Antes del encuentro que Meloni ha intentado jugar como una carta para aumentar su influencia dentro de la UE, Trump dibujaba la visita como parte del besamanos que han protagonizado distintos países desde la aplicación de los aranceles
Los equilibrismos de Meloni en Washington: complacer a Trump sin enfadar a los aliados europeos
El presidente estadounidense Donald Trump se ha mostrado optimista ante su homóloga italiana, Giorgi Meloni. En la reunión de este jueves en la Casa Blanca - la primera vez que un mandatario europeo visita a Trump después del inicio de la guerra comercial - el republicano ha mostrado buena sintonía con la dirigente de extrema derecha.
El viaje que tenía que servir para impulsar el perfil político de la primera ministra italiana Giorgia Meloni se ha convertido en un caramelo envenenado en medio del caos arancelario de Donald Trump. La líder de extrema derecha se ha reunido este jueves en Washington con su homólogo estadunidense para seguir allanando las negociaciones arancelarias durante la tregua parcial de 90 días. Una pausa en la que, de momento, ya se está aplicando un impuesto de 10% a los productos europeos y que en julio podría pasar a ser del 20%. Meloni ha asegurado a su llegada ante el presidente estadounidense que cree en la “unidad de Occidente” y en que “simplemente” hay que hablar para llegar a un acuerdo arancelario, que ha dicho estar segura de poder alcanzar.
“Estoy segura de que podemos alcanzar un acuerdo, y estoy aquí para ayudar en eso. No puedo cerrar este acuerdo en nombre de la Unión Europea”, ha defendido Meloni ante la pregunta de si la UE se replantearía volver a aplicar los aranceles de represalia de no poder cerrar ningún acuerdo comercial. La italianana también ha aprovechado para extenderle una invitación a Trump para que visite su país y ha insistido en su papel como mensajera entre Estados Unidos y Europa: “Estoy aquí para encontrar la mejor forma de fortalecernos mutuamente a ambos lados del Atlántico”
Cuando el magnate anunció por primera vez los aranceles en su “Día de la Liberación” la reacción de la italiana fue comedida: aunque dijo que era una decisión “absolutamente equivocada”, también afirmó que la reacción de los mercados era exagerada y que no había para tanto. Meloni buscaba el punto medio entre sus intereses, la lealtad a la Unión Europea y el no hacer enfadar al líder de la Internacional Ultra.
El optimismo que rebosaba Trump este jueves no solo ha sido para Europa, sino también para China, a quien ya anunció un aumento de los aranceles hasta el 245%. “Oh, vamos a hacer un acuerdo. Creo que vamos a lograr un muy buen acuerdo con China”, ha asegurado el presidente en respuesta a la pregunta de si tenía planeado llamarse con su homólogo Xi Jinping.
Este jueves, antes del encuentro que Meloni ha intentado jugarlo como una carta para aumentar su influencia dentro de la UE, Trump dibujaba la visita como parte del besamanos que han protagonizado distintos países desde la aplicación de los aranceles. “Tuve una llamada muy productiva con el presidente de México ayer. Del mismo modo, me reuní con los representantes comerciales de más alto nivel de Japón. Fue una reunión muy productiva. ¡Todas las naciones, incluida China, quieren reunirse! ¡Hoy, Italia!”, escribía Trump. Meloni quería presentarse como la europea que contaba con los oídos del republicano, y este rebajaba el encuentro a una visita de pleitesía.
El equilibrismo de MeloniMeloni, que fue la única mandataria europea que estuvo presente en la toma de posesión de Trump, lidiaba con la presión de lograr ser un puente entre la UE y Estados Unidos. Además, tenía que demostrar que es una de las mejores amigas de Trump en el Viejo Continente sin quebrar la confianza de los socios europeos. A pesar de ser una dirigente ultra como el húngaro Víktor Orban, Meloni ha logrado la aceptación y reconocimiento del resto de socios europeos por su cierre de filas con Ucrania. La líder de extrema derecha, cuenta con el respaldo de la presidenta de la Comisión Europa, Ursula Von der Leyen.
Parte de este equilibrismo ya lo ha estado ejecutando desde que Trump llegó al poder. Después de la esperpéntica escena vivida en el Despacho Oval en la que el presidente estadounidense y su segundo acorralaron a gritos al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, Meloni se puso de perfil y evitó pronunciarse.
El formar parte de la familia ultra tendría que suponer un alivio para la italiana y una garantía de acercamiento, pero en realidad de era más un elemento de presión. Meloni se ha jactado de su capacidad de influir sobre el presidente estadounidense y este lunes en el Despacho Oval tenía que demostrarlo. La italiana no podía fallar, especialmente si se comparaba su visita con la de otros mandatarios europeos que no son de la misma cuerda de Trump, como fue el caso del primer ministro francés Emmanuel Macron. El galo logró encandilar una vez más al estadounidense sin necesidad de compartir visiones e incluso pudo permitirse corregirlo ante las cámaras y salir indemne.
Meloni ha contado con un cálido recibimiento por parte de Trump además de su aprobación. “Me gusta mucho. Creo que es una gran primera ministra. Está haciendo un trabajo fantástico en Italia. Y estamos muy orgullosos de ella”, decía el presidente, e insistía: “Es una de las verdaderas líderes del mundo y estoy muy orgulloso de estar con ella.” Las palabras del magnate seguramente hayan dejado mucho más tranquila a la primera ministra.
Antes del viaje de la líder de extrema derecha, tanto el comisario de Comercio de la Unión Europea, Maros Sefcovic, como el ministro de Economía español, Carlos Cuerpo, ya habían protagonizado reuniones con sus homólogos estadunidenses. El lunes, Sefcovic abandonaba Washington sin grandes avances y el martes Cuerpo definía la conversación con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, como “útil y constructiva”. El ministro español aseguraba que había que seguir “teniendo la mano” a Estados Unidos. En un escueto comunicado el miércoles sobre el encuentro, Bessent exigía a España aumentar el gasto en Defensa y eliminar la tasa Google.