En la UE intentan mandar un mensaje de tranquilidad por la preparación que hay en el continente en comparación con el primer mandato de Trump. Lo cierto es que vuelve a la Casa Blanca en un momento en el que la competitividad de los socios europeos es cuestionable y con una guerra a las puertas del club
Trump se dispone a tomar el control absoluto de EEUU
La victoria de Donald Trump es una mala noticia para prácticamente todas las capitales europeas, salvo en Budapest, donde el ultraderechista Viktor Orbán se prepara para descorchar champán en la cena en la que será el anfitrión de los líderes europeos –Pedro Sánchez ha excusado su presencia por la emergencia de la DANA– con motivo de la celebración de la Comunidad Política Europea y el Consejo Europeo informal.
En la cita del jueves, que congrega a los países de la Unión Europea y otros aliados del continente –entre ellos Reino Unido y también otros en la cola para sumarse al club– se espera la presencia de Volodímir Zelenski, que es a priori uno de los más afectados por el regreso de Trump a la Casa Blanca. El imprescindible apoyo de EEUU a Ucrania se puso cuesta arriba en los últimos meses por las reticencias de los republicanos y la posibilidad de que se corte el grifo con Trump es un temor certero.
La dependencia en seguridadQue la victoria de Trump acarrea problemas desde el punto de vista de la seguridad lo evidencia la reunión de urgencia que han celebrado este miércoles los ministros de Defensa de Alemania y Francia, Boris Pistorius y Sébastien Lecornu, para analizar las consecuencias en “política de defensa de las elecciones estadounidenses para Europa”. Europa depende de EEUU a nivel defensa y el republicano ha llegado a poner en cuestión el papel de la OTAN en este sentido.
También Emmanuel Macron y Olaf Scholz han conversado tras conocerse los resultados. El eje franco-alemán, que opera precisamente con sus liderazgos debilitados, intenta coger las riendas.
“No estamos en 2020 o en 2016, cuando fue una gran sorpresa y creo que entramos en pánico. Ahora tenemos una línea más clara y más confianza”, señala una fuente comunitaria, que intenta ver el vaso medio lleno respecto a la prevención de la UE ante este escenario. En la Comisión Europea se creó un grupo de trabajo para prepararse ante una eventual vuelta de Trump a la Casa Blanca y el mensaje que intentan lanzar algunas capitales es de tranquilidad.
“La Unión es una respetable señora de 70 años, y ya no es la frágil hermana pequeña de Estados Unidos. Es una adulta, vacunada y resistente, próspera y democrática, lista para afrontar los retos del mundo y defender sus valores, con todos sus socios y aliados”, ejemplificaban fuentes de uno de los 27.
Un agujero económico por la guerra comercialAdemás de la seguridad, lo que más inquieta es la guerra comercial en un momento en el que, además, la UE está peleando por no quedar atrás en la carrera productiva por letargo en el que ha entrado una industria poco competitiva en el mundo del siglo XXI. Trump puso aranceles durante su primer mandato y ahora ha amenazado con subir la apuesta en la pugna con China, pero también establecer una tasa genérica de en torno al 10% que afectaría directamente al bloque comunitario, que tiene en EEUU su principal socio comercial.
Un estudio de Goldman Sachs apuntó a que la afectación para la economía europea sería del 1% del PIB, es decir, de unos 150.000 millones de euros. Los más optimistas, no obstante, ven una ventana de oportunidad en el recrudecimiento de la tensión comercial de EEUU con potencias como China. “Un conflicto comercial abierto entre China y EEUU, aunque sería negativo para el crecimiento mundial y la cooperación, podría dar ventajas a algunos países europeos debido a la desviación de comercio”, señalan Judith Arnal y Federico Steinberg en un artículo publicado por el Real Instituto Elcano.
