El Ejército israelí anuncia que ha abierto dos centros de distribución de ayuda en el sur de la Franja, supervisados por una "empresa de seguridad civil" de EEUU
La decisión de Israel de permitir la entrada a Gaza de un “mínimo” de ayuda humanitaria desemboca en saqueos
Después de varias semanas de expectación, Israel ha anunciado este martes que ha dado comienzo a la distribución de ayuda humanitaria en Gaza a través de un opaco mecanismo que ha recibido críticas por parte de Naciones Unidas y de otras organizaciones humanitarias que se han encargado de la asistencia en la Franja desde el inicio del conflicto hace más de un año y medio.
El jefe humanitario de la ONU, Tom Fletcher, había calificado el plan de “cortina de humo para una mayor violencia y desplazamiento”, cuando aún no se conocían todos los detalles, como los que desveló hace algunos días el periódico israelí Haaretz. Según este medio, la empresa elegida para gestionar el mecanismo es la estadounidense Safe Reach Solutions (SRS), sin experiencia previa en este ámbito y que fue elegida por el Gobierno de Benjamín Netanyahu a través de un proceso poco transparente.
El Ejército israelí ha dicho este martes en un comunicado que una “empresa de seguridad civil estadounidense” es la encargada de supervisar los centros de distribución de ayuda, dos de los cuales han empezado a funcionar hoy en las zonas de Tel al Sultan y el corredor de Morag, en el área de Rafah (sur de Gaza). Según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), este martes ya se han distribuido paquetes de comida a miles de familias palestinas.
Desde la Franja, han llegado imágenes de aglomeraciones de personas que irrumpieron en el perímetro de un centro de distribución de Rafah, después de hacer largas colas, y ya se han registrado los primeros incidentes. El Gobierno de Gaza, controlado por el grupo palestino Hamás, ha denunciado que las tropas israelíes han abierto fuego contra los civiles que han acudido a recibir la ayuda; las FDI han dicho que realizaron “disparos de advertencia” en el exterior del centro de distribución. Según la agencia de noticias AP, se han escuchado disparos de artillería y un helicóptero militar sobrevolaba el lugar.
El periodista gazatí Muhammad Shehada, que vive en Europa, ha criticado en la red social X la poca cantidad de comida incluida en esos paquetes de comida, que no incluyen agua ni combustible, por lo que la pasta o las legumbres no se pueden cocinar. También señala que son productos israelíes por su etiquetado y eso significa que hay empresas locales que se están beneficiando del plan del Gobierno.
El Ejército israelí ha distribuido imágenes de uno de los centros, completamente vacío, y de los paquetes de comida que supuestamente se han empezado a repartir entre la población. “La creación de los centros de distribución se produjo en los últimos meses, facilitada por la cúpula política israelí y en coordinación con el Gobierno estadounidense”, ha asegurado.
En total, han sido establecidos cuatro centros de distribución en la Franja por parte de esa empresa estadounidense, que las FDI no nombran en su comunicado. Según un mapa castrense, tres de los centros están en la zona occidental de Rafah, próximos a la costa mediterránea, y otro en el centro de la Franja, más cerca de la divisoria con Israel. En la mayor parte del territorio del enclave no hay puntos de distribución y esa es una de las principales críticas a este plan, ya que obligaría a la población de Gaza a recorrer grandes distancias, en medio de los bombardeos y con las dificultades logísticas por la falta de medios de transporte, combustible, etc.

Desde Ginebra, el portavoz de la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU, Jens Laerke, ha declarado: “Hemos visto esas fotos, pero nadie sabe si es cierto o no”. Además, Laerke ha reafirmado que su organización no está participando en el plan que “es una distracción de lo que se necesita en realidad”. Después de unos 80 días de bloqueo absoluto impuesto por Israel sobre la Franja, la semana pasada empezaron a llegar algunos suministros básicos, pero en cantidades muy por debajo de las necesidades de los más de dos millones de habitantes que están al borde de la hambruna.