Varios cientos de personas salieron hoy a las calles del centro de la capital tunecina con escobas en la mano para denunciar la violencia machista bajo el eslogan "barramos la violencia", en el marco de una campaña nacional de sensibilización en la que cincuenta asociaciones reclamaron a las autoridades un mayor compromiso con los derechos de las mujeres.
Las manifestantes exigieron una aplicación efectiva de la ley contra la violencia machista, un texto pionero en la región del Magreb aprobado a mediados de 2017 y que recoge la prevención y protección de las mujeres expuestas a todas las formas de violencia física, moral, sexual, económica y política.
Así lo explicó a Efe la presidenta de la Asociación de Mujeres Demócratas, Yosra Frawes para quien "es cierto que tenemos una buena ley y hace 30 años que batallamos por tener un texto como este pero es el momento de aplicarlo con firmeza y para ello se necesita un presupuesto" propio.
La activista denunció la ley del silencio y la inacción de gobierno frente a los feminicidos, que en apenas dos semanas se ha cobrado la vida de ocho mujeres asesinadas a manos de sus parejas, una de ellas una tunecina residente en Alemania.
"Los feminicidios aparecen de manera discreta en la sección de sucesos, hay un tratamiento mediático que se adaptada a esta violencia pero también un silencio ensordecedor por parte de los responsables políticos", señaló esta abogada.
Aunque a pesar de los avances logrados tras la "Revolución de los Jazmines", que en 2011 puso fin a más de dos décadas de dictadura de Zin El Abidin Ben Ali, y que "el sistema ha cambiado gracias a ese proceso y a las elecciones democráticas, existe (todavía) otro sistema todavía más virulento que emerge y es aceptado: el patriarcado", subrayó Farwes
En un ambiente festivo, las activistas enarbolaron pancartas en las que se podía leer "queremos verdadera igualdad, no igualdad en el papel" y "la ley ha llegado pero la violencia no ha parado" e instaron a la creación del Observatorio Nacional de Violencia Machista previsto por la ley para llevar a cabo un registro oficial de estadísticas y vigilar la aplicación del texto legislativo.
A la marcha se sumó el movimiento "Ena zeda" (en dialecto tunecino, yo también) que surgió el pasado mes de octubre cuando un candidato Zouheir Makhlouf -elegido después diputado- fue acusado de acoso sexual por una joven estudiante, y que desató una avalancha de testimonios en las redes sociales siguiendo la estela del movimiento global contra el acoso conocido como "MeToo".
La mujer, que subió una fotografía a las redes sociales, aseguró que Makhlouf la espiaba desde su coche con la bragueta bajada mientras que el diputado, en libertad condicional tras haber declarado, aseguró al juez que orinaba en una botella a causa de la diabetes que padece.
Maram Khisi, una joven de dieciséis años, defendió la unidad de la lucha feminista ya que "las mujeres en Túnez sufren en todos los entornos, son reprimidas por la sociedad, en los colegios, en las administraciones y en sus hogares por sus maridos y sus padres".
Este movimiento, añadió, ha demostrado que "tanto las mujeres europeas, árabes como africanas sufrimos el mismo problema: el patriarcado es nuestra tragedia común".
El Parlamento tunecino aprobó el pasado año por unanimidad la ley contra la violencia machista, fruto de décadas de lucha de las asociaciones feministas, que aumentó la edad de madurez sexual de 13 a 18 años, retiró el artículo que permitía al violador de una menor evitar una pena de cárcel si se casaba con la víctima y castiga por primera vez el acoso sexual con hasta dos años de prisión y una multa de 1.500 euros.
Destaca la enmienda del artículo 227 bis por la que un violador no podrá escapar a la justicia por el simple hecho de casarse con la menor que violó.
Sin embargo, según un informe del Centro de Estudios, Documentación e Información sobre la Mujer (CREDIF) publicado en 2016, el 97% de las víctimas de violencia y abusos sexuales encuestadas no denunciaron.
Natalia Román Morte