"Como Putin tiene dificultades de vender su victoria, quiere más. Quiere territorios que no controla. Ese es exactamente el momento en el que nos encontramos y EEUU se ha dado cuenta", dice Baunov
Putin no iguala la apuesta: los malabares de Rusia para dar largas al cara a cara con Zelenski sin enfadar a Trump
Cuando Alxander Baunov publicó su libro 'The end of the regime: how three European dictatorships ended' [El final del régimen: cómo acabaron tres dictaduras europeas], se convirtió para su sorpresa en un best seller en Rusia sin apenas aparecer en los medios.
Muchos rusos buscaban pistas para el putinismo en el final de las dictaduras de España, Portugal y Grecia analizadas por Baunov. “Se compara a Rusia constantemente con las dictaduras del bloque soviético, pero las subestructuras del régimen ruso están mucho más cerca de las últimas dictaduras de derechas de Europa”.
Baunov, investigador sénior del think tank estadounidense Carnegie Russia Eurasia Center, trabajó como periodista para varios medios nacionales e internacionales y antes estuvo cinco años en el servicio diplomático del Ministerio de Asuntos de Exteriores ruso. Baunov visitó España la semana pasada en el marco de las jornadas 'Rusia, exilio y lucha por la democracia', organizada por CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) y la fundación Friedrich Ebert Stiftung. El investigador atendió a elDiario.es para hablar sobre el proceso de negociación y la naturaleza del gobierno de Vladímir Putin.
¿Estaba pensando en Rusia mientras escribía su libro? ¿Extrajo lecciones o conclusiones sobre el putinismo?
La pista sobre el putinismo es muy sencilla. Normalmente se compara a Rusia constantemente con las dictaduras del bloque soviético, lo que no es el caso por dos razones. En primer lugar, las subestructuras del régimen ruso están mucho más cerca de las últimas dictaduras de derechas de Europa porque su base económica es la economía de mercado con intervención estatal. No es un mercado completamente independiente, pero incluso vemos hoy en día que en Estados Unidos tampoco es completamente independiente del Gobierno.

El otro elemento es un nacionalismo que tiende a no ser un nacionalismo étnico. Rusia se sigue considerando un imperio y por eso Putin siempre evita promover el nacionalismo étnico ruso y es precisamente criticado por ello por los nacionalistas étnicos rusos. Según esta doctrina, el Estado es el principal valor de la sociedad rusa y los rusos son los que aman a su Estado más que a sí mismos. Rusia es mucho más que un país: esa es la ideología. Por eso han inventado el concepto de país-civilización, el cual es muy nuevo y está tratando de sustituir al marxismo-leninismo, el pasado soviético o las ideologías nacionalistas en la Europa del Este.
El paralelismo es muy claro. Es muy similar a la concepción de [António de Oliveira Bueno] de Salazar sobre el lusotropicalismo, es decir, que Portugal no es solo un país europeo, sino una civilización multirracial, multiétnica, transnacional y transoceánica; algo muy diferente de Francia, Alemania o incluso Reino Unido. Ese es exactamente el concepto que intentan reproducir, incluso sin ser conscientes de lo que están reproduciendo.
En ese marco, ¿cuál es el camino hacia la democratización?
Muy simple. En primer lugar, lo que ocurrió en el pasado puede ocurrir en el futuro. Ahora estamos concentrados en que el camino o destino de Rusia es ser una autocracia. Tanto el Kremlin como muchos de sus críticos promueven esta idea y se ayudan mutuamente. Pero la experiencia de mi generación es que una autocracia que se consideraba eterna puede desaparecer en una transición de pocos años.
La transición de Rusia, por ejemplo, fue igual de rápida que la transición en España. En 1986 nadie podía imaginarse en la URSS que en cuatro años el poder del Partido Comunista y todo su sistema económico desaparecería por completo y sería sustituido por algo totalmente diferente. Tiene muchas similitudes con España porque fue apoyada por cuatro fuerzas principales: las partes más racionales de la nomenklatura, es decir, toda la élite del régimen; la oposición; la emigración; y Occidente, es decir, las democracias liberales del mundo. Ocurrió en la URSS, ocurrió en España y nada impide que ocurra una una vez más en Rusia.
