Una declaración que tiene que ver con los principios. De la moral, hablo. No suelo leer libros que pasen de las 250 páginas. Mejor si son algunas menos. Y si se quedan en un centenar, el gozo ya no sabrá de los límites. Por ejemplo: ¿han leído Los adioses? En las cien páginas de Onetti está todo, hasta lo que hay que saber de teoría literaria. Por cierto, hay escritores famosos que para imitar a Faulkner son un papel de calco del autor uruguayo. Y dan risa. No me pidan nombres. Porque entonces desviaría la intención que mueve el texto que quiero escribir sobre una excelente novela de Matías Escalera titulada Un sollozo del fin del mundo.