En la cama de un hospital privado de Nicaragua, Diana Lacayo dice estar viva contra la voluntad del Gobierno. Junto a otras 13 personas, pasó encerrada en una parroquia por nueve días y ocho noches, aisladas por la Policía, que les impedía asistencia humanitaria tras haberse declarado en huelga de hambre.
Lacayo pertenece a un grupo de 9 madres, no 11 como se informó durante días, que hicieron huelga de hambre para convencer al presidente Daniel Ortega de liberar a más de 160 "presos políticos", pero recibieron aislamiento por respuesta.
Tras anunciar la huelga el pasado día 14, el Gobierno suspendió el suministro de agua a la parroquia donde se establecieron, y según dijo a Efe el párroco Edwing Román, quien también vivió el encierro, las autoridades rompieron una calle para cortar el servicio de agua.
Leer más: "Decían que íbamos a salir muertas", dice madre tras huelga de hambre en Nicaragua