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A Miyazaki no se le toca: las imágenes estilo Ghibli hechas con IA enfadan a los autores

El motivo: la actualización del generador de imágenes que ChatGPT puso en marcha la semana pasada, permitiendo a sus usuarios transformar sus fotografías imitando la estética del estudio de animación japonés fundado por Hayao Miyazaki. Tal fue la proliferación de instantáneas recreando los fotogramas de obras como El viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro y El castillo ambulante, que Sam Altman director de OpenAI, tuvo que salir a dar explicaciones en X sobre los fallos que había comenzado a dar la herramienta.

“Vamos a introducir temporalmente algunos límites de tarifas mientras lo solucionamos”, anunció el domingo. “¿Podéis relajaros generando imágenes? Esto es una locura. Nuestro equipo necesita dormir”, añadió después. Pero ha dado igual, las redes ya estaban –y siguen– inundadas de pseudofotogramas de Ghibli. Hasta las cuentas de programas como La Revuelta, la Casa Blanca y el Ayuntamiento de Valladolid se habían sumado a la ola. “Se está normalizando el fast food [comida que se prepara en muy poco tiempo] de las imágenes”, lamenta ante este periódico el dibujante David Rubín.

“Más allá de la vulneración de los derechos de autor, el uso de la IA está llevando a la banalización de la creatividad. Se está acostumbrando a la gente a no darle valor a la imagen”, señala, “porque de repente hay una cosa que en segundos crea una, mejor o peor. No hay un trabajo, una idea o intención detrás artística o colectiva”. También utiliza el concepto fast food la autora de cómic y gestora cultural Mireia Pérez, que compara a quien genera dibujos con IA como el que “pasa por una experiencia de comida rápida. No tiene en cuenta lo que hay detrás porque no le interesa. Lo usa porque lo tiene a mano”.

Nacho Subirats, ilustrador y animador, que trabajó como asistente de dirección en Robot Dreams de Pablo Berger, comenta que ver a “miles de influencers pasando sus fotos al estilo Ghibli” es “solo una muestra más de lo que es la sociedad actual: un engranaje enorme dispuesto a consumir cantidades ingentes de lo que sea para ser el primero, el más guay, el más 'innovador', en el menor tiempo posible”.

Iñigo Jiménez, que participó igualmente en la producción de la cinta animada española, considera lo sucedido como “un insulto” a las películas de su infancia que le llevaron a dedicarse a este sector: “Ghibli siempre ha sido un estudio de referencia que se caracteriza sobre todo por el trabajo y esfuerzo que ponen en cada fotograma, trabajados a mano, de forma tradicional, y prestando una atención máxima hasta el más mínimo detalle. Que ahora con un simple comando puedas realizar imitaciones de dicho trabajo tan minucioso, me parece una falta de respeto”.

Mireia Pérez lamenta que, independientemente de las implicaciones “estéticas y ecológicas”, se esté “generando una especie de lugar visual común”. Para la artista, estas imágenes, “que son como raras y al mismo tiempo realistas, está generando sus propios códigos estéticos”. Algo que afecta directamente a sus trabajos: “No queremos parecernos a la IA. Aunque algunos lo están aprovechando y usando como herramienta, están consiguiendo que su propio estilo se diluya”. Una herramienta que describe como “fagocitadora de creatividad”. “Parece que hoy en día todo se basa en producir lo máximo en el mínimo tiempo posible, dejando de lado todo lo demás, para sacar todo el beneficio posible”, rechaza el ilustrador Iñigo Jiménez.

Nacho Subirats expone su propio ejemplo para enmarcarse en la misma tesis: “Yo personalmente estoy lleno de imperfecciones, como lo que dibujo, y cada una de estas pequeñas imperfecciones son lo que creo que dan razón de ser al arte y a quienes somos como artistas. A mí no me interesa ver cómo alguien (o una máquina) copia perfectamente el estilo de otro artista”, valora. Por el contrario, opta por interesarse por “su interpretación, cómo es el mundo a través de sus ojos y lo que ha aprendido (o no) a lo largo de su vida”.

“Atacar” precisamente a Ghibli

Esta no es la primera polémica que surge en torno a la IA. Ilustradores, traductores y actores de figuración, por citar solo unos ejemplos de los sectores artísticos que han emitido sus quejas y preocupaciones, llevan tiempo reclamando la regularización del uso de la IA para proteger sus derechos de autoría y laborales.