Moscú tiene la esperanza de que después del alto el fuego se produzca un cambio de gobierno en Kiev y Ucrania gire gradualmente a una nueva versión de Bielorrusia, en el mejor de los casos, o de Georgia
El Kremlin trata de convencer al mundo de que la forma actual del Estado ruso es su forma natural y eterna. Realmente es algo artificial y todo el mundo sabe que es muy frágil. Incluso el régimen lo sabe. La represión aumentó después de 2022 porque saben que la guerra contra Ucrania no ha hecho más estable al régimen, sino más frágil.
Es difícil de entender cómo la guerra debilita al Gobierno si gran parte de la población apoya la invasión.
En la superficie, se reúnen en torno a la bandera y muchos rusos han encontrado un sentido de vida, pero en las autocracias, la sociología de la dictadura es algo complejo. Antes del 19 de febrero de 1917, por ejemplo, la mayoría de los rusos eran monárquicos y en tres años eso desapareció.
La mayoría de la población no apoya la guerra, sino el poder y el poder es el que está haciendo la guerra. Hay un seguimiento al poder haga lo que haga. Solo una minoría sigue su conciencia, pero la estrategia de supervivencia para la mayoría de la gente, no sólo en Rusia, es no oponerse a las autocracias, no oponerse a la ideología oficial y no separarse abiertamente de la mayoría.

La mayoría no está con la guerra, sino con el poder, lo cual es muy típico de la autocracia. Piensa en el error de Manuel Fraga en la transición. Él se apoyaba en el llamado franquismo sociológico porque sus encuestas apoyaban la continuación de la realidad tal y como era antes. No al régimen, pero no apoyaban un cambio brusco, así que su estrategia política en ese momento se basaba en que la mayoría de la población eran los llamados franquistas sociológicos. Por eso no apoyaba una democratización ni una legalización muy rápida de la izquierda. Esa era su apuesta y perdió. Confiaba demasiado en esta sociología autoritaria.
Ahora en Rusia ocurre lo mismo: se puede ver una movilización en torno a la guerra y el poder, pero generalmente no es porque la mayoría de la gente comparta una ideología definida, sino que simplemente comparten la idea de que la mejor estrategia de supervivencia en este mundo es estar lo más cerca posible del poder y de la mayoría.
Han pasado tres meses desde el inicio de los esfuerzos de mediación de EEUU para las negociaciones de paz ¿Dónde estamos y cómo describiría el momento actual?
Yo no soy muy optimista con el proceso de negociación. Trump, Putin e incluso Zelenski no están preparados, aunque de alguna manera todos ellos están siendo sinceros con lo que está pasando.
Imaginemos que Putin acepta incluso lo que promueve Trump, es decir, unas condiciones de paz que en su mente son muy generosas: reconocimiento de Crimea como parte de un país diferente —no es solo la división de un país, que ha sucedido muchas veces después de guerras como Yugoslavia o Libia, sino el reconocimiento oficial, que no ha pasado nunca, al menos en Europa—, levantamiento de parte de las sanciones, normalización de los lazos económicos e incluso congelar la línea del frente.
Para Putin es muy difícil vender este acuerdo de paz tras su propaganda de guerra
Básicamente la propuesta que ofrece Trump a Putin es parar la guerra y que Rusia recupere lo que tenía antes de la ofensiva ¿Entonces de qué ha servido la guerra? El único elemento nuevo es que Rusia controla ahora más territorio que antes de la guerra. Quizá sirve para justificar el esfuerzo bélico, pero no controla ni siquiera ninguna capital regional nueva comparado con antes de la guerra.
Desde la perspectiva de Putin, después de tres años de esfuerzo militar con enormes pérdidas —no tanto comparado con las guerras de principios y mediados del siglo XX, sino con Chechenia, Siria, Georgia y la primera guerra de Ucrania...— con esta oferta no consigue nada nuevo.
Putin dijo al principio de la guerra que no quería tomar territorios y se hablaba más de un cambio de régimen en Kiev
Piensa en la mentalidad y en el marco de la guerra por la propaganda rusa: Ucrania es un Estado artificial, sus fronteras son artificiales, el pueblo ruso sufre de discriminación —de hecho hubo algunas restricciones lingüísticas en Ucrania—, estos territorios siempre han sido rusos, la población no es ucraniana… En parte es verdad, pero ¿cuánto tiempo vamos a retroceder en la historia?