Que gane PutinTrump se ha vanagloriado de que acabaría con la guerra en 24 horas, pero la gran incógnita es cómo y el miedo que tienen los aliados es que sea cediendo ante Vladímir Putin. Antiguos asesores del líder populista han revelado que su posición respecto a Ucrania dista mucho de la que han mantenido Washington o la UE desde que comenzó el conflicto en 2014.
“Trump dejó muy claro que pensaba que Ucrania, y desde luego Crimea, debían formar parte de Rusia”, afirmó Fiona Hill, antigua directora para asuntos europeos y rusos de la Casa Blanca entre 2017 y 2019, según recoge un libro del periodista de The New York Times David Sanger.
Ese es el peor escenario para el fin de la guerra que podrían imaginar los aliados europeos, que siempre han defendido que las bases para las negociaciones de paz tendría que establecerlas Ucrania, como país agredido, y que debería llegar a esa mesa con fortaleza en el campo de batalla. De ahí que se le haya proporcionado ingente ayuda militar.
“El mayor peligro de otra presidencia de Trump es dejar que el presidente ruso, Vladímir Putin, haga lo que quiera con los aliados de Estados Unidos y llegar a un acuerdo con él mientras excluye la aportación ucraniana con ‘una llamada telefónica’. Si esto ocurriera, no sólo Ucrania perdería la guerra y su soberanía, sino que el resto de Europa se quedaría sola ante la amenaza de Rusia y el menguante orden mundial. Las dudosas capacidades militares europeas –y la falta de voluntad para mejorarlas y utilizarlas–, combinadas con unos Estados Unidos neoaislacionistas y desapegados, no podrán disuadir a Rusia de nuevas agresiones, ya que la guerra es la única forma de supervivencia del régimen criminal ruso”, advertía recientemente Patrycja Sasnal, directora de investigación del Instituto polaco de Asuntos Internacionales.
La incertidumbre se apodera de los sociosSi por algo se caracteriza Trump es por la falta de predictibilidad y la incertidumbre no es una buena aliada. En su anterior mandato saltaron por los aires los acuerdos multilaterales. Uno de los más sangrantes fue la salida de los Acuerdos de París para intentar rebajar los daños del cambio climático. Una de las primeras decisiones de Biden fue recuperar aquel pacto.
“El resultado de las elecciones estadounidenses es un revés para la acción climática mundial, pero el Acuerdo de París ha demostrado su resistencia y es más fuerte que las políticas de cualquier país. El contexto actual es muy diferente al de 2016. Hay un poderoso impulso económico detrás de la transición global, que Estados Unidos ha liderado y del que se ha beneficiado, pero que ahora corre el riesgo de perder. El devastador balance de los recientes huracanes fue un sombrío recordatorio de que todos los estadounidenses se ven afectados por el empeoramiento del cambio climático”, expresa Laurence Tubiana, CEO de la European Climate Foundation.
Un riesgo para la democraciaTrump representa, además, la antítesis de muchos de los valores europeos. Su retórica inflamada y su política basada en la exageración, cuando no en la manipulación y los bulos, es un caldo de cultivo para la ultraderecha.
Las fuerzas de ese espectro político se sienten, además, envalentonadas ante la victoria del que es uno de sus grandes referentes mundiales. “¡Una victoria muy necesaria para el mundo!”, ha celebrado el ultraderechista húngaro Orbán mientras hay voces que alertan directamente del riesgo para las democracias.
“A los líderes europeos les preocupa un declive continuado y posiblemente irreversible de las normas democráticas si Trump vuelve a la presidencia. Los europeos están preocupados no solo por la política interna estadounidense -el peligro de que el autoritarismo se extienda en Estados Unidos-, sino también por el impacto en el orden internacional, que creen que podría sufrir un revés aún más grave con un segundo mandato de Trump. A muchos les preocupa que un regreso de Trump pueda envalentonar a otros líderes populistas-nacionalistas en Europa y fuera de ella, como se vio durante su mandato”, advertía antes de las elecciones Laura von Daniels, jefa de la división de investigación sobre América del Instituto alemán para Asuntos de Seguridad.