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Groenlandia acude a las urnas tras una campaña dominada por las ansias imperialistas de Donald Trump

Groenlandia acude a las urnas tras una campaña dominada por las ansias imperialistas de Donald Trump

La mayoría de partidos defienden la independencia de la isla ártica mientras una única formación defiende estrechar vínculos con EEUU, que continúa insistiendo en anexionarse la isla

Frente a las ambiciones de Trump, Groenlandia acumula pasos para decidir si se independiza de Dinamarca

Poco antes de que empiecen las votaciones para elegir al nuevo parlamento de Groenlandia, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a lanzar un mensaje en redes sociales que supone la enésima injerencia en las elecciones del territorio ártico: “Estamos dispuestos a invertir miles de millones de dólares en Groenlandia para crear nuevos puestos de trabajo y haceros ricos”, escribió el presidente en su red Truth Social.

Este mensaje llega tan solo una semana después que el mandatario de la Casa Blanca dijera, entre risas en el Congreso norteamericano, que se haría con el territorio ártico “de una forma u otra”.

Lo cierto es que nunca antes había ocurrido que el mundo siguiera con tanta atención unas elecciones en las que 40.000 personas están llamadas a votar para elegir a los 31 diputados del Inatsisartut. A las votaciones se presentan seis partidos y la mayoría de ellos quiere la independencia para dejar de ser una región autónoma del Reino de Dinamarca.

De hecho, la discusión política sobre el grado de autonomía no es un tema nuevo del debate en Groenlandia, especialmente después de que en el año 2009 el gobierno de Nuuk acordara con Copenhague la opción legal de celebrar un referéndum de autodeterminación. Pero en esta ocasión, las continuas referencias de Donald Trump para hacerse con el control de Groenlandia han trastocado por completo el escenario y las relaciones con Dinamarca: “Casi todo en estas elecciones ha girado en torno a la independencia y a decidir nuestro futuro, se ha hinchado mucho el debate y esto ha puesto a la gente nerviosa”, admitía el Masaana Egede, editor jefe del principal periódico groenlandés, Sermitsiaq.

En Nuuk, algunos groenlandeses temen haberse convertido en los peones de un juego geopolítico que se ha materializado en las ambiciones de EEUU. Para otros, en cambio, la retórica amenazante de Trump ha servido para acelerar el debate sobre la independencia y renegociar las condiciones de Gobierno con Dinamarca: “Cuando Trump Jr. aterrizó en Nuuk casi todos los políticos daneses se acercaron y comenzaron a hablar con los groenlandeses sobre Groenlandia, algo que ha sido muy difícil durante muchos años”, decía Egede.

“Ni daneses ni estadounidenses”

La colonización danesa en la isla ártica duró algo más de dos siglos, hasta que en 1979 Groenlandia recibió la autonomía y en el año 2009 obtuvo el estatus actual de autogobierno, a pesar de que Dinamarca se reserva las competencias en defensa y política exterior. Pero el periodo colonial danés dejó profundos agravios entre la población inuit (cerca del 88%) que continúan marcando las relaciones de hoy con Dinamarca.

Uno de los escándalos que ha tensado más las relaciones entre los dos gobiernos en los últimos años es la revelación de que durante varias décadas del siglo XX, a al menos 4.500 mujeres inuits se les implantaron dispositivos intrauterinos sin su consentimiento, a pesar de que algunas de ellas tan solo eran niñas de 13 años. El objetivo de las autoridades danesas era limitar la tasa de natalidad entre la población indígena. Otro caso es el de la separación de niños groenlandeses que fueron arrancados de sus familias y trasladados a vivir a Dinamarca. En el año 2022, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, pidió disculpas públicamente a seis de los afectados. Y más recientemente, la televisión pública danesa DR emitió un documental acerca de los beneficios que ha supuesto para Dinamarca la extracción del mineral de criolita durante décadas.

En este contexto, el primer ministro groenlandés, Mute Egede (miembro del partido Inuit Ataqatigiit), ha repetido en todo momento: “No queremos ser estadounidenses ni daneses; somos kalaallit” (en referencia al nombre que recibe la población indígena de Groenlandia), mientras que la independencia es un objetivo a largo plazo para su partido.

De hecho, según una de las pocas encuestas que se han hecho recientemente al electorado groenlandés, el 85% no quiere que su isla se convierta en territorio estadounidense. Esa misma encuesta, elaborada por los periódicos Berlingske (danés) y Sermitsiaq (groenlandés), indica que el 84% desea la independencia de Dinamarca, pero el 45% la quiere solamente si no representa un impacto económico en su nivel de vida. En ese sentido, la subvención anual que otorga Dinamarca de 522 millones de euros (más de la mitad del presupuesto público y el 20% del PIB de la isla) es el principal argumento para los groenlandeses que tienen reticencias a cortar los vínculos con Dinamarca cuanto antes mejor.

El segundo partido que forma la actual coalición de gobierno, la formación de corte socialdemócrata Siumut, se presenta a las elecciones en medio de disputas internas acerca de cuándo se debería celebrar un referéndum. Su líder, Erik Jensen, ha calificado de “preocupantes” las ambiciones de Trump y ha dejado claro en campaña de que no hay prisa para separar Groenlandia de Dinamarca, aunque este es oficialmente el objetivo de su partido. Según los analistas, de las dos formaciones en el gobierno de coalición actual, el partido Inuit Ataqatigiit sacaría unos mejores resultados en las votaciones.

En el otro lado, el partido populista Naleraq representa la principal formación en la oposición, cuya popularidad ha ido en aumento por su defensa férrea de la independencia con la celebración de un referéndum cuanto antes. Esta es la formación que ha recibido con mayor interés la propuesta de Donald Trump, y aboga por acordar en el futuro un tratado de libre asociación con los EEUU, a cambio de recibir protección económica y de defensa. Según las encuestas, el partido podría aumentar el porcentaje de votos en las elecciones del martes del 12% que sacó en 2021 hasta el 16,5%.

El editor y periodista Masaana Egede se lamenta de que la presión del mundo exterior en las elecciones no ha permitido que durante la campaña se hable de muchos de los temas que afectan en el día a día de los groenlandeses, más allá de la independencia: “Los precios de los alimentos en nuestros supermercados son de los más elevados del mundo, el precio de la vivienda en Nuuk es el mismo que en Copenhague, mientras que nuestro sistema sanitario sufre porque la mayoría de profesionales son temporales que vienen de Dinamarca”. Más allá de estos problemas, el territorio ártico arrastra otra serie de problemas sociales, como el alcoholismo y un alto índice de suicidios. La desigualdad y la distribución de la renta también es más dispar en Groenlandia que en Dinamarca, una estadística que acerca el territorio ártico más a los EEUU que a los países nórdicos.

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