Las respuestas inocuas del presidente Jair Bolsonaro a la pandemia están bajo la lupa de organismos internacionales. Prueba evidente es la investigación emprendida por las comisiones de derechos humanos de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos. Sus miembros buscan desentrañar lo que consideran "una inacción peligrosa" del gobierno federal brasileño. Testimonio crudo de esa "ausencia oficial" es el daño irreparable que la COVID-19 ejerce hoy sobre las tribus indígenas. La crisis sanitaria de los pueblos nativos de Brasil —305 en total, que hablan 274 lenguas propias y que se distribuyen mayoritariamente por la región amazónica— fue minimizada por las autoridades nacionales.
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