Hay quien piensa que lo que es difícil de entender y manejar es que la Unión Europea tenga tantas instituciones, VIPs y altos cargos. Hay quien se queja en Bruselas de que tan pronto viaja el jefe de la diplomacia, Josep Borrell, como el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o alguno de sus 26 comisarios. Pero en lo que hay unanimidad en una ciudad con tanta pluralidad de grupos políticos, de think tanks y de lobbys de todo orden, es en que la Unión Europea volvió a salir dañada de una misión internacional.