Esta vez es el sector del cine de animación el afectado, a través de uno de los estudios de animación más importantes del mundo. “Todo robo cometido por OpenAI debería molestarnos por igual, pero el caso de Hayao Miyazaki es especialmente odioso, la obra que se ha comido su vida es un acto contra los atajos tecnológicos, es artesanía militante”, escribió en Bluesky el cineasta Nacho Vigalondo. “No es otra baratija para que hagáis carteles de carnaval, FUERA”, añadió mostrando su rechazo el director de Daniela Forever y Colossal.

Todo robo cometido por OpenAi debería molestarnos por igual, pero el caso de Hayao Miyazaki es especialmente odioso, la obra que se ha comido su vida es un acto de resistencia contra los atajos tecnológicos, es artesanía militante. No es otra baratija para que hagáis carteles de carnaval, FUERA.

— Nacho Vigalondo (@vigalondo.bsky.social) 28 de marzo de 2025, 15:02

“Que durante estos dÍas las redes se hayan inundado de imágenes generadas con IA con el aspecto de la obra de Miyazaki hace que se normalice la utilización de una tecnología que está destruyendo la industria creativa a escala global y que es un desastre medioambiental en sí misma”, escribió en la misma línea el dibujante y animador Iñigo Maestro, que recuerda en declaraciones a elDiario.es: “Lo que ha sucedido con Miyazaki lleva pasando más de dos años con diferentes artistas. A pesar de las quejas generalizadas de quienes nos dedicamos al mundo del arte, este asunto no ha tenido apenas difusión mediática fuera de los entornos creativos, hasta ahora”.

Después de haber afectado a otros tantos nombres, este ilustrador y diseñador gráfico comenta que “han afinado la tecnología para intentar imitar al estilo de un artista muy concreto, que además de ser muy querido y respetado por una audiencia mucho más amplia, su filosofía de vida y obra, profundamente activista con los derechos humanos y la naturaleza, chocan frontalmente con las nocivas prácticas de estas empresas”.

La ilustradora Medusa Dollmaker ha sido otra de las voces críticas con lo sucedido, a lo que se ha referido como “triturar” el trabajo de Ghibli: “Hacerlo para vomitar memes es una traición precisamente a lo que representa el estudio y el que siempre ha sido su mensaje: valorar los recursos, la naturaleza, las pequeñas cosas y las actividades creativas”. La artista afirma que quienes han usado los filmes de la institución liderada por Miyazaki “para esta mierda no ha entendido su mensaje y les importa un pito. Solo quiere medrar para normalizar la IA, de forma que puedan monetizar un producto que nadie ha pedido. De tratar de generar una necesidad que ya estaba cubierta y solo está consiguiendo llenar internet de ruido vacío”.

La gente que ha usado los trabajos del estudio de Miyazaki para esta mierda no ha entendido su mensaje y no le importa un pito. Solo quiere medrar para normalizar la IA

Medusa Dollmaker — Ilustradora, artesana y joyera

El propio Hayao Miyazaki fue crítico con la IA hace años, en unas declaraciones emitidas en 2016. “Estoy muy disgustado. Si de verdad quieres hacer cosas espeluznantes, adelante. Yo nunca incorporaré esta tecnología en mi trabajo. Para mí esto es un insulto a la vida misma”, expuso el director japonés.

“La gente lo ve como un juguete, una oportunidad incluso para quien de repente se cree artista”, critica David Rubín, que incide en recordar que, al hacerlo, “se eliminan las preguntas que se hacen a la hora de crear”. “No nos estamos dando cuenta de lo que se pierde. Lo que nos hace humanos es nuestra capacidad de crear y emocionar”, recuerda, además de advertir sobre las implicaciones económicas: “La IA es el sueño húmedo del turbocapitalismo. Un robot que no se queja, que puede estar trabajando 24 horas los siete días de la semana”.

La IA es el sueño húmedo del turbocapitalismo. Un robot que no se queja, que puede estar trabajando 24 horas los siete días de la semana

David Rubín — Ilustrador

Aun así, recuerda que, pese a la falsa apariencia, “tampoco sale barato, a nadie. Cada imagen consume litros de agua y electricidad. Es un ataque tremendo a la ecología y a los recursos para hacer cosas que no valen nada”. “Se está denigrando la profesión de una manera muy alegre, con una, no me gusta llamar herramienta, que usa el trabajo de autores profesionales, y encima el resultado es una horterada”, critica Mieria Pérez.

