¿Por qué tres años después del referéndum del Brexit Reino Unido no ha salido de la UE? La respuesta está en la isla de Irlanda. El porvenir de la frontera (hoy invisible) entre la región británica de Irlanda del Norte, que quedará fuera de la UE cono el resto de Reino Unido, y la República de Irlanda, un país independiente Estado miembro de la UE, ha sido la causa principal de las dos prórrogas solicitadas por Reino Unido y del triple rechazo de la Cámara de los Comunes al acuerdo negociado por Theresa May en Bruselas.
Ahora, Boris Johnson acaba de lograr un nuevo acuerdo con la UE que propone una solución alternativa para la frontera y que se votará este sábado en la Cámara de los Comunes.
Nadie quiere que se levante una frontera física en Irlanda, pero la unión aduanera de la UE dificulta esta posibilidad. Una unión aduanera es un área de libre comercio que establece una tarifa exterior común, es decir, todos los Estados miembros fijan una política comercial común. Como resultado, se elimina toda revisión fronteriza.
Si Reino Unido, y en consecuencia Irlanda del Norte, salen de la unión aduanera, se tendría que levantar algún tipo de frontera en Irlanda para que productos de fuera de la unión aduanera no entren libremente en la misma, con el perjuicio que eso supondría para los Estados miembros. A ello se suma la ingente e internacionalmente conocida regulación comercial de la UE. Una hipótesis: sin frontera, Irlanda del Norte podría importar salmón transgénico (prohibido por la UE) e introducirlo libremente en el continente a través de Irlanda.
Un factor social e histórico hace especialmente grave la creación de una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte. En 1920, Reino Unido, que controlaba toda la isla de Irlanda, aprueba la ley de Gobierno de Irlanda, que divide la isla entre Irlanda del Sur e Irlanda del Norte. Un año después, un nuevo tratado abre la puerta a la creación de un Estado libre irlandés, que se fructificó en 1949. Irlanda del Norte seguía siendo parte de Reino Unido.
En 1968 se considera que comienza el conflicto moderno en Irlanda del Norte entre los nacionalistas irlandeses, cuya máxima expresión es el IRA (Ejército Republicano Irlandés), y los unionistas. Unos defendían la unificación de toda la isla de Irlanda en un solo estado independiente y otros, la permanencia en Reino Unido. En 1998, el Acuerdo de Viernes Santo puso fin a la violencia y poco a poco la frontera se hizo invisible.
En el tratado, las partes reconocen que una mayoría de personas en la isla de Irlanda es favorable a la reunificación entre Irlanda e Irlanda del Norte, pero a su vez aclara que una mayoría en Irlanda del Norte aboga por la permanencia de esta nación en el Reino Unido. De hecho, el acuerdo abre la posibilidad a una reunificación de la isla en un referéndum. Desde el punto de vista social, la frontera invisible ha ayudado a aliviar una violencia que ha durado décadas. De ahí el empeño tanto de Reino Unido como de la UE de no levantar una frontera en la isla.
La solución: fuera pero dentroDesde el principio, el principal tema de las negociaciones del Brexit entre la UE y Reino Unido ha sido cómo evitar la frontera física en la isla de Irlanda. Primero Bruselas hizo una propuesta: si no llegamos a un acuerdo comercial tras el Brexit y el periodo de transición, Irlanda del Norte se queda dentro de la unión aduanera de la UE. Esto suponía trasladar la frontera al mar que separa Irlanda del Norte del resto de Reino Unido. La palabra utilizada por la UE fue "área regulatoria común" en la isla de Irlanda, la misma que curiosamente ha pedido Boris Johnson a la UE.
La entonces primera ministra, Theresa May rechazó tajantemente la propuesta por considerar que ponía en peligro la "integridad constitucional" de Reino Unido. "Ningún primer ministro de Reino Unido podría estar de acuerdo", afirmó. Como solución, el acuerdo definitivo amplió la propuesta inicial de la UE a todo el Reino Unido con el objetivo de no crear diferencias entre las diferentes naciones que componen el país (May gobernaba gracias al apoyo de los unionistas de Irlanda del Norte y, a falta del Partido Laborista, necesitaba sus votos para aprobar el acuerdo).
El Parlamento británico ha rechazado hasta en tres ocasiones el acuerdo negociado por May. Los firmes defensores del Brexit alegaban que Reino Unido podría quedar atrapado de forma indefinida en la unión aduanera de la UE, por lo que no podrían negociar sus propios acuerdos comerciales con otros países –una de las principales proclamas de los brexiters–.
Ahora, Boris Johnson ha llegado a un nuevo acuerdo con la UE que tendrá que pasar por la Cámara de los Comunes este sábado. El texto dice explícitamente que "Irlanda del Norte es parte del territorio aduanero de Reino Unido". "No se tendrán que pagar aranceles por bienes introducidos en Irlanda del Norte desde otra región de Reino Unido a menos de que ese bien sea susceptible posteriormente de ser introducido en la Unión, ya sea en sí mismo o como parte de otro bien", añade. En el caso del producto importado a Irlanda del Norte desde un país que no sea de la UE ni Reino Unido, se aplicará el arancel fijado por Reino Unido a menos que se den las mismas circunstancias que en el caso anterior.
Además, Irlanda del Norte seguirá alineada con determinadas regulaciones de la UE para que los productos puedan cruzar libremente la frontera sin socavar la legislación comunitaria. La diferencia más destacable con el acuerdo de May es que está sujeto a revisión por parte de Irlanda e Irlanda del Norte a los cuatro años.
"Es un atropello a la santidad profesada a los Acuerdos de Viernes Santo", ha afirmado el Partido Unionista de Irlanda del Norte, que votará en contra del documento negociado por el primer ministro. El Partido Laborista también se ha mostrado en contra, por lo que a Johnson se le complican las opciones de sacarlo adelante.