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Argentina despide a Francisco haciendo "lío" en una procesión en la que los excluidos fueron mayoría

Argentina despide a Francisco haciendo

Jóvenes, marginados y militantes sociales se reunieron para homenajear al pontífice, que hoy tuvo su funeral en Roma. La misa del arzobispo de Buenos Aires, García Cuerva, en las escalinatas de la Catedral, se transformó en una fiesta popular, reflejo del legado de un papa que buscó una relación cercana al pueblo

No fue una despedida masiva que pueda equipararse a la dimensión que Jorge Bergoglio cobró a nivel mundial a lo largo de los 13 años que duró su papado.

Pero fue el homenaje que más lo representó: una plaza de Mayo en la que los excluidos fueron la mayoría.

Miguel Infante tiene 35 años y llegó desde Santa Cruz hace dos semanas. Viajó en un avión que pagó el hogar Granja Padre Mugica para ayudarlo a sanar sus adicciones. Está en la plaza junto a Federico Galiano, formoseño de 31 años. Como Miguel, es adicto y también llegó de Santa Cruz para alojarse en la granja. Llevan una cartulina azul que dice “una Iglesia pobre para los pobres, gracias por todo papa”, escrito con rotuladores negros. Miguel dice: “El papa es para mí la liberación de las drogas, de la pobreza, la esperanza”. Federico agrega: “Francisco es a lo que podemos aferrarnos para salir adelante”.

La Catedral de Buenos Aires, la que vio salir al cardenal Jorge Bergoglio para convertirse en el primer papa latinoamericano, despidió este sábado a su sacerdote más famoso. Los alrededores de la Plaza de Mayo amanecieron rodeados por un inmenso operativo policial. Sobre la Diagonal Norte, 12 camionetas y un camión de la Gendarmería, a los que se sumaron una autobomba de los bomberos y unos 20 baños químicos preparados para recibir una multitud que no llegó. Frente a la Catedral se montó un escenario y el corralito vallado para los invitados especiales. Fueron muchas las sillas que quedaron sin ocupar.

Fotografía aérea de decenas de personas reunidas en la Plaza de Mayo este sábado, en Buenos Aires (Argentina).EFE/ Stringer Fotografía aérea de decenas de personas reunidas en la Plaza de Mayo este sábado, en Buenos Aires (Argentina).EFE/ Stringer

La misa para homenajear al papa incluyó un operativo que pareció una reproducción en pequeño del festival de música Lollapallooza. Pantallas gigantes, puestos de hidratación, ambulancias y socorristas. El cotillón papal tampoco faltó. A los pañuelos verdes, violetas, naranjas y celeste este sábado se sumó el mitad amarillo, mitad blanco. Rosarios a 2.000 pesos, banderas del Vaticano a 8.000 –6.000 si incluían el rostro de Francisco–, y ramos de crisantemos –por supuesto amarillos y blancos– a 3.000, también fueron parte de la despedida.

El despliegue quedó holgado para la cantidad de fieles que se acercaron y dejaron más de media plaza vacía. Pero los que si llegaron parecen representar fielmente su legado. Fueron mayoría los jóvenes –a los que no se cansó de pedirles que “hagan lío”–, los viejos y los marginados, llegados desde las periferias, el conurbano bonaerense y el sur de la Ciudad. Estuvieron los boyscouts y los movimientos sociales, el Evita, la CCC, la Utep. Y como Francisco, quería hicieron lío. A la solemnidad de la misa le sumaron bombos y petardos. Hasta el arzobispo de Buenos Aires, José María Cuerva, tuvo que pedirles que “aflojen” un poco con el bombo porque entre tanto entusiasmo ni se enteraron de que se había pedido un minuto silencio.

Sonia Martínez dirige un comedor en Berazategui. Llegó con sus compañeras y a medida que habla de Francisco se emociona. “Siempre nos ha apoyado, ha luchado por los pobres para que podamos brindar un plato de comida”. Sonia cuenta que el comedor abre tres veces por semana, pero que deberían hacerlo todos los días para poder darle de comer a las cien personas que asisten, el doble que a fines de 2023, cuando asumió Javier Milei. “Cada vez tenemos menos, no recibimos nada del Gobierno, es un milagro lo que hacemos”, dice. Sonia espera que el próximo papa siga en la misma línea que Francisco.

A lo largo de Avenida de Mayo y Diagonal Norte los pasacalles repiten las frases de Francisco: “hagan lío” y la “iglesia en la calle”. En las escalinatas de la Catedral, donde se montó el escenario, García Cuerva las repite y agrega uno de los párrafos más aplaudidos: “la Iglesia es un hospital de campaña que recibe a todos, a todos, a todos”.

Sentados en la primera fila y al reparo del vallado que separa a los comunes de los especiales, escuchan los pocos políticos que asistieron, desde la vicepresidenta Victoria Villarruel hasta el gobernador Axel Kicillof. Entre obispos, sacerdotes y representantes extranjeros se mezclan el jefe de Gobierno porteño Jorge Macri –el único en abalanzarse sobre los periodistas–, su antecesor Jorge Telerman, la ex gobernadora María Eugenia Vidal, y los diputados de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro, y la kirchnerista Victoria Tolosa Paz. Escuchan a García Cuerva hablar de un papa que “fue el padre de todos, pero especialmente de los descartados”, y pidió a la Iglesia ir “hacia las periferias geográficas pero también las existenciales”.

García Cuerva, en la previa a la misa de este sábado afuera de la Catedral. García Cuerva, en la previa a la misa de este sábado afuera de la Catedral.

Del otro lado del vallado un hombre y una mujer escuchan de pie, solos entre la multitud. Llevan en alto dos banderas de Palestina unidas a la de Argentina. Con la muerte del papa perdieron a uno de los pocos líderes mundiales que se atrevió a levantar la voz para acusar la masacre en Gaza. “Fue muy importante ante el silencio del mundo, sus palabras fueron una manera de mostrar que es el representante de Jesús en la tierra, de los que menos tienen, fue un gran promotor de la justicia social, esperemos que el próximo papa siga sus pasos”, pide Santiago Farias aferrado a su bandera.

“Andá al cielo y hace mucho lío desde allá”, lo despide García Cuerva, y comienza una procesión que lleva la foto del papa Francisco subida a un jeep del Ejército para rodear la plaza. La misa termina, pero empieza la fiesta. Por los altoparlantes ya no se escuchan rezos ni música santa. Suena una murga a todo volumen, hay baile, hay petardos, olor a choripán, humo de colores. Hay lío en la despedida del papa Francisco.

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