Dos meses después, las librerías vuelven a abrir ya sin cita previa. Aunque aún no se puede tocar los libros, y que quien acude a comprar, no puede merodear. Debe ir a tiro hecho: saber lo que quiere y no pararse a debatir, ni dejarse recomendar por libreros y libreras.
También se reactivan las editoriales, tras un parón que ha alterado todos los calendarios y planes de futuro del sector, en ocasiones de forma dramática. La mayoría han retrasado los lanzamientos previstos para abril y mayo, mientras intentan rescatar del olvido los libros que publicaron en marzo, justo antes de la declaración del estado de alarma.