese momento.
Ese Gobierno acabó de forma abrupta en 1986 después de que la entonces ascendente estrella ultra Jörg Haider protagonizara un golpe interno para hacerse con las riendas del FPÖ. El SPÖ convocó elecciones, que volvió a ganar, aunque Haider logró duplicar el resultado del FPÖ, hasta el 9,7%. A partir ahí, Haider dominó la política austríaca y cosecho en los siguientes 15 años un buen resultado electoral tras otro.
Su momento estelar llegó en 1999, cuando Haider logró la segunda posición, con el 26,9% de los votos, empatado con el tercero, el ÖVP, aunque siempre por detrás del SPÖ.
Los dos partidos del centro derecha formaron entonces una coalición, con el democristiano Wolfgang Schüssel a la cabeza, muy controvertida en Europa.
Al tratarse de la primera participación gobernante de un partido abiertamente ultranacionalista y populista, los demás gobiernos de la Unión Europea (UE) decidieron imponer "sanciones" diplomáticas contra el Ejecutivo austríaco.
Tras varios meses y repetidas promesas de Haider –quien no formó parte del Gobierno– de cumplir los valores democráticos europeos, las sanciones se levantaron. Sin embargo, en el interior del FPÖ empezó a formarse una rebelión contra Haider y su decisión de moderar el discurso y la política ultranacionalista del partido.
En otoño de 2002, menos de dos años después de entrar en el Gobierno, la mayor parte de los ministros, fieles a Haider, decidieron abandonar el Gobierno tras un turbulento congreso nacional del FPÖ.
Schüssel dio la coalición por terminada y convocó elecciones anticipadas, que ganó con un histórico 42%. El FPÖ, mientras tanto, cayó hasta el 10% de los votos, más de 16 puntos porcentuales menos que en 1999.
El ÖVP reeditó la coalición, ahora con un debilitado FPÖ, en cuyo interior seguían los enfrentamientos entre moderados y derechistas.
En 2005, el partido se dividió oficialmente, de la mano del propio Haider, quien fundó una nueva formación para seguir en el ejecutivo de Schüssel hasta las elecciones de 2006.
El nuevo líder del sector ultranacionalista del FPÖ, el populista y antiguo neonazi Strache, condujo el partido en las sucesivas citas electorales, desde un 11% en 2006 hasta un 26% en 2017. Entonces, el FPÖ volvió a entrar en una coalición de Gobierno con el ÖVP, liderado ahora por el joven Sebastian Kurz.
El vídeo de Ibiza que acabó con el GobiernoDesde las primeras semanas de la coalición se repitieron los escándalos en el seno del FPÖ, con comentarios extremistas, xenófobos y antisemitas, que mermaron una y otra vez la credibilidad de su equipo gobernante.
Pero todo estalló en mayo pasado cuando se conoció el "vídeo de Ibiza", una grabación clandestina en la que se ve a Strache prometiendo a una supuesta empresaria rusa favores políticos a cambio de donaciones ilegales para su partido.
Kurz se vio obligado a dar, una vez más, por terminada una coalición con el FPÖ, alegando falta de confianza en la integridad democrática de Strache y su entorno más inmediato.
Y en la recta final de la larga campaña electoral volvió a estallar un nuevo escándalo en torno a Strache, acusado por su propio antiguo guardaespaldas de cobrar de forma irregular cuantiosas dietas, presentando facturas falsas.
Estas acusaciones parecen haber reforzado más aúnn el mal resultado del FPÖ, que pese al caso Ibiza en las encuestas defendía hasta los últimos días de la campaña un resultado en torno al 20%. Así las cosas, los ultras bajaron hoy al 16%, su peor resultado electoral desde 2006.
Tras quejarse de una campaña mediática en su contra, los máximos dirigentes del partido prometieron en la misma noche electoral "renovarse" y "reconquistar" a los votantes perdidos.