En plena pandemia por el coronavirus, las calles están prácticamente desiertas por las medidas de contención del virus. Pero una de las imágenes que perdura en las ciudades la forman los repartidores de plataformas digitales con sus mochilas a cuestas. La comida a domicilio ha sido decretada un servicio esencial, por lo que siguen trabajando. En las últimas dos semanas muchos han estallado en dos movilizaciones, una manifestación espontánea en Madrid y una huelga internacional el pasado día 22, alimentadas por un gran descontento. En especial, por unas tarifas que no han aumentado pese al riesgo de contagio y que, en el caso de Glovo, incluso las ha reducido en plena crisis en ciudades como Madrid y Sevilla.