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Alice Weidel muestra obediencia al ala más radical de Alternativa para Alemania

Alice Weidel muestra obediencia al ala más radical de Alternativa para Alemania

El partido ultraderechista confirma en un congreso en la ciudad sajona de Riesa a su candidata a la cancillería y decide disolver a sus juventudes, consideradas de “extremistas de derecha” por los servicios de inteligencia alemanes

La extrema derecha alemana aprueba ir a las elecciones con la promesa de salir del euro y una defensa de la “remigración”

Cerrar las fronteras por completo, fin de las ayudas a refugiados, endurecimiento del derecho de asilo, bajada generalizada de impuestos, salida del euro, abandono del Acuerdo de París, mantenimiento del carbón como fuente energética y recuperación de la energía nuclear.

Estas son algunos puntos destacados del programa electoral aprobado por Alternativa para Alemania (AfD) en su congreso celebrado este fin de semana en Riesa, localidad situada en Sajonia, un estado del Este del país y uno de los bastiones de la ultraderecha alemana.

El congreso ha servido también para confirmar de manera unánime a Alice Weidel como candidata de AfD a la cancillería. La nominación tiene un carácter simbólico, porque ninguno de los partidos con representación parlamentaria, o que podría estar representado en el próximo Bundestag tras las elecciones del próximo 23 de febrero, está dispuesto a pactar algo con AfD. Los ultras están actualmente en segunda posición con alrededor del 20% de intención en las encuestas de intención de voto, muy lejos de poder gobernar en solitario, por lo que necesitarían coaligar con otra fuerza para entrar en el próximo gobierno alemán.

Pero la confirmación cerrada de Weidel como candidata —a diferencia de elecciones anteriores, en las que hizo dupla con Tino Chrupalla, copresidente del partido— demuestra que no tiene competencia dentro de AfD. Pero ese liderazgo tiene un precio: tener que rendir obediencia pública al ala más radical del partido, cercana a posiciones neonazis.

Un análisis del discurso de Weidel tras designada oficialmente candidata confirma lo que viene siendo la realidad de AfD desde hace años: con 16 banderas nacionales a sus espaldas —una por cada uno de los estados federados del país—, Weidel desplegó una dialéctica tan radical que podría suscribirla hasta Björn Höcke, líder del partido en el Estado germano-oriental de Turingia y poder en la sombra de AfD. Höcke es, de hecho, el mejor y mayor representante de las tendencias nacionalistas-étnicas dentro de AfD. Sin el apoyo de esa facción, difícilmente alguien se puede mantener al frente del partido ultraderechista alemán más exitoso desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

“Reemigración”

El discurso de Weidel estuvo plagado de guiños a la facción de Höcke. Apostó abiertamente por aplicar el plan de “reemigración” [“reemigration”, en alemán]: es decir, la deportación forzada al extranjero de millones de migrantes y refugiados. El concepto “reemigración” viene de las Nuevas Derechas alemanas, que defienden un concepto de ciudadanía basada en criterios étnicos. El activista austriaco Martin Sellner, figura destacada de esas Nuevas Derechas al frente del Movimiento Identitario, es una de las voces que defiende abiertamente el plan de “reemigración”, aplicado no sólo a migrantes sino también a ciudadanos con pasaporte alemán pero de raíces extranjeras.

Otra de las figuras destacadas de esas Nuevas Derechas es el escritor y fundado de la editorial Antaios, Götz Kubitschek, pensador de cabecera de la ultraderecha alemana rayana con el neonazismo. Kubitschek no es oficialmente miembro de AfD, pero estuvo presente en el congreso de Riesa como una de las personas de confianza de Björn Höcke.

La palabra “reemigration” no estaba incluida en el primer borrador del programa electoral aprobado este fin de semana por AfD, pero la presión de la facción más radical acabó imponiéndose, al igual que ocurrió en el congreso previo a las elecciones europeas del pasado año. Esto prueba nuevamente que Höcke tiene el control del partido a pesar de no estar oficialmente en la presidencia del mismo.

El discurso de Weidel dejó un par más de guiños al ala más radical de su partido: en primer lugar, Björn Höcke fue el único líder de la formación ultra que tuvo una mención explícita, con nombre y apellido, en la intervención de la candidata de AfD a canciller. Weidel recordó que ganó las elecciones del pasado otoño en Turingia y lo puso como ejemplo del camino del éxito para el partido. En segundo lugar, prometió acabar con “todos los molinos de viento” que actualmente generan electricidad en Alemania —uno de los viejos caballos de batalla de AfD en su lucha contra las energías renovables— al grito de “molinos de la vergüenza”.

En 2017, Höcke usó misma expresión —“vergüenza”— para calificar el monumento de conmemoración del holocausto levantado en el corazón de Berlín para recordar a las víctimas del nacionalsocialismo. “Nosotros, los alemanes, somos el único pueblo del mundo que ha plantado un monumento de la vergüenza en el corazón de su capital”, dijo entonces Höcke en una calculada provocación estratégica.

 “Padre, madre, niños”

Otro de los puntos clave del programa electoral para la actual campaña es la defensa de la familia tradicional: “La familia es el núcleo de nuestra sociedad”, defiende AfD. Esto puede ser interpretado como otro dardo indirecto a su candidata a canciller. Alice Weidel es homosexual, mantiene una relación una mujer originaria de Sri Lanka con la que cría a dos menores en Suiza. La vida personal de Weidel choca, por tanto, de frente con el concepto de vida tradicional que defiende su partido.

Se podría decir que Weidel y AfD se benefician mutuamente: la candidata hace carrera personal aceptando las contradicciones que la enfrentan con su formación, mientras que el partido ultraderechista la tolera a sabiendas de que su perfil sirve para alejarse de una imagen de radicalidad y abrir la puerta de grupos electorales a priori poco susceptibles a votar a AfD.

Además de la aprobación del programa electoral y la confirmación de la candidatura de Weidel, el congreso de AfD en Riesa deja un tercer titular: la voluntad de AfD de disolver sus juventudes, hasta ahora llamadas Junge Alternative (Joven Alternativa, JA). La Oficina de Defensa de la Constitución —servicios de inteligencia internos— las consideran “extremistas de derecha” y una amenaza para el orden constitucional del país. La dirección del partido también las considera demasiado radicales y quiere crear una organización juvenil menos autónoma y más ligada al partido. Miembros de la JA han defendido abiertamente en redes sociales tesis de nacionalismo étnico como las que representa el Movimiento Identitario de Martin Sellner.

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