Para él es muy difícil vender este acuerdo de paz a la población en este contexto. No es que la mayoría de la gente fuese a protestar, pero piensa en el papel histórico de Putin y cómo sería analizado en el futuro. Los objetivos no se han cumplido. Comparemos la victoria que propone Trump, sin ni siquiera el cambio de régimen en Kiev, al que se acusa constantemente de neonazi, con la victoria de Stalin sobre los nazis con la bandera roja sobre el Berlín, el cambio completo del régimen, desmantelamiento del país...
Se compara a Rusia constantemente con las dictaduras del bloque soviético, pero las subestructuras del régimen ruso están mucho más cerca de las últimas dictaduras de derechas de Europa
En el futuro, para los historiadores y las futuras generaciones de rusos sería imposible explicar o justificar este esfuerzo masivo por tan modestos logros. Como Putin tiene dificultades de vender su victoria, quiere más. Quiere territorios que no controla. Ese es exactamente el momento en el que nos encontramos y EEUU se ha dado cuenta de que estas son sus condiciones. Es muy difícil imaginar que Ucrania deje pacíficamente territorios que controla, pero que Rusia ha declarado oficialmente como territorio ruso —lo cual complica enormemente cualquier negociación—.
Esto pasa solo en caso de rendición y por eso Putin insiste en que Ucrania renuncie a esas regiones, para que parezca una capitulación tanto de Ucrania como de Occidente. Eso lo puede vender como una victoria sin cambiar la bandera en Kiev, pero ningún gobierno ucraniano funcional puede permitirse algo así.
Pero si esto acaba con un cambio de fronteras, será más difícil para Rusia volver a conseguir algún día un régimen más cercano en Ucrania, que es lo que decían al inicio de la guerra, ¿no?
Putin cree, primero, en la fuerza de la propaganda y, en segundo lugar, en la fuerza de los valores comunes. No es sólo Rusia como un país-civilización, sino el llamado russkiy mir (mundo ruso). Es muy similar a la concepción de Salazar del tropicalismo luso, que significa que hay un cierto espacio no necesariamente habitado por rusos étnicos, pero que comparte los mismos valores, la misma visión de la historia que el actual Gobierno ruso.
¿Cuál es la experiencia de Putin? Bombardeó con fuerza Chechenia, destruyó absolutamente su capital, puso a sus aliados como proxy y ahora los mismos chechenos bombardeados están luchando en el lado ruso contra los ucranianos. La guerra acabó a principios de los 2000 y ya en 2008 los chechenos estaban luchando en el lado ruso contra Georgia en Osetia del Sur.
La mayoría de la población no apoya la guerra, sino el poder y el poder es el que está haciendo la guerra. Hay un seguimiento al poder haga lo que haga. Es una estrategia de supervivencia en las autocracias: no oponerse a la ideología oficial y no separarse abiertamente de la mayoría
Tras el reconocimiento oficial de Rusia de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, que eran independientes de facto, existía la impresión de que los georgianos nunca se acercarcarían y que odiarán a Rusia para siempre. Sin embargo, lo que vemos ahora es que el Gobierno georgiano, a pesar de la naturaleza y la UE escrita en su constitución, se acerca cada vez más a Rusia. Han suspendido las conversaciones sobre la adhesión a la UE, no hay ni una sola mención de los objetivos para unirse a la OTAN y no se han unido a las sanciones contra Rusia.
Moscú tiene la esperanza de que algo similar puede suceder en Ucrania después del alto el fuego o pausa de la guerra. Que se produzca un cambio de gobierno en Kiev y que Ucrania gire gradualmente a una nueva versión de Bielorrusia, en el mejor de los casos, o de Georgia.
¿Pero no se consideraba a Zelenski al principio un candidato demasiado blando con Rusia?
Putin es muy contundente en este asunto. Zelensky no era el candidato de Moscú y por eso no era importante lo que decía. Decía que quería la paz, reconciliar a Ucrania con el Donbás… Pero Moscú tenía un candidato diferente. Putin promovió a [Víktor] Medvedchuk. El propio Putin fue el padrino de bautizo de la hija de Medvechuk.