La responsabilidad de 'La Revuelta'

Entre los usuarios que compartieron en sus redes sus imágenes imitando los fotogramas de Ghibli está La Revuelta, en cuya cuenta de Facebook, en una publicación que incluye hasta quince imágenes de momentos destacados del formato (la histórica actuación de Amaia Romero, las Campanadas que presentaron David Broncano y Lalachús y la última visita de Aitana entre ellos), modificadas por ChatGPT. “Una pena que se menosprecie y se torpedee el trabajo de grafistas, dibujantes, ilustradores, escritores, una pena y una decepción”, respondió a la publicación un seguidor.

“Sois muy grandes, pero aquí la habéis cagado pero bien, pagad a un autor para estas cosas y hacedle un homenaje a Miyazaki, seguro que presupuesto tendréis para ello. Y cuando se usa la IA hay que ponerlo, que encima engañáis a la gente”, comentó otro.

El dibujante David Rubín es igualmente crítico con la publicación de La Revuelta. “Me apena que un programa que hace gente progresista, con empatía, que se preocupa por temas sociales y que tiene una sensibilidad que no tienen otros, y que ve muchísima gente; no se paren a pensar dos minutos en todo lo que conlleva”, afirma el ilustrador que, aunque reconoce que “nadie lo hizo con mala intención”, esa “pura ignorancia” para quienes llevan “años denunciando estos atropellos creativos y a la propiedad intelectual es una pena”.

David Rubín comenta que “están fomentando todavía más su uso y el perjuicio que está causando, y poniéndose al nivel de gente como Donald Trump que usa la cuenta oficial de la Casa Blanca para lanzar mensajes racistas usando imágenes hechas con IA”. Iñigo Jiménez valora que cuando entidades con mayor poder de comunicación como La Revuelta hacen uso de estas herramientas “muchas veces no son conscientes de lo que pueden provocar”. “En vez de animar a que la gente consuma, contrate o apoye el trabajo de los artistas, está ayudando al hecho de que perdamos ese aspecto fundamental del ser humano a favor de que lo haga una máquina”, expone.

Este periódico se ha puesto en contacto con la productora (El Terrat) y la cadena (TVE) que emite el programa, pero no ha obtenido respuesta.

Qué hacemos con la IA

La solución a este debate en torno a qué hacer con una tecnología que, desde hace ya tiempo, parece haber llegado para implantarse, aunque todavía no se haya decidido bien cómo regularla, no tiene por qué pasar por condenarla, rechazarla por completo ni cerrar los ojos como si no estuviera ya instaurada como una realidad.

El animador Nacho Subirats opina que el uso de la IA puede ser “interesante” si se “genera de un modo responsable” y para llevar a cabo labores “más mecánicas”, como “rellenar de color cada uno de los 24 fotogramas del que se compone un segundo de animación”. Tareas que define como “más aburridas, menos complejas, por las que todos hemos empezado y que beneficiaría en cuanto a rapidez, pero que en realidad como artista no suponen una amenaza”.

Clip de Clip de 'Robot Dreams'

Basándose en su propio ejemplo con la laureada Robot Dreams, por la que optaron al Oscar a Mejor película de animación, indica que de haber sucedido algo parecido a la tecnología usada para imitar a Studio Ghibli aplicada a su película, “no significa que pueda hacer una obra” como la suya, “que involucra no solo un guion excepcional como el de Pablo Berger, sino un montón de artistas uniendo fuerzas para sacar adelante algo que luego se transmite más allá de la propia obra”. “Como lo que hace el gran maestro Mizayaki, que no solo es una imagen bonita, sino una profunda necesidad humana de contar una historia desde un lenguaje artístico propio”, argumenta.

Sustituir (o no) las mentes creativas

Más allá de la exigencia de una regulación del uso de la IA, y de la “pena” por comprobar que posibilitar el uso masivo de una herramienta como la que ha plagado las redes de imágenes imitando a Ghibli, Mireia Pérez defiende que, independientemente de su popularidad, tienen un límite. “Se puede ocultar, denigrar, empeorar o minusvalorar, pero no sustituir. Una IA nunca va a sustituir el trabajo de una mente creativa, pero atenta contra los derechos de los profesionales. Porque la gente no lo tiene en cuenta, al contrario, se suben en la ola de la IA como si esto fuera a revolucionar el mundo. Y no lo va a revolucionar, esto es un cutrerío”, sentencia.

Sobre la 'convivencia' con la IA, el animador Nacho Subirats se muestra “optimista”, ya que confía en que “la industria se acabará ajustando a esta 'técnica' sin dejar de lado a creadores y artistas que añadan ese valor humano que tanta falta hace hoy en día”.

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